"Los nazis se sacaban fotos cuando mataban a los judíos"

Desgarrador relato de un sobreviviente polaco que vive en Tucumán.

27 Enero 2005
Los asesinatos en masa no ocurrieron sólo en los campos de concentración sino también en los guetos judíos (barrios amurallados de los que no podían salir), como el de Polonia, y en lugares a campo abierto, donde multitudes de prisioneros eran obligados a cavar fosas antes de ser ultimados a balazos. Esto es lo que recuerda Marcos Cwangier (84), uno de los pocos sobrevivientes del extermino, quien vive en la capital tucumana.
En su departamento, junto a su esposa, Elena Angier (82, también polaca), Marcos relató a LA GACETA cómo logró fugarse del gueto de Duvno (Polonia Oriental) a fines de 1941. "El gueto era la muerte lenta; por hambre y por frío. Otros miles eran llevados supuestamente a trabajar y no volvían nunca más. Era fácil escapar del gueto si uno sobornaba a la policía ucraniana; pero afuera no había dónde esconderse. Una noche escapamos. Eramos cinco jóvenes y huimos por los bosques. A los cuatro días, medio muertos de hambre, mis cuatro compañeros decidieron regresar", contó.
Resuelto a escapar o a morir en el intento, Marcos siguió su marcha. Halló una vía de tren, reconoció una trocha rusa y subió al convoy que pasaba. Así llegó a Stalingrado, donde se unió al Ejército Rojo. "Muchos judíos del gueto fueron llevados a un lugar donde los hicieron cavar fosas y los ametrallaron. Allí murieron mi madre, mi hermana y otros 40 familiares. Los vecinos de ese lugar contaban que la tierra tembló durante tres días, porque muchos habían sido enterrados vivos", relató horrorizado.
El padre de Marcos, de nombre Boris, logró sobrevivir escondido en los bosques casi dos años. "Se alimentaba con coles y con remolachas", recordó con dolor. "Un día lo encontraron unos paracaidistas rusos. Las prendas que se sacó mi padre caminaban solas, porque tenía más piojos que ropa -bromeó, a pesar de su tristeza-. Me encontré con él después de la guerra. En el gueto habían muerto unos 20.000 judíos. Se salvaron apenas 200".Los Cwangier se consideran afortunados por haber escapado de aquel infierno. "No somos héroes. La mano de Dios quiso que estuviéramos entre los que se salvaron y no entre los 57 millones de rusos, judíos y otros pueblos que murieron en la guerra", reflexionó Marcos.
Al final de la charla, confiesa que hasta hace algunos años todavía guardaba fotos de las matanzas. Las había encontrado en los bolsillos de los soldados alemanes. "Los nazis se sacaban fotos cortando las barbas de los judíos, o matándolos", relató compungido.

La DAIA pide renovar la conciencia
En el marco de la conmemoración del 60º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, la DAIA-Tucumán señaló, a través de un comunicado, que ese lugar de exterminio fue la "expresión extrema de la mayor barbarie que la enfermedad racista y extremista fue capaz de perpetrar". "Hay que renovar la conciencia de la degradación a la que puede llegar la humanidad si su indiferencia y su mala fe lo permite", añade la DAIA en su documento.
En la nota, que lleva la firma del presidente de la filial Tucumán, Osvaldo Aiziczon, la institución judía agrega: "aún hoy la perversión antisemita aspira el humo de Auschwitz, con sus patológicos sueños de exclusión y de exterminio".
"La verdad de la memoria sigue siendo, todavía, el mejor antídoto frente a la demencia de quienes odian la convivencia y la vida", señala el comunicado en su reflexión final.

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