La muerte también cambió con la pandemia: más cremaciones y velorios acortados

Muchas de las costumbres adoptadas durante la pandemia llegaron para quedarse, sobre todo en la Capital y en Yerba Buena.

NÚMERO. El costo de la cremación -cada vez más requerida- varía entre $250.000 y $350.000. NÚMERO. El costo de la cremación -cada vez más requerida- varía entre $250.000 y $350.000.

La pandemia fue una época traumática, durante la que el luto cubrió gran parte del globo; un luto, además, exacerbado por la imposibilidad, durante la cuarentena, de despedir adecuadamente a los fallecidos. Por esa razón, principalmente, el “mercado de la muerte” cambió, y no sólo transitoriamente, sino que evidenció modificaciones que perduraron y se acentuaron con el tiempo.

En nuestro país los velorios se vieron totalmente trastocados. Con el argumento de evitar el esparcimiento del virus, los familiares directos de los fallecidos casi no tenían la posibilidad de un último adiós, y en un tiempo muy reducido. Eso suponiendo que los difuntos no haya sido víctima de coronavirus; durante los primeros meses de la pandemia ellos ni siquiera fueron despedidos por su círculo más cercano, ya que directamente se los inhumaba o cremaba.

Las restricciones se levantaron progresivamente, hasta que los velorios volvieron a la “normalidad”, pero lo cierto es que hoy en día las despedidas a los fallecidos cambiaron. ¿Para siempre? Imposible afirmarlo. Pero sí está claro que la pandemia generó un cambio que parece no tener marcha atrás.

Una de las modificaciones, inevitables es el aumento de las cremaciones. Durante la pandemia, por la coyuntura, se volvió algo habitual. Hoy en día, el porcentaje todavía parece no alcanzar al de los entierros, por todo lo que implica tener un lugar en un cementerio, principalmente para una familia, pero parece estar en vías de poder lograrlo en el corto plazo.

Según informó la Cámara Regional de Cementerios y Afines (CRCA), la “disposición por incineración” creció de manera impactante en los últimos cinco años. “Pasó de un número ínfimo a un porcentaje fluctuante que rodea el 30%”, señaló la entidad.

Carlos Beverina, gerente de la empresa Flores, dueña de los únicos hornos funerarios en Tucumán, reveló que en su caso particular el porcentaje es todavía mayor. “Tenemos más o menos un 50% de servicios que van a cremación, y otro 50% que va a cementerio”, subrayó. De hecho, el aumento en estos pedidos, así como el hecho de que también recibe las cremaciones brindadas por otras empresas, obligó a Flores a adquirir un segundo horno funerario.

Beverina sostuvo que la cremación ya venía en crecimiento antes de la pandemia, pero reconoció que, en los últimos años, hubo una aceleración en el porcentaje. “La pandemia hizo que se disparara un poco el número”, indicó.

“Hay un incremento en las cremaciones inmediatamente posterior a la pandemia, pero en el último año no hubo un aumento”, dijo Eduardo Araujo, socio gerente de Parque de la Paz, empresa en la que, según Araujo, alrededor de un 35% de los servicios derivan en cremaciones.

“Lo de la cremación es un fenómeno a nivel mundial. En otros países viene creciendo por un tema de espacio; en Sudamérica todavía hay cierta resistencia”, sostuvo, por su parte, Sebastián Robles, gerente de San Agustín. En Tucumán, aclaró, se da principalmente en Capital y Yerba Buena. “En el interior, la gente sigue con el velatorio a domicilio, y de ahí al cementerio”, contó. En su empresa, el porcentaje coincide con el brindado por la CRCA: un 30% de los servicios deriva en incineración de los cuerpos.

¿Hay un factor económico? Los costos de cremación y de un entierro, remarcaron los representantes de las empresas, es bastante similar. Según pudo averiguar LA GACETA, una cremación varía entre los $ 250.000 y los $ 350.000. Por su parte, conseguir un lugar en un cementerio varía: en caso de contar con una parcela, el derecho de inhumación (excavación y otros gastos) ronda los $ 200.000. La principal diferencia, claro está, radica en que, en caso de elegir el entierro, es necesario abonar una cuota mensual de mantenimiento. “Se incrementó la convicción por cremar”, afirmó Araujo, desligando el aumento de la cremación de una cuestión económica, al menos de gran cantidad de casos.

Particularidades

Otra gran modificación en la despedida a los fallecidos es el tiempo que duran los velatorios. Antes de la pandemia, era habitual que los servicios se extendieran durante más de un día, y que los familiares más cercanos pasaron, incluso, la noche en la sala velatoria. Tras la pandemia, esto se modificó.

“Antes manejabas promedios de ocho horas de velación. Hoy estamos en cuatro, cinco horas de promedio”, reveló Araujo. “La gente elige velar durante el día”, coincidió Beverina. La propia CRCA hizo el mismo análisis. “Los velatorios tradicionales con horario nocturno y más de 24 horas fueron migrando, en su mayoría, a tiempos menores que no superan las ocho horas”, indicaron desde la entidad.

Sin embargo, aquí es necesario hacer una distinción. Y tiene que ver con el (importante) número de personas que perdió algún ser querido durante la pandemia. En estos casos, sí se elige, todavía, un velorio más extenso.

“Las personas que pasaron por esas situaciones buscan ahora servicios que les permitan rendir los homenajes que durante ese período no pudieron”, dijeron desde la CRCA. “En la pandemia se perdió la posibilidad de despedir a tus seres queridos. Entonces, la gente que perdió familiares, cuando les vuelve a tocar, quiere velarlos”, subrayó, por su parte, Robles.

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