FUNDAMENTAL. Acosta fue clave para el triunfo de Atlético. DIEGO ARÁOZ/LA GACETA
¿Cómo hizo Atlético para transformarse en menos de 72 horas? La pregunta intriga. Quizá el resultado la empuje a un segundo plano. Al “Decano” lo apremian los resultados y la necesidad principal es una sola: ganar. No hay otra opción. Y el equipo de Lucas Pusineri lo consiguió: venció 2-0 a Independiente, uno de los protagonistas del torneo Apertura, salió del fondo de la tabla Anual y, además, mostró señales alentadoras en su juego.
Pero entonces, ¿qué cambió desde la pálida imagen en Mendoza hasta esta noche feliz en Tucumán?
El análisis debe abarcar desde la táctica hasta lo emocional. Es cierto que Lucas Pusineri no cambió el dibujo: mantuvo el 4-4-2 que lo acompaña desde el inicio de su ciclo. El DT, sin embargo, realizó siete modificaciones con respecto al partido frente a Godoy Cruz y, sobre todo, renovó el ataque por completo, una apuesta que le dio resultados inmediatos.
El frente ofensivo se sostuvo sobre cuatro pilares: Nicolás Laméndola, Leandro Díaz, Mateo Bajamich y Ramiro Ruiz Rodríguez, cuatro futbolistas que habían perdido terreno en las últimas presentaciones del “Decano”. El cuarteto apostó por un juego vertical, sin excesos de toque y con gran despliegue físico. Incluso mostró una destacada vocación defensiva al presionar alto y forzar errores en la salida del “Rojo”. Kevin Lomónaco fue el zaguero que más sufrió con esta propuesta: perdió varias pelotas y tuvo dificultades para conectarse con sus compañeros.
A esa estructura se sumó el ingreso de Guillermo Acosta, que le dio equilibrio y claridad a la mitad de la cancha. “Bebe” se acopló a la perfección a Adrián Sánchez y anuló a los volantes de Independiente. Incluso, la jugada de gol de Bajamich nació a partir de una recuperación en la mitad de la cancha. Incluso desapareció a Federico Mancuello y a Felipe Loyola.
El regreso de Acosta le dio esa agresividad que había perdido el “Decano” en las últimas presentaciones. Atlético fue un equipo diferente: luchó, peleó y nunca se relajó frente a un Independiente abatido, flojo y escaso de ideas. Es cierto: en el segundo tiempo, cambió la imagen con el ingreso de Iván Marcone, pero no pudo romper el muro defensivo de Atlético.
La mejora de la defensa tampoco puede obviarse. La dupla central entre Gianluca Ferrari y Matías de los Santos se mostró muy firme en el juego aéreo, una faceta en la que habían fallado en Mendoza. A eso se debe sumar que Marcelo Ortiz y Miguel Brizuela se desempeñaron como laterales, aunque solamente se abocaron a la tarea defensiva. De ese modo, impidieron que se destaquen las individualidades de Diego Tarzia y Santiago Hidalgo.
¿Cómo hará Atlético para mantener el rendimiento? Ese será el gran desafío de Lucas Pusineri de ahora en más. Queda un solo partido del Apertura y, luego, deberá pensar en reestructurar el equipo de cara al Clausura, que comenzará en julio.








