Un bombero enseña ajedrez en el barrio "La Milagrosa"

Un bombero enseña ajedrez en el barrio "La Milagrosa"

Julio Gutiérrez ofrece su casa como taller para los chicos de la calle.

EN PLENO JUEGO. Entre 50 y 70 niños les hacen jaque mate a las drogas y al alcohol en la Banda del Río Salí. EN PLENO JUEGO. Entre 50 y 70 niños les hacen jaque mate a las drogas y al alcohol en la Banda del Río Salí.
01 Abril 2004
Desde hace 9 años salva y auxilia a quienes sufren incendios y accidentes -es oficial del Departamento de Bomberos de la Provincia-, y desde hace tres meses también ayuda a los chicos que viven en la calle y en las humildes casas que están a la vera del río Salí. Julio Gutiérrez armó una escuelita de ajedrez en su casa con el propósito de darles contención y amparo a los chicos de la calle. El objetivo es que realicen una actividad que los mantenga entretenidos y alejados de las drogas, del alcohol y de la delincuencia.
Todo comenzó hace tres años mientras el oficial Gutiérrez trabajaba. "Un coche había tenido un accidente y yo estaba ayudando a las víctimas. Imprevistamente, saltó la tapa del motor y me cayó aceite hirviendo en la cara; quedé muy lastimado. No podía salir de mi casa, ya que el médico me había prohibido exponerme al sol para evitar que me queden manchas en la cara. Fue entonces cuando comencé a tomar clases de ajedrez", recordó Julio.
La escuelita de barrio La Milagrosa, en Banda del Río Salí, partió de una iniciativa colectiva. "Nos juntábamos a jugar ajedrez entre amigos. De a poco, algunos adolescentes se fueron sumando. Entonces, surgió la idea de organizarnos mejor. Yo presto mi casa y Martín Osores es el profesor. Ahora los chicos vienen todas las tardes, a veces somos más de 70. No alcanzan los tableros, por eso los compartimos", comentó.
"Me encantan los niños, lo que más quiero es que tengan una infancia sana. En este barrio se consume mucha droga y alcohol; otros se dedican a delinquir. En cambio, yo les ofrezco que ocupen su tiempo en algo útil, en un intento por reinsertar a la sociedad", expresó Gutiérrez. "En el barrio no hay complejos deportivos. Muchos chicos dejaron la escuela. Inclusive, hay quienes no tienen casa ni familia. Por eso les gusta venir todos los días a jugar", agregó. En tanto, más de 50 chicos de entre 8 y 17 años jugaban bulliciosos en los tableros que Julio acomodó en una galería. "Son tan despiertos como los chicos de clase media o alta. Además, el ajedrez los obliga a que desarrollen su inteligencia. Es un ejercicio mental que consiste en hacer cálculos matemáticos y en crear estrategias. Después pueden aplicar esas estrategias en su vida para tomar las decisiones correctas", remarcó Gutiérrez.
Jorge Zamorano, uno de los chicos de la escuelita, tiene 14 años y ya obtuvo el tercer lugar en el Campeonato del Noroeste Argentino que se realizó en Tucumán. Hace un año y medio que juega y siempre se destaca en el grupo. "Es imposible jugar contra él, ya que siempre gana. Incluso les gana a los profesores", dijo uno de sus compañeros. "Mi papá me enseñó a jugar y ahora tengo la posibilidad de practicar. Nos divertimos mucho; organizamos campeonatos y leemos. En Semana Santa voy a viajar a Santiago del Estero para competir", comentó Zamorano.

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