Lo que esconde la obesidad infantil

Enfermedades de adultos, como la apnea del sueño, la diabetes tipo 2, y el hígado graso, aparecen cada vez más en niños con sobrepeso.

OBESIDAD INFANTIL. Una patología con aumento alarmante. OBESIDAD INFANTIL. Una patología con aumento alarmante.

Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975 la enfermedad se ha triplicado. De acuerdo al Ministerio de Salud de la Nación, en el país seis de cada 10 adultos cuentan con exceso de peso. Además, el 41% de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años posee sobrepeso u obesidad.

La obesidad es una patología crónica cuyo impacto en la salud va mucho más allá de lo visible. Se trata de un factor de riesgo que compromete la calidad de vida, órganos vitales y que aumenta la probabilidad de desarrollar muchas enfermedades, incluyendo problemas metabólicos, cardiovasculares y oncológicos.

La situación que más preocupa a los especialistas en la actualidad es el alarmante incremento de la obesidad infantil como consecuencia de un entorno que favorece el sedentarismo, el consumo de ultraprocesados y el uso excesivo de pantallas.

En Tucumán, las cifras de niños y adolescentes de cero a 19 años con sobrepeso u obesidad alcanzan al 51%. El doctor Luis Eduardo Bossi, encargado del servicio de nutrición del Hospital de Niños, estima que hay 280.000 chicos y adolescentes tucumanos con exceso de peso. Los números son muy preocupantes, admitió el profesional, mucho más si tenemos en cuenta que antes de 2020, esta patología alcanzaba entre 30 % y 40 % de los menores.

Proyección

Las proyecciones no son alentadoras. Los expertos aseguran que la obesidad infantil podría multiplicarse en los próximos años. “Se espera un aumento del 100% de casos para el año 2035”, especifica el doctor Francisco D’Onofrio, médico nutricionista y supervisor del Programa Provincial de Obesidad del Siprosa.

Entre las causas de la obesidad infantil, el especialista enumera: la pérdida o disminución de la lactancia materna, la acción de la industria del alimento que promueve el consumo de comida chatarra -que es la comida hipercalórica, grasa, grasa trans, azúcar, sal-, la publicidad, la pérdida de la comida casera, el uso abusivo de dispositivos electrónicos que promueven el sedentarismo, el consumo de bebidas azucaradas y el bajo consumo de agua, no dormir lo suficiente y estar sometido a situaciones de estrés.

Consecuencias

Las consecuencias de la obesidad infantil comprometen el futuro de toda una generación. Y también el presente, ya que en la actualidad los médicos están viendo en menores enfermedades crónicas que tradicionalmente estaban asociadas a los a adultos, como por ejemplo la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, hígado graso y apnea de sueño, entre otras, admitió D’Onofrio.

Según el profesional, para afrontar esta situación y lograr una vida saludable será necesario cambiar los sistemas, la comunidad y las decisiones políticas. Igualmente, también podemos empezar por casa: “para fomentar hábitos saludables, es importante promover una correcta educación a nivel de sueño, promover la lactancia materna y favorecer el consumo de agua”, recalcó.

“Además, se debe regular la publicidad y la venta en escuelas de comida chatarra, regular los costos de producción y bajar los costos de producción de alimentos saludables, promover la actividad física en las escuelas, mejorar la currícula, limitar el uso de dispositivos electrónicos en casa y en establecimientos escolares, y procurar el manejo de estrés en los niños”, especificó.

Y recordó que los hábitos alimentarios y el nivel de actividad física se aprenden en casa: “lo que se haga en la primera infancia, definirán el tipo de alimentación y estilo de vida en la adultez”.

Enfoque personalizado

Como consecuencia del aumento de la obesidad y el sobrepeso en el mundo en la actualidad nos invade una gran cantidad de información sobre dietas de moda y planes extremos para bajar de peso. Rudolf Buxhoeveden, vicedirector médico del Hospital Alemán y especialista en cirugía bariátrica, sostiene que no existe una solución única. “La mejor estrategia es aquella sostenible en el tiempo, basada en la evidencia y adaptada a cada persona. La clave es evitar las soluciones rápidas y buscar siempre el acompañamiento de profesionales de la salud. No hay un solo camino para tratar esta enfermedad; cada paciente necesita un enfoque personalizado”, remarcó.

Entre otras cosas, apuntó que hoy el avance de la ciencia ha permitido desarrollar tratamientos más efectivos y menos invasivos. “Cambios de hábitos y educación nutricional, combinados con actividad física; medicamentos como los análogos de GLP-1, que regulan el apetito y la glucosa, han demostrado ser una herramienta útil en ciertos pacientes”, precisó.

La semaglutida es una droga que está autorizada para pacientes diabéticos tipo 2. Se ha visto que los personas que la utilizaban tenían una pérdida de alrededor del 15% del peso inicial. Esta droga la copia una hormona natural que aumenta la sensación de saciedad.

Por otro lado, están los procedimientos endoscópicos, cómo la gastroplastia o algunos balones intragástricos han revolucionado la medicina, ofreciendo alternativas a la cirugía tradicional con menos riesgos y tiempos de recuperación más cortos.

Mediciones: por qué se cuestiona el Indice de masa corporal como único método

El índice de masa corporal (IMC), definido como la relación entre el peso y la altura de una persona, se mantuvo como un estándar en la evaluación de la obesidad durante muchos años. Clásicamente se ha definido a la enfermedad como una acumulación excesiva de grasa corporal que puede tener efectos adversos sobre la salud. Se considera que una persona es obesa cuando su IMC supera los 30 kg/m²

Lo que esconde la obesidad infantil

Sin embargo, especialistas destacaron que el uso exclusivo del IMC puede generar tanto sobrediagnósticos como subdiagnósticos, afectando la precisión en la identificación de esta condición.

Por ejemplo, según detallaron, personas activas y saludables pueden ser clasificadas erróneamente como obesas debido a su masa muscular, mientras que otros pacientes con niveles de grasa corporal peligrosos para su salud podrían no ser detectadas.

Ante estas limitaciones, especialistas de todo el mundo instan a reestructurar la manera en que se diagnostica la obesidad. Según una comisión global de médicos, el IMC debería ser considerado únicamente como un indicador indirecto del riesgo para la salud, complementado por otras mediciones como la proporción cintura-altura o cintura-cadera, que ofrecen un panorama más preciso del impacto del exceso de grasa en el organismo.

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