

No es un spa de lujo, ni un ritual secreto de una secta. El “baño de luna” —esa práctica que suena mística, poética y un poco Instagram— se ha convertido en una tendencia creciente entre quienes buscan resetear su energía, limpiar el ánimo o, simplemente, encontrar una excusa para detenerse un rato.
¿De qué se trata?
Básicamente, consiste en exponerse a la luz de la luna con intención. Puede ser tan simple como sentarse en un balcón o jardín bajo la luna llena, o tan elaborado como un ritual que incluya cristales, velas, agua con sal y afirmaciones positivas. El objetivo es “recargar” energía, dejar atrás lo que ya no sirve y reconectar con uno mismo. Una especie de limpieza espiritual con estética astral.
Un ritual milenario que TikTok redescubrió
Aunque suene moderno, el baño de luna tiene raíces antiguas. Diversas culturas —desde civilizaciones precolombinas hasta tradiciones orientales— asociaban a la luna con el mundo emocional, lo femenino y los ciclos naturales. Hoy, la práctica vuelve con fuerza gracias a las redes sociales, donde los videos sobre rituales lunares acumulan millones de vistas.
Algunos creen que la luz de la luna llena tiene propiedades purificadoras. Otros simplemente la usan como excusa para hacer una pausa consciente. “Es mi momento para apagar el celular, respirar profundo y agradecer lo que tengo”, cuenta Mariana, 34 años, que descubrió el hábito durante la cuarentena y lo mantiene cada mes.
¿Cómo se hace un baño de luna?
No hay una única forma, pero sí algunos pasos frecuentes:
Elegir la fase lunar adecuada: la luna llena es la favorita, por su carga simbólica de cierre, liberación y plenitud.
Buscar un espacio al aire libre: patio, terraza o incluso una ventana donde la luz lunar llegue directo.
Preparar el ambiente: velas, música suave, cristales o sahumerios ayudan a crear un clima especial.
Hacer una pausa consciente: algunos meditan, otros escriben en un cuaderno o simplemente se relajan.
Intención: es clave poner en palabras (o al menos en pensamiento) qué se quiere soltar o atraer.
También hay quienes colocan sus objetos personales —amuletos, piedras, cartas, incluso botellas de agua— para que “se carguen” con la energía lunar. Suena esotérico, sí, pero también terapéutico para quienes lo practican con fe o con cariño.
¿Funciona?
Depende de lo que se entienda por “funcionar”. No hay evidencia científica de que la luz lunar purifique energías. Pero tampoco la ciencia necesita meterse en todo. Como ocurre con muchas prácticas espirituales o simbólicas, el efecto placebo puede ser poderoso: si una persona se siente más liviana, más enfocada o simplemente más tranquila después de un baño de luna, algo positivo ocurrió.
Tal vez lo que más explica su popularidad es que, en un mundo acelerado y sobreestimulado, cualquier excusa para mirar al cielo y frenar un poco... ya es un pequeño milagro.







