Atlético Tucumán se ahogó bajo una lluvia de centros en Mendoza

El "Decano" cayó 1-0 frente a Godoy Cruz y se quedó sin posibilidades de clasificar los playoffs del torneo Apertura.

PUNTO DÉBIL. El juego aéreo fue la debilidad que expuso el Decano frente a Godoy Cruz. PUNTO DÉBIL. El juego aéreo fue la debilidad que expuso el "Decano" frente a Godoy Cruz. Marcelo Ruiz / Especial para La Gaceta

Una casa sin techo se inunda ante la más pequeña lluvia. Una fortificación sin muros no cumple su función. Un equipo sin defensa sólida es un colador. Atlético, una vez más, decepcionó.

La apatía se apoderó del “Decano”: un equipo desganado, sin hambre, que pareció entrar derrotado al Malvinas Argentinas. Como si el partido ya estuviera perdido antes de iniciarse. Así, el 1-0 frente a Godoy Cruz en Mendoza fue una consecuencia lógica, sumando su décima derrota en 15 partidos. Una estadística alarmante para el equipo de Lucas Pusineri.

Los 15 días de parate, tras la suspensión del duelo frente a Independiente, no sirvieron para corregir errores; al contrario, Atlético mostró una involución preocupante respecto a lo insinuado frente a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro.

Pero el resultado no es lo único que inquieta a los hinchas. El “Tomba” expuso el punto más débil de Atlético: el juego aéreo. Con una lluvia de centros, desarticuló al equipo y generó cuatro claras oportunidades dentro del área, una de las cuales terminó en el gol de Agustín Auzmendi.

Gianluca Ferrari y Miguel Brizuela se vieron superados por los delanteros “tombinos”, que con poco le ganaron el duelo aéreo durante todo el primer tiempo. En conclusión: el arco de Juan González no tenía escudos que lo defendieran, y su caída era solo cuestión de tiempo.

El hecho se agrava aún más si se considera que Godoy Cruz no brilló en ataque. El equipo de Esteban Solari no se destacó por asociaciones ni creatividad. La receta fue simple: centros a la olla, esperando que alguno fuera capturado por Auzmendi o Santino Andino. Y funcionó.

Ese tanto hundió al “Decano” en una depresión futbolística de la que no pudo salir, ni siquiera con cambios. Los escasos ataques directos carecían de efectividad. Mateo Coronel buscó asociarse con Lisandro Cabrera, pero se mostró impreciso; Cabrera se limitó a pelotazos largos; Carlos Auzqui no pudo desbordar; Franco Nicola jamás encontró su posición.

El mediocampo tampoco fue firme. Adrián Sánchez y Kevin López estuvieron descoordinados y terminaron desbordados ante el frenetismo de los ataques del “Tomba”. No marcaron diferencias y perdieron el duelo en la zona media.

En síntesis: no hubo una columna vertebral que pudiera sostener al equipo y no es casualidad de que se mostrarse endeble en todas las facetas.

Ni los cambios lograron revitalizarlo en el segundo tiempo. Leandro Díaz, Nicolás Laméndola y Mateo Bajamich intentaron imprimir algo de verticalidad con guapeadas desde la mitad de la cancha, pero se quedaron en eso: intentos fallidos, sin la puntada necesaria para torcer la historia.

La situación del ataque es crítica. Pusineri no encuentra respuestas dentro del plantel: no hay revulsivos, no hay reacción, y cuando el equipo se desploma en un bache de rendimiento, simplemente no puede levantarse. Como si la fragilidad mental fuera su mayor enemigo frente a la adversidad.

Atlético está en un momento complicadísimo: comprometido con la permanencia a través de la tabla Anual –está 29°, a un lugar de San Martín de San Juan– y es uno de los equipos con más derrotas del torneo.

Aunque el síntoma más alarmante es que el “Decano” no solo se inunda ante las tormentas, sino que parece rendido antes de que caigan las primeras gotas.

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