El deterioro de la sede de la Sociedad Sarmiento

El deterioro de la sede de la Sociedad Sarmiento

Son necesarias para el funcionamiento de una comunidad, es más, algunas constituyen su base porque brindan un servicio valioso, porque son creadas para contribuir al bienestar de una población en todos los aspectos. Es difícil concebir una sociedad sin instituciones. En toda ciudad, hay una -o más- que suele destacarse por su contribución al medio, como sucede en San Miguel de Tucumán con la Sociedad Sarmiento que desde su creación, en el siglo XIX, fue un faro de cultura, hasta hace unos lustros. Sin embargo, una entidad que por su historia y prestigio sería valorada y cuidada con esmero en otros lugares, en nuestra ciudad no sucede ello, y la entidad sigue esperando una mano salvadora.

Humedad, molduras quebradas, techos que se llueven -pronto se dañarán los libros-, sistema eléctrico deteriorado, acceso al entrepiso y al primer piso clausurado, son algunas de las falencias que presenta el inmueble. La presidenta de la comisión directiva le dijo a nuestro diario que los trabajos que deben realizarse son de gran envergadura. “No se los puede costear solo con la cuota de los 115 socios, que pagan cada mes $30. Los socios son benefactores que están más asociados para colaborar que para recibir servicios. Eso es algo que queremos revertir cuando logremos concretar los proyectos”, señaló. Pese a esas adversidades, la comisión dio pasos importantes en otros aspectos como la modernización del sistema administrativo (puede recibir subsidios o financiamiento de organismos internacionales) y la obtención de la personería jurídica.

En 2014 se elaboró un anteproyecto que contemplaba la restauración del edificio, así como un inventario, la catalogación y digitalización de los libros, que fue presentado al Ente del Bicentenario. Un miembro de ese organismo dijo que la refacción estaba sujeta al envío de fondos nacionales.

La Sociedad Sarmiento que fue creada el 17 de junio de 1882, se convirtió rápidamente en el motor de la cultura: poetas, pensadores, músicos, intelectuales confluyeron en ese lugar, donde se gestó el nacimiento de la Universidad Nacional de Tucumán. El edificio de Congreso 65 fue diseñado por Domingo Selva y data de 1906. En 2006, la casa de altos estudios suscribió un acuerdo por el que se comprometía a restaurar el inmueble, y a colaborar en el mantenimiento del fondo bibliográfico. La Sociedad Sarmiento conservaba el usufructo y en caso de desaparecer, cedía la propiedad del inmueble que pasaría a la UNT, así como su patrimonio. “La Sociedad ya ha pagado su compromiso, que consistió nada menos que ceder a la Universidad el valiosísimo edificio en forma de donación. A cambio, la UNT se comprometía a restaurarlo, mantenerlo y proteger el acervo bibliográfico de la biblioteca. Es muy doloroso ver que nada de eso haya ocurrido y que el edificio se encuentre en el estado calamitoso en que se halla”, dijo en 2014 un ex presidente de la histórica entidad.

Parece increíble que una institución que acaba de cumplir 134 años, siga aguardando una restauración que depende de los fondos de la Nación. Esta realidad refleja el escaso valor que la clase dirigente provincial le da a las joyas del patrimonio cultural tucumano. ¿Acaso es tan difícil que la UNT, la Provincia y los empresarios se unan y aporten los dineros necesarios para que la emblemática Sociedad Sarmiento siga viva?

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