“Primera vez que corro, orgullosa hasta donde llegué después de tener un diagnóstico tan malo”. Paola Karina Nieva tiene 40 años, es madre de Valentina y Joaquín, y acaba de completar su primera carrera, los 21K de Yerba Buena, mientras enfrenta una de las batallas más duras de su vida: el cáncer.
Su historia es conmovedora. En diciembre recibió la noticia que nadie quiere oír: metástasis de cáncer de mama. “Fue durísimo, un baldazo de agua helada porque yo hace 2 años había tenido un carcinoma en el pecho, había sido operada y venía con los controles muy bien”, cuenta. Pero la enfermedad regresó, esta vez de forma más agresiva.
A pesar del golpe emocional, Paola no bajó los brazos. “Más que nada porque tengo dos hijos pequeños. Nunca me bajoneé, nunca me tiré a la calma. Siempre seguí para adelante, más que nada por ellos y por mí también”, afirma con determinación.
Antes del diagnóstico, se había alejado del deporte. “Tengo hijos pequeños, y por eso también había dejado de entrenar, y en diciembre, cuando me diagnosticaron, volví y volví con todas las pilas”. Así comenzó su camino hacia los 21 kilómetros, con una constancia admirable. Entrena desde hace año y medio, aproximadamente, y esta vez se animó a la carrera. Su marido, Mauricio, que es corredor habitual, esta vez solo la acompañó junto a sus hijos.
El mensaje de Paola es claro: “Podía seguir o hundirme, el mensaje es que sí se puede. Salgan, esto es cuestión de disciplina y cabeza, nada es imposible”. Con esa mentalidad atravesó cada kilómetro de la competencia, llevando consigo la carga física de una carrera exigente y también la emocional de su lucha diaria.
Paola no solo corrió, también inspiró. En un evento deportivo donde cada corredor tiene su historia, la suya se destacó por el coraje y la esperanza. “El deporte me está salvando”, dice, convencida de que el movimiento, la constancia y el objetivo claro pueden ser una luz en los momentos más oscuros.







