Sin semáforos y complicados para cruzar en el ex Camino del Perú: “Cuando no están los varitas, es imposible”

Sin semáforos y complicados para cruzar en el ex Camino del Perú: “Cuando no están los varitas, es imposible”

Los vecinos de San José están “acostumbrados” a convivir con el descontrol de vehículos en la zona.

PROMESA. “Decían que iban a ensanchar la ruta pero quedó ahí”, se dice. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ. PROMESA. “Decían que iban a ensanchar la ruta pero quedó ahí”, se dice. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.

“Esto va de mal en peor”, resumió Jorge, que vive en la zona de San José. El mayor problema es la imposibilidad de los transeúntes para cruzar la Ruta N° 315, ex Camino del Perú, por donde van y vienen vehículos casi sin control. Entre tantas quejas, aún se mantiene la promesa del Gobierno de ensanchar la traza.

El camino que va desde avenida Perón hacia Villa Carmela suma numerosos planteos a diario. El problema es que la circulación de los vehículos se ve entorpecida por el tamaño de la traza, que quedó muy angosta para la intensa urbanización que se desarrolló.

El hombre de 63 años vive justo al frente de la escuela Justiniano Frías Silva, de educación inicial. Aseguró que, además de ser sumamente peligroso, es “un desastre” ver cómo funciona el tránsito en las horas pico. “Temprano, desde las 7:45 hasta las 9:30 no hay posibilidad de pasar; es muy duro el problema y pasa siempre lo mismo”, reclamó.

En la zona, colabora personal de tránsito de Yerba Buena, que entre conos y silbatos intentan reemplazar a los semáforos que no funcionan. “Los muchachos ayudan un montón, pero es duro igual cuando tienen que dejar a los chicos acá (por la escuela). Es una locura”, repitió Jorge.

A su vez, se mostró preocupado porque “ni ellos tienen seguridad”. “Nunca pasó, pero tranquilamente -y no me sorprendería- podría pasar un auto fuerte y chocarlos a los chicos”, dijo.

Jorge insistió en que la problemática se hace cada vez más grave con el pasar del tiempo. “El caudal de vehículos aumentó cuando se habilitaron los barrios de Villa Carmela, pero fue hace más de 10 años; decían que iban a ensanchar la ruta pero quedó ahí, nunca se hizo nada”, se quejó.

El hombre que está a cargo de una gomería dice que “ve muy lejana” la solución, porque “va de mal en peor”. “Yo ya me voy a morir y esto sigue”, aseveró.

Ayudar a los ancianos

Mientras señalaba una zanja y reclamaba que “no la arreglan nunca”, dijo que lo más preocupante es que “a veces hay que ayudar a los viejitos a cruzar, porque sino no pueden”. “Hay mucha gente que no espera, todos están desesperados; por cruzar, por pasar en vehículo y ese es el error que después termina en accidente”, planteó.

Cerca de las 11, las trabajadoras de tránsito que ayudaban a reorganizar la zona contaron a LA GACETA que deben organizarse entre varios empleados municipales para dividirse en distintos turnos durante el día. “Ahora, dentro de todo, se ve tranquilo. Al menos si comparamos cómo suele ser siempre, es así”, dijeron.

Los detalles que favorecen el desorden de la ruta provincial -contaron- son los vehículos mal estacionados que paran en doble fila para buscar a los niños de la escuela y también el no funcionamiento de los semáforos, que están justo al frente del establecimiento.

En las cercanías de la ex Camino del Perú, ningún complejo semaforizado funciona. “El único que anda es el de la calle Bolivia, cerca de la Expo (Rural)”, admitieron.

Choques

Jacqueline Contreras esperaba en un banco de fuera del colegio que saliera su hijo. Todos los días lo acompaña porque sabe del peligro que corre si intenta cruzar la calle solo o con ayuda de un tercero; aunque agradece el trabajo del personal de tránsito.

“Gracias a Dios que están ellos, porque es muy peligroso. Lo que es el cruce en la curva es lo más jodido del tránsito”, comentó. Y agregó que el mayor movimiento de vehículos se ve alrededor de las 8 de la mañana.

