“Queremos un país que sea amado por brasileños y extranjeros”

“Queremos un país que sea amado por brasileños y extranjeros”

Tania Neres llegó al poder con Lula en un cargo inédito en el área de Turismo: la Coordinación de Diversidad, Afroturismo y Pueblos Originarios. Con su agencia estatal, Embratur, Neres se propone incorporar a sectores históricamente marginados y ampliar el interés de las minorías por su país después de las polémicas de Bolsonaro. “La imagen de Brasil quedó muy manchada”, dice Neres

OBJETVO. Trabajar con emprendedores “para que los brasileños negros hagan negocios en turismo en sus comunidades y ganen ‘black money’”. OBJETVO. Trabajar con emprendedores “para que los brasileños negros hagan negocios en turismo en sus comunidades y ganen ‘black money’”.

(Brasil, julio de 2023).-La tarea de Tania Neres es tan inabarcable como Mato Grosso, el Estado de más de 900.000 kilómetros cuadrados que está visitando con fines oficiales, o como los 305 grupos étnicos indígenas que habitan en su país. Su cometido incluye poner sobre la mesa del turismo los tesoros ocultos de la población negra de su país. Estas incumbencias para nada fáciles comprende la Coordinación de Diversidad, Afroturismo y Pueblos Originarios que Neres está estrenando en Embratur, una posición que fue creada por esta Presidencia de Lula en su afán de torcer el rumbo confrontativo de los años de Jair Bolsonaro. “Queremos un país que sea amado por brasileños y extranjeros”, anuncia la funcionaria que nació en San Pablo, pero que, por afinidades electivas, se define como “hija” de Salvador de Bahía.

A las pocas semanas de asumir su nueva responsabilidad en Embratur y de mudarse a Brasilia, a Neres le tocó volar hacia la ciudad de Cuiabá para acompañar al grupo de periodistas de cinco medios de comunicación, entre ellos LA GACETA, invitados por su agencia y Sebrae (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas) a viajar durante seis días por Mato Grosso, el Brasil desconocido.

La funcionaria, que tiene 52 años, cumplió el itinerario al dedillo, algo difícil de ver en la función pública argentina: sólo alegó pánico escénico y se quedó “en tierra” durante las excursiones de tirolesa y de flotada por los ríos de la floresta amazónica. Después de visitar Pantanal y de haber logrado el objetivo-hazaña de avistar un jaguar (“onça” en portugués) en su hábitat por primera vez, Neres dice -en un “portuñol” muy acelerado- que el Brasil que ella quiere está hecho de naturaleza, gente y experiencias únicas.

- ¿Cuál es el espíritu de Embratur en este segundo Gobierno de Lula?

- La nueva Embratur, la que surgió después del Gobierno anterior, quiere abrazar a todos y retomar los relacionamientos con los países que se alejaron: muchos turistas dejaron de visitar Brasil. Se perdieron desde posibilidades de negocios hasta compañías aéreas. Esto ocurrió en la pandemia y en la pospandemia también. Perdimos muchas cosas y por eso es que con (Marcelo) Freixo (presidente de Embratur) pensamos en tratar de recuperarlas. Entonces, estamos mostrando este Brasil que todos quieren, que aman los brasileños y que aman también los extranjeros. La estrategia de Embratur es el amor auténtico.

- ¿A qué obedece la decisión de crear un ámbito específico para la diversidad, el afroturismo y los pueblos originarios?

- Siempre ha habido una segmentación en turismo. Antes teníamos el segmento religioso, el segmento ecológico y así, cada cual con sus particularidades. Pero eso mutó en Embratur y ahora hay gerencias de experiencias de competitividad, que están pensando qué hacer para mejorar la situación recibida. La imagen de Brasil quedó muy manchada. Nosotros sabemos que la naturaleza necesita de más cuidados, de sustentabilidad y de protección, y por eso tenemos una coordinación específica para ello. Luego hay otra coordinación para gastronomía, cultura y religiosidad. Y en abril me contactaron a mí, y me propusieron que trabajemos en diversidad e inclusión: me dijeron que necesitaban hablar sobre los pueblos negros e indígenas, y las comunidades quilombolas (descendientes de esclavos fugados). Yo tengo experiencia en esas culturas porque ya en Bahía me dedicaba a pensarlas desde el punto de vista turístico. Así fue que me contrataron como primera coordinadora de Afroturismo, Diversidad y Pueblos Originarios de Embratur.

- ¿Cuáles son sus primeras acciones en Embratur?

- Estoy mapeando Brasil en búsqueda de personalidades negras que puedan transformarse en atractivos turísticos y, al mismo tiempo, empoderar a sus contemporáneos. También estoy trabajando con emprendedores para que los brasileños negros hagan negocios en turismo en sus comunidades y, gracias a ello, puedan ganar “black money” (“dinero de negros”).

- ¿Por qué se trata como minoría a una población que representa más de la mitad de los habitantes de Brasil?

- El 56% de la población brasileña se autopercibe negra, ya sea de piel oscura (“preta”) o marrón clara (“parda”). Cada quien se define en función de cómo se ve. Yo prefiero “preta” o negra. La tonalidad de la piel no da igual: cuanto más oscura es, más difícil resulta conseguir trabajo y pareja, y más te detiene la policía. Entonces, mucha gente prefiere ser parda porque ello genera mayores posibilidades. Pero, cuando pienso en turismo negro, no lo pienso para “pretos” y “pardos”, sino para todos: blancos, amarillos y trigueños. Pienso en un turismo antirracista donde los controles de los aeropuertos no sean discriminatorios, sino generales. Mi Coordinación también está buscando esa clase de medidas hacia dentro de Embratur.

