17 Noviembre 2016
-FINALISTAS. Sun Hyn Cho, de Corea; Sergio Escalera Soria, de Bolivia, y Dmytro Choni, de Ucrania.-
Afuera, la lluvia era torrencial. Adentro, en la sala del Teatro San Martín, el único torrente era la música. Ayer por la mañana tuvo lugar la segunda semifinal del I Concurso Internacional de Piano, que organizan la Universidad San Pablo-T y el Ente Cultural, con auspicio de la Caja Popular de Ahorros.
Terminados los tres últimos conciertos, de 55 minutos por participante, más allá de las 13, los seis semifinalistas se sentaron en la primera fila de la platea, a esperar los anuncios. Para aplacar los nervios uno se enganchó en un jueguito del celular mientras los otros cinco charlaban en castellano, coreano, inglés y ruso, al tiempo que accedían a selfies a pedido del público.
A eso de las 14.30, el jurado terminó su ardua tarea y todos sus integrantes subieron al escenario junto a Catalina Lonac, por USP-T, Mauricio Guzman, por el Ente Cultural, y Armando Cortalezzi, por CPA.
Goran Filipec, presidente del jurado, anunció los tres finalistas: Dmytro Choni, de Ucrania; Sergio Escalera Soria, de Bolivia, y Sung Hyn Cho, de Corea del Sur.
“Estoy entusiasmado. Lo lindo es que puedo seguir compartiendo música con la gente”, declaró el pianista coreano de 29 años. También llamado Alejandro, creció en Argentina (es licenciado por UNA) y vive en Karlsruhe (Alemania) donde termina una maestría en piano. En la prueba del martes, había interpretado Sonata op. 110 de Beethoven, Fantasía op. 17 de Schumann y de Messiaen, Veinte miradas sobre el Niño Jesús N° 10. Sergio Escalera Soria nació hace 25 años en Cochabamba; vive en Lausanne (Suiza) donde cursa un segundo máster. “Toqué una obra española, de De Falla, la Fantasía Baética, una sonata de Beethoven op. 27 y la Sonata N° 2 de Chopin. Es un programa completo, y creo que aquí se resuelve para el jurado la personalidad artística de cada uno. Me siento un privilegiado. Podría haber sido finalista cualquiera de los seis. Es un honor”, resaltó el participante boliviano. A su lado, el concursante ucraniano de 23 años, Dmytro Choni, se sentía muy bien. Fue el último concursante; tocó Sonata en Mi mayor de Haydn, dos Transcripciones Schumann Liszt y la Sonata N° 6 de Prokofiev. Sin rastro alguno de cansancio, admitió que, sin duda, Prokofiev es lo más difícil.
“Me gusta la música de Ginastera -declaró-. Empecé a estudiar la ‘Suite de danzas criollas’ hace un mes. Confieso que en realidad antes había empezado a estudiar las sonatas pero, por compromisos no terminé de estudiarlas, así que la suite es la primera obra de Ginastera que toco en escenario”.
Su interpretación le alcanzó y le sobró: además de ser finalista del concurso, obtuvo el premio especial Alberto Ginastera, otorgado al mejor intérprete de la Suite de danzas criollas, en homenaje al centenario del compositor argentino.
Terminados los tres últimos conciertos, de 55 minutos por participante, más allá de las 13, los seis semifinalistas se sentaron en la primera fila de la platea, a esperar los anuncios. Para aplacar los nervios uno se enganchó en un jueguito del celular mientras los otros cinco charlaban en castellano, coreano, inglés y ruso, al tiempo que accedían a selfies a pedido del público.
A eso de las 14.30, el jurado terminó su ardua tarea y todos sus integrantes subieron al escenario junto a Catalina Lonac, por USP-T, Mauricio Guzman, por el Ente Cultural, y Armando Cortalezzi, por CPA.
Goran Filipec, presidente del jurado, anunció los tres finalistas: Dmytro Choni, de Ucrania; Sergio Escalera Soria, de Bolivia, y Sung Hyn Cho, de Corea del Sur.
“Estoy entusiasmado. Lo lindo es que puedo seguir compartiendo música con la gente”, declaró el pianista coreano de 29 años. También llamado Alejandro, creció en Argentina (es licenciado por UNA) y vive en Karlsruhe (Alemania) donde termina una maestría en piano. En la prueba del martes, había interpretado Sonata op. 110 de Beethoven, Fantasía op. 17 de Schumann y de Messiaen, Veinte miradas sobre el Niño Jesús N° 10. Sergio Escalera Soria nació hace 25 años en Cochabamba; vive en Lausanne (Suiza) donde cursa un segundo máster. “Toqué una obra española, de De Falla, la Fantasía Baética, una sonata de Beethoven op. 27 y la Sonata N° 2 de Chopin. Es un programa completo, y creo que aquí se resuelve para el jurado la personalidad artística de cada uno. Me siento un privilegiado. Podría haber sido finalista cualquiera de los seis. Es un honor”, resaltó el participante boliviano. A su lado, el concursante ucraniano de 23 años, Dmytro Choni, se sentía muy bien. Fue el último concursante; tocó Sonata en Mi mayor de Haydn, dos Transcripciones Schumann Liszt y la Sonata N° 6 de Prokofiev. Sin rastro alguno de cansancio, admitió que, sin duda, Prokofiev es lo más difícil.
“Me gusta la música de Ginastera -declaró-. Empecé a estudiar la ‘Suite de danzas criollas’ hace un mes. Confieso que en realidad antes había empezado a estudiar las sonatas pero, por compromisos no terminé de estudiarlas, así que la suite es la primera obra de Ginastera que toco en escenario”.
Su interpretación le alcanzó y le sobró: además de ser finalista del concurso, obtuvo el premio especial Alberto Ginastera, otorgado al mejor intérprete de la Suite de danzas criollas, en homenaje al centenario del compositor argentino.