El respeto al árbitro, un valor que el rugby debe recuperar

El respeto al árbitro, un valor que el rugby debe recuperar

El comportamiento de las tribunas en las primeras fechas del Anual viene dejando mucho que desear, y es necesario que los clubes tomen cartas en el asunto.

DIFERENCIAS. La relación con los jugadores es buena. Son los simpatizantes los que desvirtúan el juego, aclaró López Vildoza. DIFERENCIAS. "La relación con los jugadores es buena. Son los simpatizantes los que desvirtúan el juego", aclaró López Vildoza. Foto: Inés Quinteros Orio (La Gaceta).

Las palabras por sí mismas no valen nada. Es el significado lo que les da sentido. Sin él, son sólo una cáscara, un envase vacío. Y para que ese significado exista, es necesario un receptor que lo interprete: por claro que sea un mensaje, su valor será mayor o menor en función de cuánta gente lo entienda y se vea influenciada por él. Partiendo de esa base, se puede afirmar que una de las máximas más conocidas y repetidas en el rugby, la de que "el árbitro siempre tiene la razón", es cada vez más un romanticismo alejado de la realidad. Sea en la puerta de acceso o al costado de la cancha, en todos los clubes hay carteles que consagran el respeto a los árbitros adjudicándoles esa presunción de veracidad en sus decisiones, pero en la enorme mayoría de los partidos -sin distinción de categorías ni divisiones- termina siendo puro palabrerío.

A ver, se entiende que por efecto de la pasión y las pulsaciones a veces se reclamen fallos adversos, pero siempre que se lo haga dentro de ciertos límites. El problema es que los árbitros suelen ser blanco de toda clase de cuestionamientos, acusaciones, insultos y, en algunos casos, amenazas e incluso agresiones físicas. Ahí ya no hay pasión ni contexto que sirva de justificativo.

El comportamiento de las tribunas viene dejando bastante que desear en estas primeras fechas del Anual tucumano. En varios partidos, el árbitro fue directamente señalado como causante de la derrota, y este fin de semana, en el partido entre Cardenales y Jockey Club, un simpatizante del club local intentó propinarle un cabezazo a un juez asistente tras reclamarle por una acción de juego. Eso es sólo un ejemplo, porque el problema es general y le atañe a todos los clubes, en mayor o menor medida. La conducta del público es una cuestión que no se está tratando con la debida seriedad y es por eso que siguen ocurriendo este tipo de situaciones. Más allá de lo que puedan hacer los Tribunales de Disciplina de la Unión, es imprescindible que los propios clubes se preocupen por evitar episodios como estos, aplicando sanciones internas ejemplificadoras en lugar de hacer la vista gorda o directamente cubrir a sus socios. Entre las responsabilidades de los dirigentes también está la de controlar la conducta de su público.

"Los insultos a los árbitros son comunes en todos los clubes. Y muchas veces, se profieren a la par de los presidentes o dirigentes de esos clubes, los cuales no cooperan para controlar esas situaciones. Lamentablemente, está vez se pasó la línea y hubo una agresión física", apuntó Pedro López Vildoza, árbitro del partido entre Cardenales y Jockey.

En los clubes se repite hasta el hartazgo de que el nivel del arbitraje en Tucumán es cada vez peor. Ahora bien, los propios clubes son en buena parte responsables de esa situación. La gran mayoría no cumple con el aporte mínimo de árbitros o aspirantes que exige el reglamento, de tal suerte que siempre hay un desfasaje entre la cantidad de partidos que se juegan por fin de semana y los árbitros que hacen falta. Y ya es una cuestión de lógica: cuantas menos opciones haya para dirigir, más bajo será el nivel. A la inversa: si todos los clubes aportaran el número de árbitros que les corresponde, el nivel del referato sin dudas se elevaría. El problema es que en general no sólo no se cumple con ese requisito, sino que tampoco se colabora en mantener a los pocos que hay, ofreciéndoles un marco de mínimo respeto. Cabe recordar que los árbitros también son amateurs, que le dedican tiempo de su semana a capacitarse y que los fines de semana dejan de ver los partidos de sus clubes para ir a dirigir los de otros.

"Lo hacemos para ayudar a que el deporte que amamos siga creciendo. Al igual que los jugadores nos entrenamos y dejamos cada fin de semana nuestras familias y amigos por ir a aportar un granito de arena. Y al pasar por estas situaciones, uno a veces se pone a pensar: para qué seguir soportando esto. Todos los árbitros en algún momento nos planteamos si seguir o no con el referato", admite López Vildoza. "A los capitanes se les aclara en las charlas previas que son responsables de la conducta de sus jugadores, staff y tribuna. Algunos capitanes ayudan mucho, otros te responden que no pueden hacerse cargo de eso", revela.

Buena parte de estos comportamientos se sustenta en una teoría conspirativa a la que ningún club es inmune. En todos, sin excepción, existe la firme creencia de que tal o cual árbitro está ensañado con ellos y los perjudica cada vez que puede. Que los vive bombeando. Quien no haya dicho o no haya escuchado eso al menos una vez, no ha ido a una cancha de rugby. Ahora bien: ¿alguna vez ha escuchado decir en un club que tal o cual árbitro siempre los favorece? Seguramente no, y eso es porque se trata de una cuestión meramente subjetiva: por lo general se debe a una mirada distorsionada, mucho más enfocada en los fallos desfavorables que en cualquier otra cosa.

Daniel Speche, árbitro y actual entrenador de Corsarios, publicó un descargo en Facebook al respecto. "Todos nos quejamos del nivel del arbitraje, pero no hacemos nada para cambiar eso. Cada club cuida su quintita y sólo le importa salir airoso de la temporada. En el mundo del rugby se valora mucho la vida sacrificada del jugador, pero no la del árbitro, que también deja sus cosas para dirigir un partido en un club que no es el suyo. Y cuando está dentro de la cancha lo insulta una persona que está a 100 metros de la jugada cuando el árbitro está a cinco. No importa si esa persona sabe mucho o no de rugby, pero así no ayuda en nada. Lo único que logra es alentar a que otros insulten o incluso quieran agredir al árbitro", se quejó el de Los Tarcos, y agregó: "un árbitro debe ser cuidado desde que entra hasta que sale del club. No sirve de nada poner un cartel en la puerta del club diciendo que el árbitro siempre tiene la razón si después se permite que pasen estas cosas. Si los clubes no hacen nada, termina siendo una frase trillada y nada más".

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