La elección de Robert Prevost como nuevo papa desató la algarabía de los peruanos. El sacerdote vivió en Perú desde 1985 y fue un misionero agustino asentado en las comunidades de Chulucanas, Chiclayo y Trujillo. Durante esos 40 años, el Sumo Pontífice aprendió mucho sobre la cultura del país andino y, sobre todo, sobre el fútbol.
Según los periodistas chiclayanos Daniel Vera y Luis Arturo Reyes, el sacerdote mantuvo una relación cercana con el deporte y, particularmente, con el club Juan Aurich. Ambos aseguran que ese vínculo se forjó a partir de sus encuentros con autoridades locales y su relación con la comunidad. “No era un fanático del fútbol, pero sí expresó en apariciones públicas su cariño por el Aurich, el equipo tradicional de Chiclayo”, contó Vera en diálogo con El Comercio. Sin embargo, nunca se lo vio con una camiseta en la mano.
Prevost, además, se declaraba fanático del tenis y del básquet. “Me considero un tenista aficionado. Desde que salí de Perú he tenido pocas ocasiones de practicarlo, así que tengo muchas ganas de volver a la pista. Aunque mi nuevo trabajo no me ha dejado mucho tiempo libre hasta ahora”, confesó en una entrevista años atrás. Incluso practicó el deporte de la raqueta en el colegio Santa María Reyna de Chiclayo y algunas veces en el Jockey Club. Su otra pasión, el básquet, la seguía mayormente por televisión.
También vivió la histórica clasificación de Perú al Mundial de Rusia 2018, así como el frustrado repechaje rumbo a Qatar 2022.