Redes sociales: abren su primer perfil a los 9 años y se arriesgan a contactarse con extraños

Redes sociales: abren su primer perfil a los 9 años y se arriesgan a contactarse con extraños

En Tucumán aumentan las denuncias por ciberacoso. Los padres enfrentan el desafío de controlar la vida virtual de sus hijos. ¿Sirve la prohibición?

FOTO TOMADA DE Expansion.mx FOTO TOMADA DE Expansion.mx

La mamá se dio cuenta de que algo no andaba bien. Su hija se mostraba extraña. Pasaba mucho tiempo encerrada en su pieza. Estaba nerviosa, malhumorada. Le preguntó varias veces hasta que al fin la adolescentes confesó. Alguien la estaba acosando por las redes sociales. Le exigía fotos íntimas. La manipulaba. La amenazaba con ir a buscarla a su casa o al colegio.
Con ese testimonio de su hija la madre se armó de valor y fue a pedir ayuda al  equipo de la División de Delitos Telemáticos e Informáticos de la Policía provincial. Los efectivos investigaron el caso y dieron con el acosador, que fue detenido en pleno centro tucumano. “Podría haber ocurrido lo peor”, dice el comisario César Agüero. En su oficina recibe cada vez más consultas de docentes y padres preocupados, que sienten que la vida de sus hijos en las redes es algo que se les escapa de las manos.
Según el uniformado, los chicos de 9 a 12 años, esos que están comenzando a incursionar en Internet, son el grupo más vulnerable a convertirse en víctimas de un acosador sexual. “En Tucumán, los chicos ya abren su perfil a los 9 años y se ponen en peligro al contactarse con extraños”, resalta.
Muchas denuncias que llegan a la Brigada de Investigaciones tienen el mismo comienzo que el reciente caso de Micaela Ortega, la niña de 12 años que fue asesinada en Bahía Blanca luego de encontrarse con un hombre de 26 al que había conocido por Facebook. “Generalmente el ciberacosador genera dos perfiles, uno de ellos es falso. Muchos se hacen pasar por mujeres para hacerse amigas de la víctima. Con este perfil consigue la aceptación y la confianza de ella. Luego intenta generar un encuentro”, detalla.
Hasta hace poco, cuando Luciano Laporta Podaza, experto en seguridad informática, trabajaba en la División Delitos Informáticos recibía alrededor de 20 denuncias por mes, muchas de ellas relacionadas con acosos cibernéticos. “Hay muchas denuncias, y van en aumento. Por suerte, en la mayoría de los casos se puede rastrear al acosador y detenerlo”, señaló el ingeniero, que trabaja en el Ministerio de Seguridad.
Según contó a LA GACETA, por lo general los peligros en las redes sociales consisten en mayores tratando de abusar de menores; y en acosadores que persiguen a mujeres en general, sin importar qué edad tienen. 
Para el experto, la mejor forma de prevención es que los padres hablen con los chicos apenas ellos entran en contacto con internet. ¿Cómo deben manejar la vida de sus hijos en las redes? ¿Sirve prohibirles el acceso?, le preguntamos. “De ninguna manera sirven las prohibiciones. El niño o adolescente siempre buscará la forma de acceder a las redes sociales. Prohibir causa el efecto contrario”, señaló.
¿Y espiarles las cuentas tiene sentido? “Existen herramientas para monitorear la actividad de una persona en Internet y muchos padres creen que es la solución mágica para espiar,  bloquear y filtrar contenidos peligrosos en las redes. Pero la verdad es que la mejor solución siempre será la contención y educación sobre los peligros en la red”, opinó.
“Los padres deben prestarle más atención a los niños: escucharlos, hablarles. Muchas veces al no tener conocimiento de las tecnologías, los padres no se quieren meter y descuidan al tema. Entonces, el niño les saca ventaja y después, cuando sucede algún episodio inesperado, ya es tarde”, remarcó el especialista.
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lucía lozano
la gaceta

