Pablo Villanueva, barra de Huracán.
Lali Espósito lanzó un nuevo disco titulado "No vayas a atender al demonio cuando llama", y sorprendió al revelar una curiosa inspiración detrás del segundo track, llamado Lokura. Según contó la cantante, la canción está dedicada a un personaje especial del barrio que llevaba ese apodo.
“Fue mi primer amor platónico. ‘Locura’ era de la barra de Huracán. Yo crecí a cinco cuadras de la cancha y él era un personaje mítico del barrio, un bombonazo mal. Era un barra muy peligroso y, a la vez, muy amoroso. Muy personaje de barrio: si se tenía que cagar a trompadas, se cagaba a trompadas; y si tenía que defender a los suyos, lo hacía. Te generaba respeto y miedo al mismo tiempo. Yo moría de amor por él, para mí era Brad Pitt. Era precioso, todas estaban locas por él”, relató en una entrevista con Luzu.
¿Quién fue “Locura” Villanueva, el barra que inspiró a Lali?
Pablo Villanueva nació en 1974 y fue la oveja negra de la familia. Creció cambiando de casas y de escuelas, aunque nunca logró vincularse con el estudio. Asistió al colegio Bernasconi, pero repitió tres veces primer año. A los 15, decidió unirse a la barra brava de Huracán, que se reunía en la plaza José C. Paz.
Gracias a ese entorno, viajó a Mendoza, y al volver, su familia lo enfrentó: o se enderezaba o se entregaba por completo a la vida de barra. Eligió lo segundo y adoptó el apodo de “Locura”.
Para sobrevivir, se instaló en un colectivo abandonado y vivía gracias a la caridad del barrio. Todo cambió cuando conoció a Tomás, otro barra “quemero”, que le reveló que vivía de hacer salideras bancarias. Así, “Locura” se unió a la banda y, en solo dos años, consiguió un auto, una moto y un departamento.
Pero su carrera delictiva tuvo un giro trágico en septiembre de 1997, cuando intentó una salidera bancaria en una sucursal del Banco Galicia en avenida Córdoba y Gallo, en Buenos Aires. La Policía apareció y Villanueva recibió tres disparos: uno de ellos le impactó en la vértebra lumbar y lo dejó paralítico.
Fue trasladado al Hospital Ramos Mejía, donde estuvo internado casi un año, y luego fue enviado a prisión, donde pasó cuatro meses. Tras recuperar la libertad, volvió al barrio y a la plaza José C. Paz, esta vez en silla de ruedas. Volvió también a la tribuna del Ducó, con sus tatuajes del Globo a la vista.







