Eran casi las 4 de la tarde, hora en que Ariadna, una beba de cinco meses, toma la leche. Su mamá, Mariana, dejó la llana (herramienta que se usa para alisar el revoque) y cargó a su niña en brazos para darle el pecho. Entre el alboroto que caracteriza una obra en construcción, en un rincón, Mariana acunaba a su hija y la hacía dormir.
Son madres y también albañiles. Desde hace un mes, están trabajando en la construcción de dos aulas taller en la Escuela de Manualidades "José Perea Muñoz", en Tafí Viejo. Aunque siempre se creyó que el oficio de albañil era sólo para hombres, Mariana Bustos, Silvia Altamiranda, Paula Velázquez, Andrea Velázquez y Mirta Villarrubia son las mujeres taficeñas que han desafiado esas creencias.
Con la espátula en la mano y salpicada de cemento, Mirta contó que cuando el arquitecto le dijo que querían terminar la escuela ella le preguntó: "¿por qué no me dejas que busque otras chicas y, entre nosotras la hacemos? ... No nos discrimines". A Luis Campos lo primero que se le cruzó por la cabeza fue "¿mujeres albañiles?". Pero comentó que después de pensarlo y consultarlo con el intendente del lugar, Javier Pucharras, decidieron darles una oportunidad. Hoy cuenta orgulloso: "las chicas son excelentes albañiles. Incluso más rápidas y prolijas que los varones. No protestan y están bien predispuestas al trabajo".
Al principio, no fue fácil. Ellas no sabían cómo se ponía un ladrillo arriba de otro; además, competían con un grupo de albañiles varones que también estaban construyendo otras aulas en esa escuela. Las controlaban todo el día. "Una vez, nos criticaron una pared que habíamos levantado. Pero resultó ser que nosotras habíamos tardado horas en hacer un trabajo que a ellos les llevó días", contó Mirta, y la risa simbolizó una reivindicación.
Francisco Martínez fue el encargado de enseñarles a las chicas el arte de la albañilería. "Primero pensé que les iba a costar, pero aprendieron bastante rápido", dijo.
Lo más difícil fue aprender a revocar. "No podíamos lograr que se quede en la pared, se caía. Con los días fuimos aprendiendo las mañas", dijo Mariana. "Si continúan con este ritmo, en un mes y medio las dos aulas taller estarían terminadas", afirmó el arquitecto.
La frente en alto
Para ellas es un orgullo poder ayudar a terminar una escuela. "Nuestros hijos dicen ?la mamá está haciendo la escuela?. Eso nos llena de una inmensa alegría", expresó Paula.
El establecimiento funciona al frente de la plaza Mitre de Tafí Viejo. Junto con esta, el municipio está construyendo en ocho establecimientos más.
Pucharras dijo que cuando llegó a la escuela le sorprendió ver a las chicas trabajando como albañiles. "Ellas manifiestan que esta es una buena oportunidad para capacitarse en un oficio y seguir trabajando. Además deben mantener sus casas, porque la mayoría es jefa de hogar. Y esto les ha venido muy bien", dijo el funcionario. Agregó que gracias a estas mujeres se acercaron muchas más ofreciéndose para trabajar como albañiles.