Queda un día y medio para el examen, la tercera taza de café reposa sobre el escritorio y cientos de páginas esperan ser internalizadas en la mente. Nos sumergimos en una maratón intensa que puede resultar efectiva si se trata de simplemente superar una prueba académica. Pero si deseamos consolidar un aprendizaje y mejorar nuestra capacidad de memoria, debemos recurrir a una estrategia totalmente diferente, vinculada al llamado "efecto de espaciamiento".
Retener información en tiempo récord puede ser una capacidad virtuosa de nuestro cerebro cuando el tiempo se nos ha escapado de las manos. Pero si deseamos fomentar nuestra capacidad de memoria a largo plazo y consolidar nuevos aprendizajes debemos recurrir a otras técnicas. La neurociencia destaca un fenómeno popular, “el efecto de espaciamiento”.
¿Qué es el “efecto espaciamiento” en nuestro cerebro?
El efecto de espaciamiento se refiere a la capacidad del cerebro de retener mejor la información cuando el aprendizaje es justamente, espaciado. Cuando los nuevos conocimientos se distribuyen en intervalos separados en lugar de concentrarse en sesiones intensivas y prolongadas, nuestro cerebro recuerda mejor.
Este fenómeno está vinculado a explicaciones neurobiológicas y psicológicas que reparan en las distintas capacidades y limitaciones de nuestro cerebro. De acuerdo con el sitio especializado We Life, son cuatro los aspectos fundamentales de nuestra mente que influyen en nuestra memoria.
Limitaciones y capacidades de nuestra memoria
Consolidación de la memoria. Cuando aprendes algo, el cerebro necesita tiempo para consolidar esa información; se trata de un proceso que ocurre principalmente durante el sueño o en los períodos de descanso. Por eso, si distribuyes el aprendizaje en sesiones espaciadas ayudas a que la memoria se refuerce varias veces a medida que la información se consolida repetidamente.
Recuperación activa. Al espaciar el aprendizaje estás obligando al cerebro a recuperar la información en diferentes momentos, fortaleciendo las conexiones sinápticas asociadas a ese recuerdo. Mediante este proceso activas áreas del cerebro relacionadas con la memoria a largo plazo, como el hipocampo y la corteza prefrontal.
Interferencia mínima. Los maratones intensivos tienden a saturar el cerebro con información nueva, y esto puede generar interferencia entre conceptos similares, de forma que terminas mezclándolos. El espaciamiento reduce este problema al dar tiempo para procesar cada conjunto de datos.
Fatiga cognitiva. Aprender durante largos periodos puede provocar agotamiento mental, lo que afecta negativamente la capacidad de atención y retención. Es decir, tienes la cabeza como un bombo y ya no se te queda nada. Espaciando el aprendizaje, optimizas los períodos en que el cerebro está más receptivo.
La evidencia científica sobre el “efecto de espaciamiento”
El efecto de espaciamiento es un fenómeno que tiene lugar en la agenda de los psicólogos y expertos en aprendizaje hace tiempo. Ya a finales del siglo XIX, el también filósofo Hermann Ebbinghaus fue el primero en estudiar de forma sistemática la memoria y el efecto de espaciamiento, demostrando que «las sesiones espaciadas permiten retener información por más tiempo en comparación con sesiones masivas».
Desde entonces, se han hecho distintas aproximaciones a este fenómeno. Por ejemplo, el psicólogo educativo John Sweller describió en su célebre teoría de la carga cognitiva cómo ir poco a poco, paso a paso, alivia el esfuerzo mental y optimiza el aprendizaje. Su propuesta es que "el cerebro tiene una capacidad limitada de memoria de trabajo para procesar información nueva. Si se recibe demasiada información de golpe, la memoria de trabajo se sobrecarga, dificultando el aprendizaje". El efecto de espaciamiento combate precisamente esto, ya que sugiere que distribuir el aprendizaje en varias sesiones a lo largo del tiempo mejora la retención.