¿Qué nombre puede elegir un nuevo Papa y por qué? El significado detrás de la decisión

¿Qué nombre puede elegir un nuevo Papa y por qué? El significado detrás de la decisión

Es uno de los primeros actos de gobierno del nuevo Papa y, sin dudas, una de las señales más observadas por fieles, teólogos y analistas políticos.

¿Qué nombre puede elegir el nuevo Papa?
08 Mayo 2025

La elección de un nuevo Papa no termina cuando los cardenales anuncian que hay “fumata blanca”. Justo después de aceptar el cargo, el nuevo Pontífice debe tomar una de las decisiones más simbólicas e importantes de su pontificado: elegir su nombre. Aunque puede parecer un simple gesto ceremonial, el nombre papal es en realidad un mensaje al mundo católico y, muchas veces, una señal de las intenciones del nuevo Papa para su mandato.

Una tradición que habla por sí sola

La costumbre de adoptar un nuevo nombre comenzó en el siglo VI. Fue el papa Juan II, nacido como Mercurio, quien decidió no gobernar con un nombre pagano y optó por llamarse Juan, en honor a su predecesor. Desde entonces, ningún Papa ha usado su nombre de nacimiento, y todos han elegido uno nuevo que suele inspirarse en figuras pasadas de la Iglesia o en virtudes que desean destacar durante su papado.

¿Qué nombre puede elegir el Papa?

No hay reglas estrictas. El Papa es libre de elegir cualquier nombre, aunque, por tradición, elige uno que tenga resonancia histórica o espiritual. Algunos nombres, como Juan, Pablo, Benedicto y Pío, han sido recurrentes en los últimos siglos. Otros, como Francisco, elegido por el Papa argentino Jorge Mario Bergoglio en 2013, marcan una ruptura con lo esperado.

Francisco fue el primer Papa en elegir ese nombre, inspirado por San Francisco de Asís, símbolo de humildad, pobreza y reforma. El gesto fue claro: el nuevo Papa quería una Iglesia más cercana a los pobres, más austera y menos centrada en el poder.

El peso de la historia

El nombre papal también establece vínculos con periodos anteriores de la Iglesia. Juan Pablo I, por ejemplo, quiso rendir homenaje a sus dos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI, combinando sus nombres. Su sucesor, Juan Pablo II, siguió esa línea, dando continuidad a un estilo pastoral y doctrinal ya iniciado.

En contraste, algunos nombres parecen haberse “agotado”. No ha habido ningún Papa llamado Pedro II, por ejemplo. Esto se debe a que el primer Papa, San Pedro, es considerado tan fundacional que ningún sucesor se atrevió a usar su nombre, por respeto y tradición.

Un mensaje para leer entre líneas

El nombre del nuevo Papa puede revelar prioridades. ¿Buscará reforma? ¿Tradición? ¿Diálogo interreligioso? ¿Una vuelta a los orígenes? Cada elección dice algo. Por eso, cuando se anuncia el nombre, los expertos eclesiásticos y los fieles de todo el mundo leen entre líneas para anticipar el estilo de liderazgo del nuevo pontífice.

¿Y si elige un nombre inédito?

Aunque raro, no está prohibido. Si un Papa opta por un nombre jamás usado, como lo hizo Francisco, puede señalar un cambio profundo, una nueva era o un deseo de distanciarse de las líneas anteriores. Es una forma de decir: “Este será un nuevo comienzo”.

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