NUEVA POSICIÓN. En el empate contra All Boys, Juan Cruz Esquivel dejó su rol de extremo y aprovechó los espacios en el centro para rematar de media distancia. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA.
En el ajedrez, los grandes maestros suelen sacrificar piezas para ganar posiciones. San Martín de Tucumán, fiel a esa lógica, intercambia roles dentro del campo como si fuera un tablero vivo. Sus futbolistas mutan, relevan, rotan. Cambian posiciones no por azar, sino con la intención de generar superioridades, confundir al rival y, sobre todo, abrir el marcador. Esa dinámica fue clara en el empate contra All Boys, en donde el equipo mostró variantes ofensivas que lo volvieron indescifrable por momentos.
Juan Cuevas se movió por ambas bandas, Federico Murillo se transformó en centrodelantero cuando el “Santo” atacaba, Hernán Zuliani apareció como mediocampista y Juan Cruz Esquivel, habitualmente extremo, se recostó hacia el centro para aprovechar su remate de media distancia.
La idea es clara: los nombres propios son importantes, pero la función dentro del sistema lo es aún más. Esa flexibilidad táctica permite que los espacios se ocupen con inteligencia y sorpresa. Gustavo Abregú, por momentos, también se sumó en ataque, como ya lo venía haciendo, aunque esta vez con menos frecuencia.
“A medida que van pasando los partidos vamos teniendo una evolución en cuanto al juego. Lo que se vio el otro día, con jugadores sueltos y relevos en distintas zonas del campo, es una muestra de esa evolución. Lo vamos encontrando partido a partido, y eso me deja muy tranquilo”, reveló Ariel Martos, en conferencia de prensa, sobre este aspecto del juego “santo”.
El DT sabe que su equipo no solo debe adaptarse al rival, sino también reinventarse durante los 90 minutos. Tener un plan A y un plan B no es una opción, es una necesidad. “Hacemos el análisis del rival, vemos por dónde se lo puede vulnerar y tratamos de corregir errores. Tenemos un plantel importante en cuanto a cantidad de jugadores. Eso nos permite tener alternativas”, agregó Martos.
“Nuestra propuesta es asociarnos, jugar por abajo, triangular. Creo que eso se viene viendo desde el partido con Tristán Suárez, en donde hicimos un cambio. Hay veces que los partidos se plantean diferentes, pero tenemos la jerarquía para adaptarnos a lo que el juego demande”, explicó Matías García, quien cumple una función clave en la estructura táctica. “Ariel me pide que sea una contención, que esté atento a los relevos, que presione y ordene al equipo. Soy una especie de voz de mando dentro de la cancha”, agregó el ex Güemes de Santiago del Estero.
El valor de la movilidad y los relevos también fue subrayado por Nahuel Cainelli. “Contra All Boys, el primer tiempo fue muy bueno; tuvimos muchas situaciones. Después, ellos se replegaron y se nos hizo difícil encontrar espacios. Pero sabemos que tenemos el potencial para lastimar en cualquier momento”, expresó Cainelli, que sumó 45’ en la igualdad contra el “Albo”.
Sobre el desafío del próximo sábado, contra Arsenal en Sarandí, Cainelli fue contundente. “Es una nueva posibilidad de ir por los tres puntos. Sabemos que ellos están necesitados, que cambian de entrenador, pero nosotros tenemos claro nuestro objetivo. Vamos a ir con nuestras armas y con los recaudos necesarios”, aseguró el volante.
San Martín deberá repetir –y si es posible mejorar– ese funcionamiento aceitado que mostró en el primer tiempo contra All Boys. El premio no es menor: volver a sumar de a tres unidades y recuperar la cima de la tabla.
"Esta camiseta te exige pelear arriba", aseguró Matías García
“El club siempre demanda ser protagonista. Esta camiseta te exige pelear arriba. No nos volvemos locos por estar primeros, pero sí nos preocupamos por sostener el rendimiento. Si estamos bien y jugamos como entrenamos, vamos a ser protagonistas del torneo”, expresó García.
Este estilo de juego, en el que las posiciones se vuelven relativas y la movilidad es permanente, no es casualidad: es parte de una identidad que San Martín viene construyendo desde el inicio del torneo. La libertad que tienen los jugadores para intercambiar roles, sumada a la lectura colectiva del partido, le permite al equipo encontrar ventajas en donde otros sólo ven confusión.
Así cada relevo parece espontáneo, pero responde a una intención clara: sorprender, desestabilizar y golpear en el momento justo. En ese vaivén constante, el “Santo” buscará marcar la diferencia.







