Cartas de lectores IV: medicina humanista

Cartas de lectores IV: medicina humanista

14 Enero 2024

La medicina moderna presume de ser una medicina científica: objetiva y muy tecnológica, y esto queda demostrado por el tratamiento y la mejoría de muchas patologías que, indudablemente, antaño se consideraban incurables. En la práctica cotidiana, y a nivel universal, también este hecho ha significado una despersonalización de la atención del enfermo, con deterioro de la relación médico-paciente, no obstante, ser esta una piedra angular de la buena medicina. Se plantean y consiguen soluciones fantásticas y brillantes, desde el punto de vista científico, y las mismas son mejores si no se olvida ni deja en segundo plano la humanidad que el acto médico debe implicar siempre. Los que nos formamos como médicos en otra época creemos y sostenemos que para realizar una buena praxis resulta fundamental mantener viva esa visión holística y antropológica de la materia tal como nos la enseñaron nuestros maestros, donde la clínica era “soberana”, pero donde el sentido humanitario de nuestro cotidiano trabajo iba a la par de los adelantos científicos tecnológicos. Los avances hicieron que existiera la subespecialización, y esto, además de beneficiar mucho al enfermo también hizo que, a veces, el acto médico casi fuera un ritual técnico. En definitiva, creo que el desafío para la medicina en la actualidad, en un mundo tan técnico y materializado, es que las facultades y las universidades se mantengan firmes en ser promotoras de formación de profesionales que abracen a la medicina en general, medicina familiar y al sinfín de especialidades que se les ofrecen, reforzando su educación filantrópica. Así nuestra profesión siempre mostrará un rostro humano, sin restar a la tecnología el indudable valor que tiene y que detenta, para ejercer el trabajo con empatía y respeto por el otro, integrando la sensibilidad humana y el saber en una total y anhelada armonía para este mundo de hoy. En pandemia, quedó muy demostrado que el médico argentino tuvo enorme vocación (muchos dieron su vida por el prójimo) y a pesar de tener pocos insumos o magros sueldos y honorarios, puso su vocación y saber al servicio del prójimo. Al contrario de lo que se piensa, la tecnología no contribuyó “a enfriar el corazón del médico” sino que estuvo siempre al lado de su enfermo atendiéndolo, acompañándolo y consolando a su familia a pesar del alto riesgo que se corría. Decía René Favaloro: “La medicina sin humanismo no merece ser ejercida”.

Juan L. Marcotullio

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