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La mamá se dio cuenta de que algo no andaba bien. Su hija se mostraba extraña. Pasaba mucho tiempo encerrada en su pieza. Estaba nerviosa, malhumorada. Le preguntó varias veces hasta que al fin la adolescentes confesó. Alguien la estaba acosando por las redes sociales. Le exigía fotos íntimas. La manipulaba. La amenazaba con ir a buscarla a su casa o al colegio.
Con ese testimonio de su hija la madre se armó de valor y fue a pedir ayuda al  equipo de la División de Delitos Telemáticos e Informáticos de la Policía provincial. Los efectivos investigaron el caso y dieron con el acosador, que fue detenido en pleno centro tucumano. “Podría haber ocurrido lo peor”, dice el comisario César Agüero. En su oficina recibe cada vez más consultas de docentes y padres preocupados, que sienten que la vida de sus hijos en las redes es algo que se les escapa de las manos.
Según el uniformado, los chicos de 9 a 12 años, esos que están comenzando a incursionar en Internet, son el grupo más vulnerable a convertirse en víctimas de un acosador sexual. “En Tucumán, los chicos ya abren su perfil a los 9 años y se ponen en peligro al contactarse con extraños”, resalta.
Muchas denuncias que llegan a la Brigada de Investigaciones tienen el mismo comienzo que el reciente caso de Micaela Ortega, la niña de 12 años que fue asesinada en Bahía Blanca luego de encontrarse con un hombre de 26 al que había conocido por Facebook. “Generalmente el ciberacosador genera dos perfiles, uno de ellos es falso. Muchos se hacen pasar por mujeres para hacerse amigas de la víctima. Con este perfil consigue la aceptación y la confianza de ella. Luego intenta generar un encuentro”, detalla.
Hasta hace poco, cuando Luciano Laporta Podaza, experto en seguridad informática, trabajaba en la División Delitos Informáticos recibía alrededor de 20 denuncias por mes, muchas de ellas relacionadas con acosos cibernéticos. “Hay muchas denuncias, y van en aumento. Por suerte, en la mayoría de los casos se puede rastrear al acosador y detenerlo”, señaló el ingeniero, que trabaja en el Ministerio de Seguridad.
Según contó a LA GACETA, por lo general los peligros en las redes sociales consisten en mayores tratando de abusar de menores; y en acosadores que persiguen a mujeres en general, sin importar qué edad tienen. 
Para el experto, la mejor forma de prevención es que los padres hablen con los chicos apenas ellos entran en contacto con internet. ¿Cómo deben manejar la vida de sus hijos en las redes? ¿Sirve prohibirles el acceso?, le preguntamos. “De ninguna manera sirven las prohibiciones. El niño o adolescente siempre buscará la forma de acceder a las redes sociales. Prohibir causa el efecto contrario”, señaló.
¿Y espiarles las cuentas tiene sentido? “Existen herramientas para monitorear la actividad de una persona en Internet y muchos padres creen que es la solución mágica para espiar,  bloquear y filtrar contenidos peligrosos en las redes. Pero la verdad es que la mejor solución siempre será la contención y educación sobre los peligros en la red”, opinó.
“Los padres deben prestarle más atención a los niños: escucharlos, hablarles. Muchas veces al no tener conocimiento de las tecnologías, los padres no se quieren meter y descuidan al tema. Entonces, el niño les saca ventaja y después, cuando sucede algún episodio inesperado, ya es tarde”, remarcó el especialista.

A fines de 2013 nuestro país sancionó la ley de grooming, y convirtió en delito el acoso sexual a menores por Internet y otros medios electrónicos. Por esa figura, desde hace más de dos años, ya hay 200 causas penales. Las denuncias son muchas más.

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Grooming hace referencia a las acciones que lleva a cabo un adulto por internet para ganarse la confianza y amistad de un niño, haciéndose pasar por otro niño o niña, con el objetivo de pedirle imágenes o actos de contenido sexual. Esto da inicio en el ciberespacio, pero desafortunadamente puede trascender al mundo real y convertir a los niños en víctimas de trata y prostitución, pornografía infantil o cualquier otro tipo de maltrato”, describe Mariela Martín Domenichelli, Presidente ONG Mamá en Línea Tucumán. Ella, junto con otras mamás tucumanas, da capacitación a jóvenes, padres y maestros. Además, desde la ONG presentaron en la Legislatura provincial un anteproyecto de concientización y prevención de delitos sexuales. La iniciativa también incluye la creación de un centro de asistencia a las víctimas de ciberacoso, de una línea telefónica gratuita y de un correo electrónico para asistencia legal y psicológica de los afectados.

