Rescató un auto abandonado de Catamarca para reutilizarlo y abrir una heladería en San Javier

Rescató un auto abandonado de Catamarca para reutilizarlo y abrir una heladería en San Javier

Un joven tucumano inauguró en la cima del Cerro San Javier un emprendimiento que está llamando la atención de turistas y ciudadanos de la provincia.

Dante Mostajo toma helados hasta cuando hace frío. Cada vez que viaja fuera de Tucumán, prueba nuevos sabores. Hace un año, en España, descubrió una heladería que exhibía sus productos en un Fiat 600 Abarth que había sido recortado y acondicionado como freezer. “Algún día voy a tener un local así”, pensó.

Hace tres días, este joven tucumano de 26 años se dio el gusto e inauguró en la cima del Cerro San Javier un emprendimiento que sigue la misma idea y está llamando la atención de turistas y ciudadanos de la provincia.

Rescató un auto abandonado de Catamarca para reutilizarlo y abrir una heladería en San Javier

Es que no es común ver a un Fiat 1.100 de 1963 estacionado en el centro de una heladería. “La gente hace una cara rara, ingresa al local y cuando se da cuenta que hay un auto sonríe de oreja a oreja. No hay persona que pase y no le saque una foto”, cuenta Dante a LA GACETA.

Rescató un auto abandonado de Catamarca para reutilizarlo y abrir una heladería en San Javier

El vehículo que hoy atrae las miradas y las cámaras dejó de ser usado en los 80 por una falla en el motor y quedó abandonado bajo un árbol en Santa María (Catamarca).

“Cuando vi el auto en la galería Diagonal Mar en Barcelona le saqué una foto y se la mostré a mi hermano Ezequiel, que me dijo: ‘tengo un auto ideal para hacer eso’. Justo un amigo suyo le había comentado que sabía de un auto abandonado en el fondo de una casa. Le dije: ‘si todavía está, vamos, lo compro y lo hago’. Ahí vino una cadena de llamadas hasta que pudimos dar con los dueños, que si bien tenían planes de restaurarlo, nunca lo habían hecho”, dice.

La heladería lleva el nombre del auto (“Lubes”) en honor a Ezequiel, que le puso ese término como apodo a Dante cuando era niño. “Él tiene cuatro años más que yo, siempre me ha guiado y me ha enseñado muchas cosas; le doy todos los créditos”, dice.

185 kilómetros separan a la Capital provincial de Santa María. Traer un auto abandonado en un tráiler desde allá en plena montaña puede sonar complicado, pero para Dante fue una linda experiencia que quedará como una gran anécdota.

“Suponíamos que cerca del auto iba a haber alguna rampa para levantarlo. Cuando llegamos, nos dimos cuenta que no y que iba a ser difícil. Milagrosamente, a una cuadra de donde estaba había una mini constructora que tenía una máquina. Les pedí una mano y, con la mejor predisposición, lo levantamos en cuatro minutos. Calzó justito en el camión. Lo trajimos despacito hasta Tucumán por Tafí Del Valle”, recuerda.

Una vez aquí, lo dejó en un taller para que lo restauren. Se le hizo chapa, pintura y le sacaron el motor para que, al subirlo al Cerro San Javier, no estuviera pesado. La carrocería fue recortada y ahora en el baúl hay un freezer que calzó justo con el tamaño de la parte trasera; en la cabina no hay asientos sino hay una mesada de mármol con la caja registradora y una computadora; y en el capó se guardan los tachos de helado.

“La idea primordial era sacar el auto fuera del local y vender el producto ahí como si fuera un foodtruck, pero finalmente decidimos que esté adentro y nos dimos cuenta de que no tenía mucho sentido tener los helados ahí. Además, adaptar el freezer a la cabina era mucho problema. Por eso hoy el auto es la caja del negocio”, explica.

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El lugar

La heladería está ubicada a metros del Cristo Bendicente del Cerro San Javier, a 26 kilómetros del centro. Forma parte, junto a otros locales, de un nuevo punto gastronómico que se inaugurará oficialmente en septiembre, en el marco de las obras de revalorización que viene llevando realizando allí el Ente Tucumán Turismo.

Lo más difícil, dice Dante, fue la logística para montar el negocio por las demoras en la finalización del nuevo puente construido en la zona de El Rulo, camino a San Javier.

“La obra se pactó para hacer en cierta fecha y no la respetaron. Para traer los materiales de construcción tuvimos que optar por el camino alternativo por Villa Nougués y Raco y eso nos llevó más tiempo. Intentamos tener listo el local para la temporada pasada y lo hicimos, pero El Rulo no se terminó, entonces tuvimos que esperar casi un año para abrirlo ahora con la nueva temporada”, dice.

El negocio se inauguró el último día de una semana en la que los precios de las góndolas vibraron más de lo habitual tras las elecciones PASO. “Los presupuestos varían minuto a minuto y hay que saber defenderse y acostumbrarse a la economía de este país”, dice Dante, que prefiere no quejarse y enfocarse en lo positivo.

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Expectativas a futuro

No es la primera experiencia laboral de este joven que trabaja desde los 15. Hace cinco años que administra un bar y tiene también otros emprendimientos. “Mi familia me dio de todo, herramientas, enseñanza, atención. Todo lo que tengo es gracias a ellos”, dice.

Uno de sus objetivos es que “Lubes” le dé trabajo a quienes residen en San Javier. Y una vez que el negocio funcione sin toda su atención, buscará seguir sorprendiendo.

“Nunca lo hago por un bien material, sino por estar entretenido y ver la satisfacción de los clientes. En cada cosa que hago intento que la gente diga ‘¡WOW!’. Hoy veo la cara de la gente y siento que ya gané”.

Su gran sueño es administrar una cancha de fútbol para que jueguen niños y adolescentes. Hacia allá va.

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