Entré al club como dirigente en la subcomisión de fútbol del doctor Julio Ramos en 1983. Pero soy socio desde la década del 60. En ese momento nadie quería ser dirigente de Atlético; el club estaba muy mal. Los utileros debían coser a mano las camisetas y los pantalones.
Yo en Atlético viví todo, lo mejor y lo peor. En esos años jugábamos en la Liga Tucumana pero el club tenía muchos juicios y a los jugadores le ofrecíamos la mitad de la recaudación -descontando los gastos del partido-.
Me especialicé en el tema de contratos por lo que antes de cada inicio de torneo armaba, con la máquina de escribir, todos los contratos y viajaba a Buenos Aires para entregarlos en la AFA.
En 2002, con el descenso, viví lo más duro. Una semana antes que inicie el Argentino A armé todo y viajé; pero en la fila me dijeron ‘esto ya no corre más para ustedes, son amateur. Juegan sin contratos’. Escuchar eso fue durísimo.
Pero como el fútbol da revancha, y ahora recuerdo que tuve la suerte de formar parte del club en su experiencia internacional. Hice muchas relaciones y es un orgullo que dirigentes de otros países se ilusionen con que volvamos a competir en la Conmebol. Somos embajadores de la provincia en el mundo.