Un manual de instrucciones para entender el cónclave que elegirá al nuevo Papa

El cónclave proviene del latín “cum clave” es decir “con llave”, en referencia a la sala antiguamente cerrada donde se reunían los cardenales.

Un manual de instrucciones para entender el cónclave que elegirá al nuevo Papa
22 Abril 2025

Tras la muerte del papa Francisco, la Iglesia se prepara para la elección de su sucesor. ¿Cómo funciona el cónclave para elegir al Papa? es uno de los interrogantes que se hacen los fieles católicos por estas horas. Los detalles de cómo serán las reuniones en la Capilla Sixtina.

El cónclave para la elección de un Papa proviene del latín “cum clave” es decir “con llave”, en referencia a la sala antiguamente cerrada donde se reunían los cardenales y es una institución que se remonta al siglo XIII.

El primer cónclave, con los cardenales encerrados para evitar cualquier presión externa tuvo lugar en 1241, con la elección de Celestino IV. Pero la más famosa, por su duración, fue la que se inició a finales de 1268 en Viterbo, en el centro de Italia, tras la muerte en esa misma ciudad de Clemente IV.

Ante el bloqueo provocado por la división entre los cardenales, “la población de Viterbo les obligó a actuar en el otoño de 1269 encarcelándolos en el Palacio Papal (...) luego quitando el techo del palacio en junio de 1270 para exponerlos a la intemperie y no enviándoles ni agua ni comida”, según el libro “Lux in arcana”. 

Pero no fue hasta septiembre de 1271, que una comisión restringida de seis cardenales logró finalmente elegir a Gregorio X. Este último estableció oficialmente el principio del confinamiento de los cardenales para el cónclave y del pan y agua secos después de cinco días de votaciones sin resultado. Sin embargo, su sucesor Juan XXI abolió estas reglas.

Pueden elegir a alguien que no está presente

El cardenal camarlengo administra los bienes y derechos temporales de la Santa Sede, verifica la muerte del Papa, dirige los preparativos del cónclave, lo organiza, redacta un informe sobre el resultado de cada escrutinio y entrega el informe al nuevo pontífice.

Otra curiosidad del cónclave: ninguno de los textos que rigen su desarrollo exige que los cardenales elijan una personalidad presente en el lugar. Los cardenales podrían, teóricamente, elegir a un par suyo ausente del cónclave por un motivo válido, pero también a un religioso que no fuera obispo, aunque en este último caso el elegido tendría que ser ordenado primero obispo antes de acceder al trono de San Pedro.

Los detalles del cónclave

La elección de un papa comienza con la llegada de los cardenales a la capilla Sixtina a la que ingresan recitando el cántico “veni creator”. 

Una vez llegados todos, el cardenal camarlengo irá hasta las puertas de la Sixtina y mientras las cierra pronunciará estas palabras: “Extra omnes” es una frase en latín que significa “todos fuera” o “que no quede nadie”. 

Se utiliza en el ritual del cónclave para marcar el inicio de la clausura de los cardenales en la Capilla Sixtina. Luego cada cardenal hará el juramento con las manos sobre los Evangelios diciendo: “Et ego ...cardinalis... spondeo, voveo ac iuro silentium” (yo, ... cardenal ... prometo, me obligo y juro silencio) añade: «Sic me Deus adiuvet et haec Sancta dei Evangelia quae manu mea tango» (Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano).

Luego todos dicen el juramento en común, pronunciado en latín “Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II “Universi Dominici Gregis”. 

Igualmente prometemos, nos obligamos y juramos que cualquiera de nosotros que, por divina disposición, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desarrollar fielmente el Munus Petrinum de Pastor de la Iglesia Universal y no cesará de afirmar y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede. Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, ya sea clérigo como laico, el secreto de todo aquello que en cualquier modo concierne a la elección del Romano Pontífice y todo lo que ocurre en el lugar de la elección y se refiera directa o indirectamente al escrutinio. No violar en manera alguna este secreto tanto durante como tras la elección del nuevo pontífice, a no ser que el mismo pontífice confiera explícita autorización; jamás apoyar interferencias, oposición u otra forma de intervención con la autoridad secular u otro grupo de personas que quisiera interferir en la elección del Romano Pontífice”. Y comienza la elección.

Cada cardenal tiene una papeleta donde escribe el nombre que desea, lo dobla en vertical y lo alza para que todos lo vean. Uno por uno, se dirigen hacia al altar y dice en voz alta: “Testor Christuum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quiam secundum Deum iudico eligi debere” («Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido»). 

La papeleta se deja en una patena y una a una se van depositando en una urna. Al comenzar el escrutinio, las papeletas se van introduciendo en otro cáliz. El recuento se realiza recitando a viva voz el nombre de los elegidos y cada voto se anota en un registro. Los formularios son revisados por tres cardenales antes de ser quemados en una estufa. Si sale humo negro, no hay papa, si es blanco, hay nuevo pontífice. Se requieren dos tercios de los votos de los cardenales electores. El elegido, una vez dado su consentimiento, es el nuevo Papa de la Iglesia Católica.

Juan Pablo II mantuvo la regla del absoluto secreto. En la Constitución Apostólica “Universidad Dominici Gregis” escrito por Juan Pablo II, tiene en cuenta los avances tecnológicos para garantizar el aislamiento de los cardenales. Entre otras cosas, el Camarlengo deberá verificar que en la Capilla Sixtina no se hayan escondido medios de espionaje.

Los cardenales electores están obligados a vivir en completo aislamiento: no pueden utilizar el teléfono, renuncian a toda correspondencia escrita, no pueden leer periódicos, ni ver la televisión, ni utilizar ningún otro medio de comunicación o información. La constitución apostólica confía al Camarlengo la inviolabilidad del perímetro asignado al cónclave. Le asistirá, fuera de este perímetro, el Subsecretario de Estado. El objetivo de esta colaboración es garantizar que los cardenales electores no puedan ser abordados por nadie, particularmente durante sus desplazamientos entre la Casa Santa Marta y la Capilla Sixtina. 

Otro cambio realizado por este documento se refiere al método de votación, limitado por Juan Pablo II al voto secreto. La Constitución Apostólica, con ciertas disposiciones, intenta organizar el voto y evitar que el cónclave dure excesivamente.

El Colegio Cardenalicio fija, durante las Congregaciones Generales, la fecha para el inicio del cónclave. Sin embargo, exige que las operaciones de votación comiencen entre el 15° y el 20° día después de la muerte del Papa o del anuncio de la renuncia efectiva a la Sede Apostólica.

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