Un equipo internacional de científicos descubrió una red de lagos y ríos que circulan bajo el hielo de la Antártida en direcciones inesperadas. Lejos de ser un detalle geográfico más, este hallazgo revela una dinámica oculta que puede incidir en el deshielo, el nivel del mar y hasta en el clima del planeta.
El sistema subterráneo fue identificado gracias a una combinación de imágenes satelitales y modelos digitales de terreno. Las conclusiones del trabajo, publicadas en la revista Science Advances, sugieren que el hielo antártico no es tan estático como se pensaba, y que la interacción entre agua líquida y glaciares es más compleja de lo que la ciencia había podido observar hasta ahora.
Un hallazgo que reconfigura lo que se sabe del continente blanco
Por debajo del hielo aparentemente inmóvil de la Antártida, algo se mueve. Un grupo de investigadores del Reino Unido, y de los Estados Unidos logró detectar una red subterránea de ríos y lagos que fluyen en direcciones inesperadas. El descubrimiento difundido por la revista científica Science Advances podría cambiar la forma en que se entiende la dinámica de este ecosistema extremo y su vínculo con el calentamiento global.
Este sistema de agua líquida no se encuentra a la vista ni es reciente. Está allí desde hace mucho tiempo, pero no había podido ser registrado con claridad hasta ahora. Gracias al uso de imágenes satelitales de alta resolución, datos topográficos y modelos digitales, los científicos lograron mapear una red de más de 100 lagos conectados entre sí, bajo una capa de hielo de hasta 4 kilómetros de espesor.
Agua que fluye... al revés
Una de las particularidades más llamativas es que, a diferencia de la lógica habitual de los ríos, estos fluyen en direcciones que no siguen la pendiente del terreno. Esto se debe a que su movimiento está determinado por la presión del hielo que los recubre y no por la gravedad en el sentido clásico. En otras palabras, la masa glaciar comprime el sistema de agua dulce, generando caminos irregulares e impredecibles.
Además, el agua subglacial no permanece quieta. Se desplaza a lo largo de kilómetros, arrastrando sedimentos, calentando el lecho rocoso y debilitando la base de los glaciares. Según los especialistas, esta dinámica puede acelerar el deslizamiento del hielo hacia el mar, lo que implica un potencial incremento del nivel oceánico.
Por qué es importante este hallazgo
Comprender cómo se comporta el agua debajo del hielo antártico es crucial para anticipar los efectos del cambio climático. Si el sistema subglacial favorece el movimiento del hielo continental hacia el océano, los niveles del mar podrían aumentar más rápido de lo previsto. Esto afecta directamente a comunidades costeras de todo el mundo, incluidas algunas de América Latina.
El equipo de investigadores destacó que estos sistemas no son simples “charcos” congelados, sino redes activas que actúan como lubricantes naturales del glaciar. Cuando se acumula más agua en una zona determinada, se genera presión, se produce una liberación y el hielo por encima se desplaza. Este fenómeno, aunque ocurre a escala microscópica, tiene consecuencias a gran escala.
Un paso más hacia modelos climáticos más precisos
La posibilidad de incluir estas dinámicas en los modelos climáticos globales representa un avance significativo. Hasta ahora, muchas simulaciones del deshielo en la Antártida se basaban en supuestos que no contemplaban el comportamiento interno del continente. Incorporar el efecto de los lagos y ríos subglaciales puede mejorar la precisión de las proyecciones sobre el aumento del nivel del mar y los riesgos asociados.
Además, el hallazgo aporta información valiosa sobre cómo se formó la Antártida y cómo podría evolucionar en las próximas décadas. Según el artículo difundido, estas redes también podrían alojar formas de vida microbiana adaptadas a condiciones extremas y abrir una puerta a nuevas investigaciones sobre biodiversidad en ambientes extremos.
La investigación fue posible gracias al trabajo conjunto de instituciones científicas y al uso de tecnologías que combinan datos de radar, sensores remotos y procesamiento satelital. Para los especialistas, esta es una muestra clara de cómo la ciencia colaborativa puede generar descubrimientos con impacto global.