Los vecinos de Tucumán quieren un crematorio, pero no cerca de sus casas

Los vecinos de Tucumán quieren un crematorio, pero no cerca de sus casas

El Concejo Deliberante capitalino se hizo eco de la polémica sobre la cremación en zonas urbanizadas.

COLAPSO. Con el incremento de los precios privados, el Cementerio del Norte vio crecer con rapidez su población, explicó el director de la institución. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.- COLAPSO. Con el incremento de los precios privados, el Cementerio del Norte vio crecer con rapidez su población, explicó el director de la institución. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.-
08 Septiembre 2016

Cuando piensa en el proceso de cremación de un cuerpo humano, Erika Tejerina se imagina “algo así como una chimenea”, y hace señas con las manos. En realidad, la imagen que le viene a la cabeza es la de un hogar a leña, con el fuego y el cadáver a la vista. Se imagina también que habrá mucho olor, humo y cenizas. “Si un cuerpo humano en descomposición tiene el olor que tiene, imagínese cuando lo queman”, razona la joven, una de las tantas entre las vecinas y vecinos que se oponen a la posible instalación de un crematorio en el Cementerio del Norte. Ella admite que no ha tenido la curiosidad de buscar información en internet, pero también informa que la gente de la Municipalidad capitalina, principal impulsora de la iniciativa, no se ha llegado hasta el barrio a explicarles a los vecinos de qué se trata la incineración humana.

Inés Sotelo, en cambio, presenta el tema sin tantas vueltas: “no sé qué dicen los ambientalistas ni qué quiere la Municipalidad. Lo único que sé es que los vecinos se oponen, que la Biblia nos dice que del polvo venimos y al polvo volvemos y que esta zona ya tiene demasiado con la droga y la delincuencia como para sumarle un detalle más”, dice y pierde la paciencia. Antes, había confesado que se imaginaba, que había oído, que suponía que habría olor y humo y contaminación. Pero que nadie, mucho menos la Municipalidad, le ha informado nada.

Ninguna de las dos ha participado del corte de calle que organizaron los vecinos para manifestarse en contra del proyecto oficial, pero sí han asistido a las reuniones vecinales en las que se mostró el consenso de oponerse a la instalación de hornos incineradores en la necrópolis municipal del este capitalino. Son los mismos vecinos que el lunes mantuvieron una reunión con los concejales que integran la Comisión de Salud del Concejo Deliberante, con el Defensor del Pueblo, Fernando Juri Debo, y con el director de Cementerios, Carlos Petersen, que fue el único representante del municipio ya que estuvieron ausentes el secretario de Gobierno de la Municipalidad, Walter Berarducci, y el secretario de Relaciones Institucionales del municipio, José Luis Avignone, uno de los más insistentes defensores de la iniciativa que impulsa el gobierno de Germán Alfaro.

En uno de los salones de la sede municipal de San Martín y Monteagudo, durante casi una hora, los ediles Graciela Suárez de Cano, Sandra Manzone, Dolores Medina y Alejandro Figueroa escucharon la exposión del doctor en Ciencias Biológicas Juan González, de la Fundación Miguel Lillo, quien explicó los detalles técnicos y el impacto ambiental que generaría un horno en una zona urbana (ver: “Minimizar el impacto”).

En esa reunión se habló de la posibilidad de instalar el crematorio en las inmediaciones de la planta de tratamiento de basura urbana de Overa Pozo, gestionada por el Consorcio Metropolitano de Residuos (CMR), ubicada a unos 50 kilómetros de la capital. Es que entre los principales argumentos en contra está la cercanía que los hornos tendrían con las viviendas de los vecinos. La ONG Conciencia Ambiental es otro de los sectores opositores al proyecto. “El crematorio tiene un rechazo social importante. Primero hay que prepararla psicológicamente a la gente. El Concejo Deliberante hizo todo de facto. Hay personas que dicen que suficiente tienen con el cementerio, que no podrían estar en su mesa sabiendo que están incinerando un cadáver al frente. Es un golpe psicológico extremadamente fuerte. No es algo para hacer de la mañana a la noche”, había dicho Víctor Hugo Guardia, responsable de esa organización que entiende la preocupación de los vecinos y apoya sus manifestaciones.

Sin espacio

El argumento principal no es otro que la falta de espacio en los cementerios de la capital. Un estudio realizado en 2013 por la Dirección de Cementerios asegura que en 2018 ya no habrá parcelas para inhumar más cuerpos en tierras municipales. “Tarde o temprano, con este u otro Gobierno, habrá que definir este tema, y la solución es el crematorio. No termino de entender la postura de los ambientalistas, porque con los últimos avances tecnológicos los hornos crematorios no contaminan el ambiente. Además, hay que considerar que los cuerpos enterrados también pueden contaminar las napas, que están cada vez más altas”, refutó Avignone en diálogo con LA GACETA.

