José "Pepe" Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este martes a los 89 años, tras enfrentar un cáncer con metástasis. Conocido por su humildad y filosofía de vida sencilla, Mujica dejó como última voluntad ser enterrado en el jardín de su casa, junto a su perra Manuela, bajo un árbol que él mismo sembró .
Desde su hogar ubicado en el Cerro de Montevideo, Mujica inició personalmente los trámites legales para que, al morir, sus restos fueran colocados junto a los de Manuela, su compañera inseparable. “Yo me voy a morir acá”, dijo en entrevista, señalando el árbol bajo el que descansaba ya su mascota .
Manuela, una perra mestiza que apareció frecuentemente en medios junto a Mujica, fue reconocida por su singularidad: tenía una pata mal curada y siempre rondaba por la chacra. Para Mujica, era más que una mascota: era símbolo de su vida sencilla, ligada a la tierra y alejada de las formalidades del poder. El deseo de ser sepultado a su lado completa un ciclo íntimo para una de las figuras más emblemáticas de América Latina, cuyo legado ahora también queda ligado a un árbol, un jardín y una perra .
Su legado político y humano será recordado como el de un líder que eligió la integridad y la sencillez como guía de vida .