“Es terrible el anonimato que hay en internet y el vacío legal pese a que se sancionó la ley de grooming que penaliza este delito. Una ley sola no alcanza. Las responsabilidades también la tienen que tener los proveedores de internet. No hay ningún ente a nivel nacional que, por ejemplo, se esté encargando de generar una estadística”, puntualizó.

Según la experta, la mejor arma de prevención sigue estando en las casas. “Lo básico para prevenir es estar informado. De nada sirve mantener a los niños aislados de las redes sociales y la tecnología. Lo mejor es explicarles qué es el grooming y sus consecuencias. Hay que empezar desde la primaria. Por ejemplo: un punto muy importante es decirles que no deben compartir fotos o videos personales en la red, mucho menos acceder a enviar imágenes o a encender la webcam para quitarse la ropa. Tampoco deben contactarse con gente desconocida ni proporcionar datos personales”, aconsejó.


"Tienen como mínimo 1.000 contactos, es una locura"

Hay un dato que le sorprende cada vez que dicta una charla para adolescentes en las escuelas y colegios tucumanos. En las redes sociales, los chicos tienen como mínimo 1.000 amigos. Algunos llegan a tener 5.000 contactos. “Es una locura”, sostiene el comisario César Agüero, que dirige el equipo de la División de Delitos Telemáticos e Informáticos de la Policía de la provincia.

“El primer consejo que les doy a los adolescentes es que no se autoretraten. Yo se que es difícil porque en la selfie ellos buscan la aceptación. Pero si supieran que todo empieza ahí... el 90% de los casos de pornografía infantil surgen de las redes sociales y el 60% de ese material se origina de los autoretratos”, comenta.

“La persona que se dedica a acosar lo que hace es ver toda la historia de la rutina que va contando la víctima. Si esta pone que está haciendo gimnasia en tal lugar, el acosador aprovecha para contactarte diciendo “hoy te vi en el gimnasio”. Y así se va acercando, ganando confianza”, detalla.

El comisario sugiere que los padres aprovechen los fines de semana para hablar con sus hijos, aconsejarlos. “La primera recomendación es la de siempre. Nuestros padres nos decían antes que no hablemos con extraños en la calle; ahora hay que pedirle lo mismo en internet. Los papás deben acercarse a los hijos en estos temas, no tener miedo por desconocimiento, pedirles que les enseñen cuáles son sus contactos y asesorarlos. Es imposibe conocer y confiar en 1.000 amigos. Además, pedirles que siempre que se sientan acosados o maltratados por algún contacto le cuenten a alguien, busquen ayuda”, concluye.


"No es necesario convertirse en espía o hackear las cuentas de los chicos"

A pesar de que Facebook sólo admite usuarios de más de 13 años, el uso de esa red social entre chicos de menor edad es generalizada en el país. Siete de cada 10 niños argentinos de entre 10 y 12 años tiene perfil en una red social, según un estudio realizado por Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación de la Universidad de París y autora del libro Los chicos y las pantallas.

Hoy la vida social pasa por las redes. Antes los chicos se encontraban en la plaza; ahora lo hacen en las redes. Esto no es bueno ni malo. Es la realidad, advierte la experta. Por eso, en vez de negar o prohibir, hay que prevenir. ¿Cómo hacerlo? Según Morduchowicz no es necesario convertirse en un espía, ni hackear la cuenta de los hijos para sentirte seguros. “Nada reemplazará nunca un buen diálogo familiar”, advierte.

El primer consejo que da la experta es que jamás hay que equipar con tecnología la habitación de un niño en edad escolar primaria. “Porque pasarán muchas más horas conectados y en soledad”, resalta. La segunda recomendación es establecer pautas claras según las edades. “Aplicar, por ejemplo, lo que se conoce como la regla del 3-6-9-12. De 0 a 3 años se recomienda no darle ninguna pantalla para favorecer las actividades motrices. La primera pantalla, a los tres años, debe ser la televisión. A los seis se le puede dar la computadora; pero sólo para jugar, sin acceso a internet. A los nueve ya pueden acceder a internet por medio de la tablet o la PC, bajo la supervisión de un adulto. A los 12 ya se les puede dar un celular”, especifica.

