Sexualmente hablando: Nada personal

Sexualmente hablando: Nada personal

Sexualmente hablando: Nada personal

“Los cuatro acuerdos”, libro del escritor y orador mexicano Miguel Ángel Ruiz, fue publicado por primera vez en 1997. Integró la lista de best sellers del “New York Times” durante más de una década y hoy ya es clásico de la literatura de desarrollo personal.

Don Miguel Ruiz -como también se le conoce- recibió una fuerte influencia del peruano Carlos Castaneda y se inspiró en un conjunto de creencias espirituales del pueblo tolteca, con la intención de ayudar a los lectores a explorar la “libertad”, la “felicidad” y el “amor”. La idea central del libro es que la vida de una persona está determinada por los acuerdos que ha hecho consigo misma, con los demás, con Dios y con la sociedad en su conjunto. Estos acuerdos reflejan cómo se ve a sí misma, qué considera posible para su vida, cómo cree que debe comportarse y cuál siente que es su valor.

El segundo de estos acuerdos irradia una sabiduría extraordinaria: “No te tomes nada personalmente”.

Yo, yo, yo

“Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente”, sentencia Ruiz. Una invitación revolucionaria, ya que somos tan adeptos a hacer justo lo contrario. ¿Por qué? El motivo es que estamos atrapados en la llamada “importancia personal”. Que no es otra cosa que una expresión del egoísmo. Y es que solemos considerar que todo gira alrededor nuestro. Algo que aprendimos durante el período de nuestra educación (o “domesticación”, como dice el autor). ¡Yo, yo, yo y siempre yo! Pero… ¿cuál es la verdad? Nada de lo que los demás hacen es por nosotros, sino por ellos mismos: todos vivimos en nuestro propio “sueño”, en nuestra propia mente; cada quien habita un mundo distinto.

Pero cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo. Incluso cuando una situación parece muy personal -por ejemplo si nos insultan- eso no tiene nada que ver nosotros. ¿Cómo es esto? Lo que esa persona dice, lo que hace y sus opiniones responden a sus acuerdos y al punto de vista producto de una “programación” de años. “Cuando Juan habla de Pedro, habla más de Juan que de Pedro”. Por eso es que debemos tener mucho cuidado de no hacernos cargo de la “basura emocional” de los demás: si no lo tomamos personal, seremos inmunes a cualquier veneno. Pero… ¡qué distintos tendemos a ser! ¡Qué rápido reaccionamos a lo que nos dicen! No sólo las personas cercanas, sino también ilustres desconocidos. Basta ver las peleas que se generan en la calle por mínimos desencuentros. O más bien, por la necesidad imperiosa de tener razón. Del mismo modo, cualquier cosa que sentimos o hacemos no es más que una proyección de nuestro propio sueño, de los acuerdos que hemos establecido: nada tiene que ver con los demás. No es la “verdad”. Es sólo nuestra manera de ver el mundo.

Adictos a sufrir

Lamentablemente, con frecuencia nuestra visión del mundo está impregnada de miedo. Y eso es un verdadero problema, quizás la raíz de todos los problemas vinculares. Y algo más: ni siquiera las opiniones que tenemos sobre nosotros mismos son necesariamente verdad. De ahí que tampoco debemos tomarnos todo lo que nos dice nuestra mente de manera personal. ¿Por qué tendríamos que creerlo? Nos expondríamos a sufrir por nada. Pero ocurre que los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados. Y nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción: hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir.

Pero cuando hacemos carne el hábito de no tomarnos nada personal, “tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, incluso tu tristeza desaparecerá. Una gran cantidad de libertad surge entonces.” Porque no necesitamos depositar nuestra confianza en lo que hagan o digan los demás. Basta con confiar en nosotros mismos para elegir con responsabilidad.

De mantener este acuerdo, afirma don Miguel Ruiz, “viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás ‘te amo’, sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás sí o dirás no según tú decidas, sin culparte ni juzgarte”.

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