20 Abril 2025
En el fútbol, hay momentos en los que no se puede especular más. Atlético Tucumán está transitando uno de esos. Con apenas tres partidos por delante —frente a Godoy Cruz, Independiente y Lanús—, el “Decano” tiene la obligación de sumar todo si pretende meterse entre los ocho mejores del Torneo Apertura y alcanzar los codiciados play-offs, si suma siete o seis deberá esperar que el “Tomba” e Instituto no ganen ninguno de los últimos dos partidos que les quedan.
Por eso, la premisa es clara: ganar o quedar en el camino. Pero para hacerlo, el equipo de Lucas Pusineri deberá resolver un problema que lo persigue desde hace rato: su fragilidad defensiva. Ya son nueve los partidos consecutivos en los que recibió al menos un gol. Una racha preocupante que remite a una etapa oscura del pasado reciente, entre fines de 2022 y comienzos de 2023, cuando encadenó 15 encuentros recibiendo tantos.
Los números no mienten. En el fútbol, se suele decir que los equipos se arman de atrás hacia adelante. Y si bien Atlético ha mostrado algunas mejoras en la elaboración de juego y en la contundencia ofensiva, sigue sin encontrar una defensa que brinde garantías.
En ese contexto, Pusineri empezó a tomar decisiones importantes. Una de ellas fue el cambio de arquero. Juan González reemplazó a Tomás Durso y, aunque no tuvo actuaciones sobresalientes, ofreció el nivel necesario para generar confianza en el entrenador. La transición fue natural y sin roces visibles, algo que no siempre ocurre cuando se trata de un puesto tan sensible.
El entrenador también se animó a mover piezas clave como Guillermo Acosta y Leandro Díaz, dos referentes del plantel. Las suplencias de ambos forman parte de una renovación silenciosa, pero necesaria. Porque cuando el equipo cayó en una racha de cinco derrotas consecutivas, el sacudón parecía inevitable. Y lo fue.
Desde entonces, Pusineri pareció haber encontrado un punto de partida. Por primera vez en el torneo, repitió el equipo titular en tres partidos consecutivos. Y los resultados no fueron del todo malos: triunfo ante All Boys por 2-1, victoria frente a Instituto por 3-2 y una derrota ajustada contra San Lorenzo (0-1), en la que el equipo mostró una imagen competitiva y mereció mucho más que una caída.
Todo indicaba que ese “11” inicial se iba a mantener para recibir a Independiente en el partido que terminó suspendido. Además, la defensa empezaba a ganar rodaje, aunque aún sin la solidez indispensable. El desafío es lograr que esa repetición traiga consigo algo más que continuidad: el equilibrio. Porque si Atlético quiere pelear hasta el final, necesita dejar de recibir goles.
“Tenemos que pensar en nosotros. Mentalizarnos. Y sumar la mayor cantidad de puntos posible. ¿Qué nos falta? Ganar. Ganar cambia todo”, reflexionó Gianluca Ferrari, defensor central que se ha ganado un lugar en esta etapa. Sus palabras son simples, pero marcan la urgencia de un plantel que ya no tiene margen de error.
Matías Orihuela, otro de los pilares del fondo, fue en la misma línea: “A nosotros nos sirve ganar. No hay más especulaciones. Tener esta semana de trabajo sirve para acomodar detalles en defensa, en el medio, en la delantera. Para ponernos finos para estos tres partidos que quedan”. El lateral también destacó que varios jugadores venían arrastrando molestias físicas, por lo que este tramo final llega con algo más de recuperación y preparación.
La tabla está apretada y los cálculos son múltiples, pero en el vestuario de 25 de Mayo y Chile nadie quiere hacer cuentas. La consigna es una sola: sumar de a tres. Godoy Cruz, Independiente y Lanús no son rivales sencillos, pero en este punto del campeonato no hay lugar para excusas.
Lo que viene definirá si el “Decano” puede ilusionarse con otra etapa final o si tendrá que ver desde afuera el tramo más caliente del Apertura. Para eso, primero deberá curar sus heridas defensivas, confiar en las decisiones del técnico y, sobre todo, hacer lo que repiten todos en el vestuario: ganar.
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