Otra recomendación de Morduchowicz: “debemos acostumbrarnos a preguntarles, tal como hablamos de otras cosas, qué hiciste hoy en Internet, qué viste, con quién hablaste. No como un control policial, sino como un tema de conversación así como estamos habituados a consultarles cómo te fue en la escuela, qué hiciste en matemáticas...”.

Y es fundamental informarles, resalta la autora. Tres cosas:

1- En internet no hay nada 100% privado, ni siquiera un chat.

2- Todo lo que suben es muy difícil de borrar.

3- Uno nunca sabe quién está detrás de la pantalla. Por ello, no hay que publicar informaciones como direcciones, horarios de actividades personales, etc.


PUNTO DE VISTA

Darles Herrramientas, la clave

SILVINA COHEN IMACH / LIC. EN PSICOLOGÍA - UNT

El impresionante desarrollo de la informática en la última década ha ampliado notablemente las posibilidades de intercambiar información, volviéndose al mismo tiempo en una forma privilegiada de comunicación, sobre todo entre los más jóvenes.

El marco cultural y social de los niños está impregnado por una fuerte estimulación visual y auditiva que dificulta las construcciones simbólicas, a partir de la invasión de la televisión, de la Internet y de los juegos por computadora en la vida de los niños (Vasen, 2000; Levin, 2006). Las escenas excesivamente brutales o demasiado erotizadas que reciben pasivamente desde las pantallas exceden a veces la posibilidad de ser elaboradas psíquicamente, de tal manera que en algunos chicos puede surgir una sensación de vértigo. Esta intrusión de violencia y erotismo, que convierte en “cómplice” a niños y niñas, constituye un fenómeno nuevo en nuestra cultura, siendo las respuestas de los chicos también novedosas, originales y a veces hasta psicopatológicas, desembocando en defensas no operativas (Giberti, 1997; Vasen, 2000). Muchos de ellos se subordinan a esta moda, ya que su no adhesión les produciría vergüenza y humillación. En lugar de depender de las pautas que antaño impartían las instituciones de referencia de los más pequeños (escuelas, colegios, iglesia, clubes) ahora muchos de ellos se someten a las indicaciones emitidas por internet y la televisión: son órdenes que desautorizan el universo simbólico de lo posible o lo desproveen del mismo, y que evidencian una clara preponderancia del mundo de la imagen.

Si bien el objetivo de este avance de la tecnología no ha sido principalmente favorecer el juego ni ser fuente de erotismo, sino instrumento para obtener datos y poder relacionarse con inmediatez en un mundo globalizado, sus distintos programas, sistemas o aplicaciones, rápidamente se imponen entre nuestros niños y jóvenes. Facebook, Instagram, son diferentes aplicaciones al mismo que espacios cada más más transitados en la infancia y la adolescencia. Y en tanto novedosos requieren también de cierto ordenamiento y regularidad. El ciberespacio se ha convertido en uno de los medios privilegiados para la proliferación de “amistades” y “amores”. La urgencia para conectarse y la fascinación, y su contracara, que generan los encuentros virtuales dan cuenta de la erotización que se esconde tras lo virtual. Lo que seduce es la virtualidad, a pesar de que muchos encuentros se concretan. Se trata de no descorrer el velo, para no traslucir la angustia los miedos del encuentro. Y sin querer el niño y el adolescente pueden enfrentarse, en esta búsqueda, a ciertos riesgos y peligros. Pero como en la calle, habrá que ofrecerles a los más pequeños las herramientas para que puedan distinguir situaciones de peligro y no tentarse a entrar en ellas. Sin embargo, el adolescente, por su propio camino que transita, buscará husmear en aquello prohibido, que precisará seguramente del límite que pueda sostener el adulto, pero también de una promesa que suponga una posibilidad.
 

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