Desde octubre de 2008, hace ocho años, la capital cuenta con la Ordenanza 4.050, que habilita al municipio a instalar hornos crematorios, mediante una concesión otorgada por licitación o bien por administración de la Dirección de Cementerios. Sin embargo, la norma siempre se topó con la resistencia de los vecinos, oposición política y organizaciones ambientalistas, lo mismo que ocurrió ese año cuando Yerba Buena había autorizado al cementerio privado San Agustín a instalar un horno crematorio. También en 2003 una empresa desistió de instalar un horno incinerador en Villa Carmela, tras la movilización de los vecinos de la zona. Por ello, los tucumanos que optan por la cremación en lugar de la inhumación de restos deben hacerlo -como destino más cercano- en la localidad de El Bordo, en Güemes, Salta, a 277 kilómetros de esta capital.


PUNTO DE VISTA

Minimizar el impacto 

JUAN A. GONZÁLEZ  / DR. EN CIENCIAS BIOLÓGICAS

Ninguna acción que haga el hombre sobre el ecosistema es neutra. Siempre hay un impacto positivo, negativo o nulo. De ahí es que se trata de minimizar o eliminar los impactos negativos.

Lo primero que se debe tener en cuenta ante la instalación de un crematorio es la licencia social, la aceptación de los vecinos. La ley de acceso a la información ambiental así lo exige. En segundo lugar debe haber un apego a las leyes, entre ello, el estudio de impacto ambiental. Luego se debe utilizar la mejor tecnología existente. Si estas premisas no se respetan, el proyecto encontrará resistencias. La segunda instancia clave será el control estatal.

Hoy existen en el mercado hornos para la incineración con distintas cámaras que incineran y lavan los gases. Por medio de controles electrónicos regulan la temperatura para que no se generen compuestos orgánicos que son potencialmente contaminantes.

Además, el cuerpo debe estar despojado de ciertos elementos como marcapasos, prótesis o amalgamas que contengan metales, pues con las altas temperaturas pueden generar óxidos que si no son tratados generan contaminación del aire; también debe analizarse si el féretro será o no incinerado, pues puede aportar otros contaminantes.

En este tipo de proyecto la palabra clave es prevención; sin esta, la cremación puede ser ineficiente, contaminante y generar compuestos químicos muy peligrosos para la salud, como las dioxinas, furanos, óxidos de metales y otras sustancias orgánicas complejas.

Hoy en Tucumán existen más de 20 defunciones diarias. Debemos analizar no sólo la posibilidad de la cremación sino también si la inhumación es la correcta y si esa práctica es neutra al ambiente.

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Hasta ahora, la despedida exige un viaje a Güemes, Salta

En la localidad de El Bordo, a 65 kilómetros de la ciudad de Salta, a ocho de General Güemes y a 277 kilómetros de Tucumán se instaló en 2002 el primer horno crematorio del NOA. Es allí donde trasladan la mayoría de los cuerpos de tucumanos que optan por ser cremados al morir. En aquel momento, en Salta también hubo polémica.

“Primero íbamos a instalarlo en el cementerio parque de la empresa, pero finalmente optamos por hacerlo en esta zona más alejada. No duró mucho la polémica porque se demostró que los hornos no contaminan; previo a la instalación se hace un estudio de impacto ambiental. El humo del asado del domingo contamina más que los hornos incineradores, porque tienen unos filtros increíbles”, compara Lorena Reami, tanatóloga y directora fúnebre de la empresa salteña Pieve, con la que dos cocherías tucumanas tercerizan el servicio de cremación.

Además de los temores por la contaminación, los salteños tenían otro cuestionamiento: “nos planteaban qué les dirían a sus hijos cuando vieran tantas carrozas fúnebres pasando cerca de sus casas... y nosotros sólo podíamos responder que la muerte es parte de la vida, es un proceso natural. Además, que no verían nada diferente a lo que se puede ver ante un sepelio cualquiera...”, contó.

Reami explicó que el proceso de cremación no despide olores, que los humos que despiden los hornos están filtrados para no contaminar y que, en el fondo, es más ecológico que la inhumación. “El mundo entero tiende a la cremación, los países que más cuidan la ecología la utilizan. En Inglaterra, por ejemplo, el 80% de los fallecidos son cremados. Es un recurso que cuida el ambiente”, insistió.

