El ajedrez mejoró la conducta de los niños

El ajedrez mejoró la conducta de los niños

Un hombre se ofreció a enseñar el juego en forma gratuita en la escuela Paul Groussac. Resultados sorprendentes.

MAXIMA CONCENTRACION. Roque Herrera observa cómo sus alumnos aplican las técnicas que les enseñó. MAXIMA CONCENTRACION. Roque Herrera observa cómo sus alumnos aplican las técnicas que les enseñó.
10 Noviembre 2004
Cuando termina el recreo de los martes, los alumnos del primer año, turno tarde, de la EGB3 de la escuela Paul Groussac comienzan a gritar de alegría. A los empujones ponen las fichas blancas y negras sobre los pupitres y, con un estruendoso concierto de risas, reciben al profesor. Por un rato él los hará olvidarse de la matemática y de la gramática y les enseñará los secretos milenarios del ajedrez. Y, por medio de ellos, les permitirá entrar en el mundo de los "jaques mate" y de los "enroques" para aliviar la dura realidad en que viven.
Hasta hace tres meses, las maestras tenían muchos inconvenientes para dictar clases en el primer año de la tarde. La mayoría de sus 29 alumnos provienen del barrio Juan XXIII (La Bombilla) y, según Clementina Ledesma, la directora del establecimiento, sus problemas de conducta eran gravísimos. Un día de agosto, Roque Herrera llegó a la escuela con un tablero de ajedrez bajo el brazo y se ofreció a enseñarlo gratuitamente. Con 60 años a cuestas, este hombre está convencido de que el juego les permite a los chicos enfrentar la vida de otra manera.

Desarrollo mental
"Los partidos desarrollan la atención, la percepción, la capacidad de análisis y la de síntesis, entre muchas otras cosas. Además, es un medio eficaz para encauzarlos, porque modifica sus conductas", explicó Herrera, quien confesó ser un apasionado por la psicología y la filosofía. Los chicos se sientan frente a los tableros y las partidas comienzan; un silencio inmenso inunda el aula mientras sus manos mueven torres y peones. El cambio en la conducta de los alumnos fue impresionante, según cuenta Miriam Albornoz, la maestra. La mujer aseguró que pasan la semana esperando que Herrera los visite nuevamente.
"Me encanta el juego. En casa me retan porque le dedico más tiempo al ajedrez que al estudio", dijo riendo Jorgelina Agüero. Sus compañeros sostienen que los distrae, porque los mantiene concentrados durante mucho tiempo. "De esa manera me olvido de las cosas feas", explicó seria Alicia Carolina.
Durante cada clase de Herrera una multitud de chicos de otros grados estampa sus rostros en el vidrio de la puerta para robarles con la vista alguna jugada a sus compañeros. Por eso, la directora quiere que, desde el año que viene, lo aprendan en todos los cursos, pero para ello necesitan recursos económicos.

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