El eslabón perdido

El eslabón perdido

Los Smiths, cuatro tipos en ropa de calle, representaron la voz de los que no tenían voz. Por Guillermo Monti - Prosecretario de Redacción.

28 Diciembre 2006
Quemen la discoteca y cuelguen al bendito disc-jockey, porque la música que pasa constantemente no me dice nada acerca de mi vida.
Por alguna extraña costumbre, los ingleses viven desesperados por encontrar a los nuevos Beatles. En los 90, pretendieron convencerse y convencernos de que Oasis estaba a esa altura. Después le apuntaron a Blur; después a Radiohead. Y así. En esa elección al voleo de una banda que llenara el espacio imposible de llenar, los 80 fueron los años de los Smiths. Con la diferencia de que los Smiths simbolizaron un milagro de brutal honestidad musical, capaz de conmover.
¿Cómo puede alguien tan joven cantar letras tan tristes?
En el devenir histórico del discurso rockero, los Smiths ofician de formidable hilo conductor entre el punk y el grunge. Son el eslabón perdido de la desesperanza. La voz de los que no tenían voz. El no future de los 70 transformado en su forma (de aullido feroz en poesía lacerante), pero no en su esencia (exponer el dolor de una generación a la deriva).
He venido a desearte un infeliz cumpleaños, porque eres malo, y mientes; y si murieras me sentiría un poquito triste, pero no lloraría.
Los Smiths desecharon la iconografía punk. No la necesitaban, todo estaba en la música. Eran cuatro tipos en ropa de calle. Una guitarra, un bajo, una batería, una voz. Dos creadores: Morrissey (letras) y Marr (melodías). Casi minimalistas en su concepción del ritmo. Pero profundos, muy profundos. ¿Les suena Nirvana?
¿Amor, paz y armonía? Oh, muy lindo... Pero tal vez en el otro mundo.
Duraron poco. Un puñado de discos. Algunos hits. Nunca salieron de Inglaterra.
Anoche soñé que alguien me amaba. Sin esperanza, sin calidez, sólo otra falsa alarma.
La vida interior de millones de almas atormentadas está desnuda ahí, en esas canciones que son un lamento. Pero también una provocación. Y la guitarra omnipresente.
Mirá, la vida que tuve podría volver malo a un buen hombre; entonces, por una vez en mi vida, dejame tener lo que quiero; Dios sabe que sería la primera vez.
Los Smiths no fueron los Beatles. Pero qué bien los interpretaron.
Existen cosas además de los libros, ¿sabés? Pero no muchas...




















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