Hace cinco años, en el programa “Panorama Tucumano”, docentes y padres de la escuela del Mercofrut expusieron los problemas de la zona con respecto a las adicciones, y plantearon que no estaban capacitados para hacer frente a una realidad que los sobrepasaba. El año pasado el director de esa escuela reconocía ante una periodista de LA GACETA que nada había cambiado. “El flagelo de la droga en un tema con que lidiamos todos los días por el contexto de la escuela. Lo que se busca desde acá es que el adolescente no consuma y no tenga la necesidad de recaer y eso lo hacemos con programas integrales. Sabemos que no es un problema de clase social, sino de contextos diferentes, como la violencia, los abusos y a veces por la precariedad de los hogares. Hay casas que no tienen baño, hay cuadras en el barrio que no tienen agua y a veces hay un solo caño cada dos cuadras. Son una suma de problemas que llevan a los chicos a querer escapar de su propia realidad y del dolor de la marginalidad y de aquellas necesidades que no se pueden cumplir”.
El problema de las adicciones ha ido creciendo año a año. El psicólogo social Emilio Mustafá ha señalado hace pocas semanas –a propósito del caso del joven adicto que dormía en un contenedor de basura- que desde 2007 el narcomenudeo ha ido sentando sus bases en los barrios de la periferia y ahora es una realidad casi incontrolable. También el ministro de Seguridad ha reconocido hace poco que a pesar de los operativos de lucha contra las drogas cada vez ingresan más sustancias.
Ciertamente, al tiempo que ha avanzado el narcomenudeo –ya se dijo que no hay pueblo pequeño de Tucumán por el que no circule la droga- se han incrementado las políticas para el tratamiento delas adicciones y se han ido inaugurando cada vez más centros Cepla para tareas de ayuda en las comunidades vulnerables. Hace poco, precisamente, se ha dado cuenta de los complejos desafíos que hay en lugares como la Costanera, donde se detectan consumos desde los 12 años y extrema fragilidad social. “Una de las cosas que más vemos en los adolescentes con consumo problemático de sustancias es algo que se llama alexitimia. No saben reconocer y nombrar sus emociones. Tienen inmadurez emocional; no toleran las frustraciones. Por eso, ante sus problemas o pérdidas, recurren a las drogas. Entonces, lo que estamos haciendo justamente es poder brindar a los chicos herramientas psicológicas y emocionales para que el día de mañana cuando se sientan mal puedan solucionarlo de otra manera. Si no se sienten bien, difícilmente van a tener un proyecto de vida, algo fundamental para no caer en drogas”, analizó el secretario de Adicciones de la Provincia, el psicólogo Lucas Haurigot Posse.
En este contexto, los convenios que acaba de firmar el Gobierno con la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (Sedronar), para implementar programas de prevención del consumo problemático y capacitar a 500 docentes y directivos parece ser una respuesta importante. La ministra Susana Montaldo remarcó que esta acción se enmarca en “la pedagogía del cuidado” que impulsa su cartera. En el Teatro San Martín se llevó a cabo la jornada de actualización “Cómo abordar los consumos problemáticos en la escuela”, destinada a supervisores, docentes, preceptores, tutores, equipos directivos, asesores y equipos de orientación escolar.
De esto, que debería ser una capacitación continua, tendrían que salir proyectos sólidos, como explicó una funcionaria, orientados a dar herramientas a los docentes para trabajar con esas problemáticas que ya forman parte estructural de una sociedad degradada.







