Con un Ford T y vestido de época: la aventura de un tucumano en el Recoleta-Tigre 2025

Cristian Delaporte representará a Tucumán en una de las carreras más emblemáticas del país a bordo de un Ford T de 1924, al que bautizó “el Tucumanito”

Con un Ford T y vestido de época: la aventura de un tucumano en el Recoleta-Tigre 2025
Carlos Werner
Por Carlos Werner 07 Mayo 2025

Cristian Pablo Delaporte tiene, entre el sábado y el domingo, uno de esos desafíos que le llegan al corazón: tomará parte del Gran Premio Recoleta-Tigre 2025, una prueba con la que el Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina recrea la primera carrera en ruta abierta en nuestro país para automóviles. Esta tuvo lugar el 9 de diciembre de 1906 entre el barrio anteriormente mencionado y la ya citada localidad. El competidor estará acompañado por su esposa Mirta y será el único tucumano al volante de una de las míticas máquinas, en su caso, un Ford T de 1924. Sí, al que llamaron “de bigotes”. La dupla irá vestida de caballero y de dama antigua, tal el protocolo de rigor.

La organización espera entre 50 y 60 autos en la prueba en la que en principio sólo podían participar vehículos fabricados antes de 1918. Motociclistas acompañarán la caravana.  Además del tucumano, habrá coches de provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, además de CABA. Y es probable que también haya una máquina de Uruguay.

“El auto que voy a manejar es caprichoso y a la vez muy simpático. Para quienes no lo conocen, el Pato Donald apareció con uno de ellos en algún dibujo animado, y también se los vio en la tira ‘El Gordo y el Flaco’”, contó Delaporte entusiasmado. Y agrega otros datos más “actuales”: “Hoy los chicos están más familiarizados por el Ford T por el espectáculo ‘La Granja de Zenón’, en el que aparece un forajido con uno de ellos de diferentes colores. Pero también se hizo popular por la forma de rostro humano que le pusieron en la película ‘Cars’”.

Con un Ford T y vestido de época: la aventura de un tucumano en el Recoleta-Tigre 2025

¿Por qué es un auto muy simpático? El piloto responde: “primero por la altura. El tanque de combustible está abajo del asiento del conductor y no tiene bomba de combustible, este cae al carburador por gravedad. Entonces, para que caiga tiene que estar bastante alto el asiento. Si uno lo pone en la calle a la par de una Dodge Ram, por ejemplo, se ve incluso más alto”.

Delaporte sigue con la descripción: “Es un auto muy raro. A las ruedas, cuando uno lo ve de frente hacia la parte interior, es como que están más cerradas con respecto a la parte de arriba. O sea, es como si tuviera las ‘piernas’ torcidas hacia dentro”.

El competidor aporta otros datos: “Es un auto muy básico, cuando se lo presentó al público asomaba como un pequeño salto de un carro, una carreta, a un vehículo motorizado. Incluso no tiene frenos adelante, por ejemplo, aunque sí uno trasero, que es manual. Tiene un freno de pedal que es cardánico, o sea, frena el cardan, no las ruedas”.

Los detalles de la máquina son apasionantes. Uno de ellos es que no tiene palanca de cambio. Cuenta directamente son unos pedales que trabajan como un embrague inverso: al usarlo el conductor, el auto empieza a traccionar e ir para adelante. Sí se lo suelta al pedal, deja de andar. El segundo pedal es al revés, pero para la marcha atrás: cuando se lo aprieta y empieza a andar para atrás el coche, el piloto lo suelta y queda como en punto muerto. Y el tercer pedal es el que produce el freno cardánico. ¿Más datos? En la parte trasera, en lo que continúa del motor en sí, está el magneto, la pieza que al girar y debido a unos imanes, induce corriente en una serie de bobinas internas. Y tres cosas más: de haber usado en su momento nafta común o incluso kerosén, hoy anda con nafta súper (con un “toquecito” de gasoil, para hacer más aceitoso el compuesto). Además, tiene luces delanteras, y atrás tiene una sola, que va en el medio en la rueda de auxilio. Finalmente, tiene motor de arranque y también manivela.

Con un Ford T y vestido de época: la aventura de un tucumano en el Recoleta-Tigre 2025

- Con lo que contás, ¿un Ford T requiere prácticamente de volver a aprender a manejar?

- Uno tiene que acomodar todas las neuronas para poder manejarlo, porque no tiene nada que ver con un auto convencional. Claro, es como aprender a a manejar de nuevo básicamente.

- ¿Y cómo hiciste para acostumbrarte?

- Cuando yo me subo en uno de de mis autos antiguos y en especial en el Ford T, siento que se me traslado en el tiempo. Y no es para menos, se trata de un vehículo con más de 100 años. Lo maravilloso es que, pese a que uno le hizo algunos cambios, ¡el auto sigue andando! Lo compré justo antes de la pandemia de 2020. Su dueño era un amigo, Juan, que vive en la localidad de Ranchos, provincia de Buenos Aires. Él le había puesto por nombre El Rancherito. Cuando pasó a mis manos lo rebauticé y le puse el Tucumanito.

Antes de viajar para participar del Gran Premio, Delaporte tuvo que trabajar duro en el coche. “Tuve que desarmarlo porque golpeaba muy feo el motor, el perno de uno de los pistones estaba agrandado. Esa pieza sujeta la biela con el pistón. Obviamente cuando hacía la explosión sonaba toc toc toc. Conseguí en Rafaela una fábrica de pistones que me hizo los pistones nuevos a la medida, con la diferencia de que los originales eran de fundición de hierro, pero ahora los hacen de aluminio. Los aros originales del Ford son muy gruesos, miden como cinco milímetros. Entonces se suele ponerle el del Ford Taunus. A las válvulas las compré en Estados Unidos, junto con los resortes de válvula. Y también tuve que reemplazar el múltiple de escape, que es una pieza que tiene muy mala vida en estos autos porque es muy delgadito y muy largo”.

Yendo a lo que es el GP, Cristian contó que fue a presenciar su largada el año pasado, en la Recoleta, frente al bar La Biela. “Es un desafío que siempre estuvo reservado para autos muy antiguos y muy especiales. Lamentablemente esos coches se han ido perdiendo, o sus dueños ya no están más. Siempre quise participar, pero no podía porque necesitaba un auto muchísimo más viejo. Pero me comentaron que habían abierto la participación a modelos más ‘nuevos’. Estando en la largada le digo al organizador: ‘che, qué lindos los autos, lástima que no compita nadie del norte argentino. Él me miró, se sonrió y me preguntó qué auto tenía. Le contesté que un Ford 24. Y él me dijo ‘entonces podrías haber participado ahora, pero bueno, para el año que viene te vamos a invitar’. Y bueno, aquí estoy”.

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