Jaldo y Manzur: temores, urgencias y una transición en pausa

Jaldo y Manzur: temores, urgencias y una transición en pausa

Los resultados de las Primarias nacionales remecieron el tablero provincial y mantienen en alerta a la dirigencia. Las previsiones que tenían los distintos armados políticos fallaron y eso les genera también una profunda incertidumbre para lo que viene. Si bien el desafío está en las generales del 22 de octubre, la meta final a cruzar es el balotaje de noviembre: los frentes en competencia y los analistas en general consideran que es muy difícil que alguna fuerza logre los votos suficientes para ganar en primera vuelta (se requiere más del 45% de los votos afirmativos o el 40% y una diferencia mayor a 10 puntos sobre el segundo).

El triunfo de Javier Milei (La Libertad Avanza) descolocó a las fuerzas tradicionales e hizo que se replantearan nuevas escenas posibles. Tanto en el oficialismo como en la oposición, la competencia por las bancas en el Congreso pasó a un segundo plano y la mirada se corrió indefectiblemente hacia la presidencia.

Quienes están especialmente en vilo son las autoridades electas en las provincias, a quienes les tocará gobernar en la próxima etapa. La única certeza que tienen los futuros gobernadores e intendentes -todos de Unión por la Patria y de Juntos por el Cambio o de sus respectivos aliados provinciales- es que es altamente probable que, gane quien gane, tengan que gestionar sin demasiados fondos, porque será una etapa de ajuste y de crisis.

Un agravante clave, analizan, es que si en las próximas etapas electorales se repite la tendencia de las internas, tendrán que gestionar con un mandatario nacional sin experiencia ejecutiva; que pretende replantear todas las reglas de juego del sistema y con el que tienen poca o ninguna relación. Además, Milei encarna un fenómeno social y político que no llegan a entender del todo. Si bien les llegó el mensaje de que la ciudadanía está enojada, empobrecida y rechaza la política tradicional y sus confrontaciones, no comprenden por qué gran parte se volcó a sus propuestas ni tienen en claro cómo revertir ese panorama.

La campaña y lo que viene

En el oficialismo tucumano siguen desorientados y es, en parte, porque el PJ nacional también lo está. En los despachos del Ejecutivo y del Legislativo se respira mucha preocupación por la situación económica y social. Aguardan los resultados de las gestiones y reuniones que, por separado, emprendieron Juan Manzur y Osvaldo Jaldo en Buenos Aires. Se espera que ambos incrementen sus viajes a la Capital. De hecho, participarían esta semana de un encuentro de gobernadores salientes y electos con el candidato presidencial Sergio Massa (Unión por la Patria-UPP). Apuestan a las medidas que el ministro de Economía les explicará y anunciará. Las decisiones se mantenían en estricta reserva y se revelarían de manera escalonada para los próximos días. Estuvieron en el centro de la polémica en las últimas horas porque el presidente, Alberto Fernández, las habría adelantado de manera inconsulta en su última aparición pública y la CGT, a su vez, celebró en un comunicado parte de ellas antes de que se anunciaran. De acuerdo pudieron saber dirigentes locales, se trataría de un conjunto de medidas que implicaría un “shock” de dinero para los bolsillos e incluiría aumentos para las jubilaciones, pensiones y planes sociales; una suma fija para empleados en relación de dependencia; alivios para las Pymes; el destrabar las importaciones de insumos para la industria y un nuevo ajuste en el piso de Ganancias.

Si bien en todas las líneas del justicialismo provincial advierten que la relación entre el gobernador y su sucesor sigue siendo de concordia y de trabajo conjunto, sí hay molestia en una parte importante de quienes les responden. En los distintos espacios del poder, consideran que la campaña nacional fue a medias e insípida porque Manzur está en retirada y porque dicen que ha dejado la Casa de Gobierno prácticamente en “piloto automático”. El golpazo del 13 de agosto habría alterado el vínculo entre ambos. Sobre todo, porque quien necesita de buenos resultados es el próximo mandatario, para plantear la base de la relación con los futuros ocupantes de la Rosada. Además, el jaldismo tiene la expectativa lógica de recibir la Provincia en las mejores condiciones posibles y no con conflictos latentes. Cuentan en las cercanías del vicegobernador que Jaldo habría pedido a Manzur “reactivar” al Gabinete. Sucede que el vicegobernador ya mira hacia adelante porque exactamente una semana después de las elecciones asumirá la gobernación. Tendrá, a su vez, sólo un mes para acomodarse antes de la asunción del nuevo Presidente, en diciembre. Por ello, en sus alrededores urge trazar la campaña y comenzar las tareas proselitistas.

Jaldo y los suyos se preparan para ponerse al hombro la contienda que viene. En el PJ estiman que comenzará la primera semana de septiembre. Arrancarán a trabajar con la dirigencia de base y bajarán líneas respecto de la importancia de que Massa pueda llegar al balotaje. Volverán a poner en marcha el llamado aparato porque pretenden recuperar, como mínimo, 150.000 de los votos que perdieron entre las provinciales y las nacionales.

En el entorno de Jaldo marcaban el 13 de agosto como un punto de inflexión para el comienzo de la transición. Ubicaban esa fecha como la de inicio del armado del nuevo Gobierno y esperaban para entonces algunas pistas del nuevo equipo de trabajo. Nada de eso sucedió. Jaldo mantiene en absoluta reserva sus definiciones. Lo poco que saben en su entorno es que no haría modificaciones sustanciales en la estructura del Ejecutivo por el momento, pero que cambiaría alrededor del 90% de los funcionarios de conducción. Las principales preocupaciones inmediatas de Jaldo serían el rumbo de la economía y cómo terminarán los Gobiernos provincial y nacional; quién será el próximo presidente y cómo planteará el vínculo con él y la inseguridad y el narcotráfico.

En el oficialismo provincial esperan definiciones y el comienzo de una campaña que será clave para el futuro.

Transición municipal

Entre los dirigentes del peronismo de la Capital hubo un runrún que corrió con velocidad en las últimas horas. La información daba cuenta de que el actual intendente, Germán Alfaro, podría tomar licencia a mediados de mes hasta el final de su mandato, el 28 de octubre. La idea del líder del Partido por la Justicia Social (PJS), según esta versión, sería no compartir la transición con la intendenta electa Rossana Chahla (UPP) y que ella tuviera que concretarla con el presidente del Concejo Deliberante, Fernando Juri (UPP). Abonó esta teoría una visita que la futura jefa municipal hizo esta semana a Juri. En el alfarismo, sin embargo, descartaron de plano esta posibilidad y aseguraron que Alfaro cumplirá con sus obligaciones hasta el último día antes de tener que entregar la gestión. Informaron que, de hecho, están preparando la presentación de un libro de rendición de cuentas que abarca las obras y medidas que llevó adelante desde su primera gestión y hasta la fecha.

Tras las Primarias, Chahla había llamado a Alfaro para iniciar las conversaciones por la transición.

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