El proceso

El proceso comienza cuando se introduce el cuerpo dentro del féreto en el horno. En algunos casos se lo hace sin cajón, pero en la empresa que conduce Reami lo hacen con féretro. “La familia está presente hasta el momento en que entra el cuerpo en el horno, entonces se opta por hacerlo con el ataúd. La familia puede esperar en una habitación contigua -dura más o menos una hora y media el proceso- o bien puede irse y volver al otro día a buscar las cenizas. Eso es lo que solemos recomendar, pero cada uno elige”, explicó.

El mantenimiento de los hornos, según Reami, se hace cada dos o tres meses. Son mantenimientos programados, realizados por especialistas. Esto garantiza que el horno no contamine el ambiente y su correcto funcionamiento. El costo para un salteño, con traslado incluido, es de $8.000.

“Ahora le gente nos pide que lo instalemos más cerca la ciudad, porque es mucho el traslado. Y es que en las principales ciudades del mundo los crematorios están en áreas urbanas y no hay inconvenientes”, dijo la especialista, al tiempo que aseguró que son cada vez más las personas que elijen esta alternativa.

“Hay una realidad y es que los cementerios no resisten más de dos generaciones: uno puede ir a visitar a sus padres y mantener las parcelas o los nichos, pero no lo hace con los abuelos, por ejemplo. Esto es un problema que enfrentan todas las sociedades”, concluyó.

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El primer horno en Tucumán encontró sitio en Tapia

Hace 10 años que compraron el horno y, cuando intentaron instalarlo en la localidad de El Naranjo, los vecinos se lo impidieron. Ahora están terminando las obras edilicias para que dos hornos incineradores funcionen en un predio de Tapia, en donde el vecino más próximo vive a dos kilómetros. Antes de fin de año, el primer crematorio de Tucumán podría estar funcionando en esa zona del norte de la provincia.

“Cuando hablamos de impacto ambiental no hablamos únicamente de la posible contaminación, sino del impacto que pueda tener en la vida de los vecinos. En El Naranjo estaba aprobado el estudio de impacto ambiental, pero los vecinos se negaban y entonces desistimos”, contó José Antonio Flores, propietario de la empresa de servicios funerarios que abrirá el primer crematorio de la provincia. “Siempre que se pueda, tienen que instalarse en zonas despobladas, por esto del impacto social. Sin embargo, hay ciudades como México DF que tienen los hornos en pleno microcentro y también se puede”, finalizó.



Hay cinco entierros diarios en el Cementerio del Norte

“Dicen que para 2018 ya no habrá lugar en los cementerios municipales. Yo, viendo el ritmo de crecimiento de los entierros en el Cementerio del Norte, diría que antes de eso estaremos colapsados”, señaló Juan Carlos López, titular de la necrópolis municipal ubicada al noreste de la ciudad. Aunque insistió en que no depende de él la decisión de instalar o no un crematorio en el sector parque del cementerio, ve con buenos ojos esa idea, que considera una necesidad imperiosa.

“Los cementerios privados están muy caros, entonces cada vez son más las personas que eligen el Cementerio del Norte, en donde las parcelas cuestan $520. Tenemos un promedio de cinco ingresos diarios, un número que puede llegar a 10 dependiendo los días. Y nos queda espacio para armar únicamente dos nuevas secciones... la cremación es algo que se está imponiendo cada vez con más fuerza por la necesidad de espacio y creo que el cementerio es el lugar natural para que se instalen los hornos”, opinó el directivo.



"Overá Pozo, en principio, no es un lugar apto para esto"

“Los terrenos donde funciona la planta de residuos de Overa Pozo han sido concebidos únicamente para tal fin. Yo diría que, en principio, no es un lugar apto para instalar un crematorio. Por supuesto que todo es analizable y modificable, pero hasta el momento no hubo conversaciones ni consultas formales al respecto”, respondió Héctor Argañaraz cuando LA GACETA le consultó sobre la posibilidad de instalar los hornos de la Municipalidad capitalina en esa zona, controlada por el Consorcio Metropolitano de Residuos (CMR) que conforman los municipios de San Miguel de Tucumán, Las Talitas, Tafí Viejo, Alderetes, Banda del Río Salí y Yerba Buena.

La consulta al titular del Cosorcio surge ante la iniciativa impulsada por el bloque Tucumán Crece, que presentó un proyecto para que el CMR defina la ubicación de los hornos. En ese marco apareció la posibilidad de instalarlos en la planta de Overa Pozo, aunque la idea fue resistida por la distancia de la planta y por el impacto social de tener que despedir restos humanos en la cercanía de un basural.

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