A Dening le gusta la presión y apuesta todo por el ascenso de San Martín de Tucumán

A Dening le gusta la presión y apuesta todo por el ascenso de San Martín de Tucumán

En la previa del trascendental duelo con Morón, el goleador aseguró que el equipo está bien y que trata llevarle tranquilidad a los más chicos.

CARTA DE GOL. Dening es la esperanza. CARTA DE GOL. Dening es la esperanza.
02 Octubre 2023

De los 37 goles que San Martín lleva en el campeonato, 15 llevan la firma de Emanuel Dening. La efectividad del delantero es uno de los argumentos principales que exhibe el equipo de Pablo Frontini en esta vibrante carrera hacia el ascenso, y la hinchada espera que la cuenta del goleador siga aumentando mañana por la noche, cuando el “santo” visite a Deportivo Morón a partir de las 21.10.

A estas alturas del campeonato, con tres finales por delante, es lógico tener dificultades para conciliar el sueño, pero “Manolo” asegura que está tranquilo y que lo disfruta. “Y es que yo vine acá para pelear el ascenso”, explica. “Pasaron muchas cosas en el camino. Tuvimos momentos malos e irregulares, pero este último tramo nos agarra peleando arriba. De hecho, yo esperaba estar ahí. Al ser uno de los más grandes, hay que mantener la calma y transmitirle eso a los más chicos. Si ellos te ven que estás bien, les da seguridad”, señala el goleador.

Ciertamente, en este largo y espinoso camino que propone la Primera Nacional, San Martín atravesó varios pasajes complicados. Uno de ellos fue la partida del DT Iván Delfino, el elegido en primera instancia para liderar la reconstrucción del equipo. “Yo creo que a él le faltó tiempo. Además también hubo culpa nuestra, porque somos nosotros los que salimos a jugar. Hubo un poco de tdo. Pero cuando vino Pablo, las ilusiones se renovaron. Él nos dio confianza y se vieron los resultados, y aunque en un momento bajamos un poco el nivel, en este último tramo lo fuimos recuperando”, rescata.

Otro de los trances duros que debió atravesar el equipo fue la salida de algunos compañeros en el último mercado de pases. “Sí, eso nunca es lindo. Es una espina, porque no podés hacer nada. Pero bueno, sabemos que esto es parte del fútbol. Y a eso le tenés que sumar que tuvimos muchos lesionados, así que casi nunca pudimos sostener el mismo equipo. De todas maneras, eso sirvió para demostrar que el grupo estuvo unido en todo momento”, apunta el capitán.

Está donde quiere

Así como alguna vez a San Martín le tocó sufrir a Dening, a Dening también le tocó sufrir a San Martín. Más precisamente, al estruendo de La Ciudadela. “Uno sueña desde chico con jugar en una cancha así. Hacer un gol y colgarte del alambrado. Estoy viviendo un sueño, porque siempre me tocó tenerlo en contra, y ahora que lo tengo a favor lo disfruto muchísimo cuando jugamos de local. No sólo los partidos; también momentos como cuando vamos en el micro al estadio, o entrar con mi hija a la cancha”, se emociona “Manolo”, que no tardó en adaptarse a la vida en Tucumán, más allá de que su acento correntino se mantiene inmaculado y libre de tucumanismos.

“Desde que llegamos nos adaptamos muy rápido. La ciudad nos gusta, tiene lugares muy lindos. Y es importante sentirse bien en el lugar en el que uno está, porque eso después se refleja en la cancha”, advierte.

De todas maneras, su capacidad de adaptación está más que bien entrenada después de años de trotar el mundo del fútbol en lugares tan exóticos como Turquía o Chipre. Este último sobre todo resulta casi una ficción para el imaginario colectivo tucumano, porque de Chipre se sabe poco menos que nada. No obstante, Dening guarda buenos recuerdos de su paso por el Enosis Neon Paralimni. “Fue lindo jugar allá. Fui con el sueño de entrar a alguna copa internacional, pero no pude cumplirlo, aunque al menos pudimos mantener la categoría en una liga muy competitiva”, rememora “Manolo”, que de todos modos se siente más a gusto con la pasión del fútbol argentino. “Allá perdía y no pasaba nada. Además, en Argentina se juega mejor. La verdad, como el fútbol argentino no hay en ninguna parte”, asegura.

En cierta manera, también fue un cambio bastante radical su paso desde Agropecuario a San Martín. O mejor dicho, de la tranquilidad de Carlos Casares a la fiebre de San Miguel de Tucumán. “Son dos lugares muy distintos. Allá era lindo, pero cuando jugás no hay tanta gente. Entonces pasé de jugar con 500 personas a hacerlo con 20 o 30 mil. Igual, eso a mí me gusta. Me gusta la gente, la presión, lo vivo como algo natural. Me gusta, soy fuerte de la cabeza, y si una jugada me sale mal, no es que me caigo sino que voy por más.

Por último, aborda las críticas de quienes lo acusan de tirarse mucho, aunque se lo toma con soda: “sí, en algunas jugadas dentro del área busco el contacto para que cobren penal, pero no es que me vivo tirando. Tengo que estar chocando todo el partido contra tipos que miden casi dos metros y bueno...a veces pierdo”.

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