El jueves a la mañana, Francisco Agustín Tolaba, de 50 años, salió de su casa a probar un auto. El hombre era mecánico, y le había hecho rectificación de motor a un Volkswagen Senda. En el barrio todos lo conocían. Como a las 11, un amigo lo vio pasar por el Camino del Perú hacia el norte. Tolaba lo saludó, contento. Nadie más supo de él hasta ayer, casi a la misma hora. Su familia y sus amigos, preocupados porque no aparecía, salieron a buscarlo. Lo encontraron en medio de un cañaveral, asesinado a puñaladas. A su lado estaba el vehículo, que había sido quemado por los asesinos. Los investigadores no tienen dudas. Todo sería parte de una venganza.
Tolaba estaba casado y tenía tres hijos. La familia se había ido a pasar la noche de fin de año en El Mollar, desde donde el mecánico regresó el lunes 3 de enero con el Senda de Oscar Fregenal. "Tenía que hacer unos trabajos en el motor. Yo ya lo conocía. Era un muy buen mecánico y una excelente persona. No entendemos nada de esto", le dijo Fregenal a LA GACETA.
Desde ese lunes, Tolaba trabajó en su taller, con sus empleados. Su hermana María Eugenia dijo que "Paco", como le decían, estaba muy tranquilo. "Si hubiera tenido algún problema, yo me habría enterado", aseguró.
La zona en la que se encontró el cuerpo de Tolaba no es de difícil acceso, aunque hay que conocer la zona para llegar. El cuerpo fue hallado por un familiar de la víctima, a quien un lugareño alertó sobre la presencia de un auto en las inmediaciones.
A Tolaba lo habrían llevado vivo hasta el lugar, y una vez allí lo ultimaron a puñaladas dentro del auto. Recibió puntazos en el cuello, en el pecho, en el abdomen y en las costillas. Después, creyéndolo muerto, le prendieron fuego al automóvil con él tirado en el asiento de atrás. Aparentemente, el hombre, agonizando, logró pasar a los asientos delanteros y, de una patada, sacó el parabrisas, que quedó intacto a metros del auto. Por allí salió (tenía las manos quemadas), pero no fue muy lejos. Murió minutos después, a unos 5 metros del vehículo.
A Tolaba no le faltaba nada. Tenía en el bolsillo $ 34,50, las llaves del auto, documentos y otros efectos personales. Por eso se descarta que haya sido víctima de un atraco. Los delincuentes se habrían movilizado en un vehículo: se advertían huellas de ruedas en la zona. Las cuatro puertas del auto estaban cerradas, lo mismo que el baúl.
Al lugar llegaron el jefe y el subjefe de Policía, Pedro Ledesma y José Melián; el jefe regional, Carlos Vega; el jefe de la Brigada Norte, Víctor Reynoso, y la fiscal y el secretario de feria, Teresita Marnero y Benjamín Bulacio Espíndola. Anoche se informó que había pistas firmes para esclarecer el caso.
"No andaba en nada raro", dijo la hermana
"Estamos indignados. La Policía no dio importancia a la denuncia respecto de que él había desaparecido. Tuvimos que salir a buscarlo nosotros. Quiero que el jefe de Policía venga personalmente a pedirnos disculpas, y a darnos explicaciones por el comportamiento de los hombres a los que él conduce", dijeron María Eugenia y Abel Tolaba, hermanos de Francisco.
La mujer, en la puerta del lindo chalet que tenía su hermano, indicó que él no tenía problemas con nadie. "Lo quería todo el mundo. No había recibido amenazas ni andaba en nada raro. No sabemos qué pensar", dijo. "El taller está al lado de mi casa, así que yo sabía todo lo que hacía. Espero que la Policía, que no nos ayudó en la búsqueda, por lo menos encuentre a los asesinos", pidió. María Eugenia dijo que desconocía si su hermano estaba manteniendo una relación extramatrimonial -una de las hipótesis que maneja la Policía-. "Tenía una hermosa familia", dijo.