- ¿Cuáles son sus modelos?

- Para plantear los objetivos de mi área tengo en cuenta el caso de Cali (Colombia), donde el 52% de la población es negra. Esta ciudad bajó los niveles de violencia gracias a estrategias como los festivales culturales inclusivos. Es una historia muy buena, que nos sirvió muchísimo en Salvador de Bahía para incentivar la educación y el emprendedurismo. La otra particularidad de Brasil es su riqueza indígena, con 305 etnias diferentes. El desafío con ellos radica en enseñarles a trabajar con sus paisajes, su cultura, sus artesanías, su música y su gastronomía. Los turistas de muchos países vienen a buscar justamente esto en Brasil. Y ese enfoque explica en parte el éxito turístico de Nueva Zelandia. Con mis colegas decimos, medio en broma, medio en serio “¿quieres ver algo perfecto? Andá para allá”. Es increíble. Hasta los incendios son perfectos en Nueva Zelandia. Es un modelo para nosotros. ¡Queremos esa perfección!

- Disculpe, pero se me ocurre que su trabajo es una especie de misión imposible.

- ¡Tenemos que estar en todos los lugares! Sabía desde el momento de la contratación que mi función no iba a ser fácil. Pero yo quise y quiero este trabajo porque es una oportunidad para Brasil. Todos los que trabajamos en Embratur tenemos la misma meta de crecimiento turístico. Queremos que vengan seis millones de visitantes extranjeros este año, dos millones más que los que vinieron en 2022. No es mucho si se considera que República Dominicana recibe a siete millones de turistas. Para conseguir ese aumento debemos promover el desarrollo de rutas y atracciones. En Mato Grosso está Pantanal. ¿Qué más podemos brindar aparte del jaguar? Personas. Tenemos a los pueblos indígenas y a los ribereños, a los músicos pantaneiros. ¿Cómo hacemos para que un turista se quede más tiempo? Con opciones, con experiencias y con novedades. Si sólo ofrecemos lo que ya tenemos, vendrán solamente cuatro millones de turistas extranjeros. Debemos pensar en experiencias. Por ejemplo, afroturismo. Los negros estadounidenses son el 13% de la población y gastan miles de millones de dólares viajando. ¡Hay que traerlos para Brasil! ¿Cómo? Con un turismo que no discrimine a nadie y con, por ejemplo, hoteles de lujo que no hagan distinciones raciales.

- ¿Eso pasa en Brasil? ¿Por qué se tiene la idea en la Argentina de que en ese país se convive con mayor armonía que en otros lugares?

- El racismo acontece cotidianamente. Puedo hablar por mi propia experiencia: todos los días vivo alguna clase de discriminación en un ascensor, en un restaurante o un hotel. Hay que pensar solamente en que tuvimos 400 años de esclavitud y en que llevamos solamente 120 o 130 de liberación. Mi abuelo está vivo a los 101 años y fue esclavo. Conoció la libertad mientras trabajaba en el mismo lugar que su padre y que su abuelo: durante años no supo que podía irse. Nadie se lo había dicho. Se enteró cuando tenía 40 años y recién entonces empezó a trabajar para sí mismo. En Brasil se abolió la esclavitud, pero las cabezas continuaron esclavizadas durante muchísimos años. La esclavización mental es la más difícil de erradicar de todas y un número significativo de negros no creyó que podría sobrevivir fuera de las haciendas. La abolición en Brasil sucedió de este modo: el Gobierno dijo “considérense libres”, pero no con derecho a educación, a salud y a una vivienda digna. Entonces, el tiempo transcurrido es poco para pensar que se terminó el racismo. Muchos brasileños piensan que los negros somos sus esclavos: hasta no hace tanto las personas de mi color eran las únicas que desempeñaban los empleos peor pagados. Esto dificulta muchísimo nuestro trabajo. Pero siempre digo que quienes de verdad quieren ganar dinero no pueden ser racistas porque el racismo lleva a perder ingresos inmensos, por ejemplo, el afroturismo.

- ¿Qué rescata de su labor para fomentar el turismo en Bahía?

- Cuando los negros extranjeros empezaron a llegar a Salvador de Bahía, vieron que la gente como ellos servía a otros y no consumía. Entonces, empezamos a tratar de modificar esta fotografía de la desigualdad: ocurrió por exigencia de esos afroamericanos de otros países. Debemos retomar aquella visión. Nuestro desafío es muy grande. Tenemos una frase en Embratur: “estamos contando la historia que nunca ha sido contada”. Queremos recuperar la memoria apagada y transformarla en una experiencia turística única de Brasil.

BIO

Tania Neres dos Santos es licenciada en Administración de Empresas, y tiene un posgrado en Planeamiento, Marketing y Enseñanza de la Cultura Afro. Dos veces elegida por publicaciones especializadas entre las 100 personalidades más influyentes del turismo en Brasil, es considerada una referencia en viajes y destinos antirracistas. Antes de asumir como la primera coordinadora de Diversidad, Afroturismo y Pueblos Originarios de la agencia nacional Embratur, Neres desempeñó diferentes funciones en Salvador de Bahía, entre ellos, la gerencia comercial de Bahiatravel.

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