En tanto, Johanna Atia, que acababa de cruzar la calle con ayuda de los municipales, advirtió que “todos los días hay choques”. “No se puede ni cruzar; cuando no están los varitas, es imposible”, reclamó.

DIFICULTADES. “Temprano, desde las 7.45 hasta las 9.30 no hay posibilidad de pasar; es muy duro el problema y pasa siempre lo mismo”, dicen los vecinos. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ. DIFICULTADES. “Temprano, desde las 7.45 hasta las 9.30 no hay posibilidad de pasar; es muy duro el problema y pasa siempre lo mismo”, dicen los vecinos. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.

La mujer vende empanadas en esa esquina, por lo que es testigo de la cantidad de vehículos que circulan a diario y el problema que se genera en la zona. “Estén o no los chicos trabajando, lo mismo hay lío entre los vehículos. Como abrieron la rotonda, hay problemas todos los días y a toda hora”, contó Atia.

Si bien dijo que “no hay una hora específica” en la que se producen los accidentes, aseguró que “desde las 17:30 en adelante son los horarios más peligrosos” porque los empleados de tránsito dejan de trabajar a las 20.

“Viene el colectivo de noche y no se ve nada. Además hace bastante no andan los semáforos; andaron un tiempo, quizás un mes, y nunca más”, añadió Atia.

No ceden el paso

Hugo Molina, que volvía de comprar carne molida para preparar su almuerzo, aseguró que “todos los días hay problemas con los vehículos”. “Para cruzar tenés que esperar media hora y encima no te respetan el paso”, se quejó.

Indicó que “la gente que vive sobre la ruta corre peligro todos los días” pero que, más allá de eso, “uno ya se acostumbra” a los ruidos y bocinazos. “El tema es que nosotros tenemos que cruzar para este lado sólo para venir a comprar algo y tenemos que esperar media hora para pasar, es un montón”, dijo indignado.

El hombre circulaba a unos 200 metros de donde está ubicada la escuela Frías Silva, donde hay todavía más descontrol en el tránsito porque no hay empleados municipales que lideren a los vehículos. “Están una hora u hora y media y se van, ¿de qué nos sirve tener varitas?”, renegó Molina.

Asimismo, hizo el mismo reclamo que el resto de sus vecinos acerca de los conductores. “No respetan para nada a los que queremos cruzar. Deberían ir a 20 kilómetros por hora, pero van a 30 o 40. A un vehículo no lo frenás a esa velocidad”, aseveró.

Acerca de la promesa de solución, Molina planteó: “Ya no sé si lo van a hacer. Hay muchas columnas, no sé si el día de mañana van a poder ensanchar; podría ser aún más peligroso porque así los vehículos van a estar más cerca de las casas”.

Y continuó: “No sé si servirá sólo poner semáforos, es una ruta que es transitada las 24 horas del día. Ni en los feriados se puede cruzar la calle acá”.

“Desprotegidos”

En tanto, Aída Domínguez, mientras barría hojas que caían en su patio, contó a este medio que la situación “siempre fue igual”. O por lo menos lo fue en los 40 años que lleva viviendo en la zona. Dijo que como vecinos se sienten “desprotegidos” y que sienten una gran molestia por tener que pasar todos los días por lo mismo.

“Uno se acostumbra, qué le vamos a hacer. Es molesto porque a veces vemos que hay gente que intenta cruzar y no puede, le cuesta; y los que manejan no nos respetan. Yo directamente no cruzo o sino espero que venga mi hijo para que me ayude”, compartió Domínguez.

Recientemente, Marcelo Nazur, nuevo director de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) aseguró que uno de los objetivos más próximos es intervenir en la red vial para resolver la saturación vehicular que se genera.

Mientras tanto, los vecinos de la zona dicen estar “acostumbrados” a las promesas de reparo de la ruta 315, aunque insisten en el hartazgo que representa convivir con un volumen de tránsito colapsado que no se corresponde con el espacio vial disponible.

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