La Casa Sucar tiembla por un nuevo pedido de demolición

La Casa Sucar tiembla por un nuevo pedido de demolición

La Dirección de Catastro elevó la solicitud a Planificación Urbana, ya que integra el inventario de Bienes de Interés Municipal. Una historia que comenzó en 2012 y que movilizó a la ciudadanía.

LA GACETA / Foto de Analia Jaramillo LA GACETA / Foto de Analia Jaramillo
26 Agosto 2015
Un nuevo pedido de demolición pesa sobre la Casa Sucar, la señorial casona ubicada en el bulevar Salta 532. La solicitud ingresó a la Dirección de Catastro de la Municipalidad, pero la Comisión de Patrimonio insistirá en que sea expropiada debido a su reconocido valor patrimonial y cultural para la ciudad. En estos momentos, el trámite aguarda en el despacho de Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana, quien ya anticipó que lo elevará a Patrimonio.

El expediente que solicita su demolición fue iniciado por una empresa privada, propietaria del inmueble. Con esto, se retoma la polémica que se había encendido en enero de 2012 con un pedido similar y que provocó un férreo repudio ciudadano en defensa de esa emblemática casa que integra el Inventario de bienes de interés municipal. Justamente por esa condición Catastro no puede autorizar la demolición sin previa consulta. “Catastro no puede autorizar la demolición si no interviene previamente Planificación Urbana, porque se trata de un edificio de valor patrimonial”, explicó Isabel Salas, directora de Planificación Urbanística Ambiental (dependiente de Planificación Urbana).

Lobo Chaklián, por su parte, aseguró que remitirá el pedido a la Dirección de Patrimonio para que analice la situación de la casona. “Si bien se trata de una propiedad privada y, por lo tanto, no es mucho lo que nosotros podamos hacer, reconocemos que se trata de un bien que ha generado mucha sensibilidad pública, entonces vamos a buscar la opinión de la Comisión de Patrimonio”, informó el subdirector, aunque no pudo dar precisiones sobre el expediente porque aún no lo había analizado en detalle.

“A nosotros todavía no nos han llegado las actuaciones, pero sabemos que existe el pedido de demolición y que nos lo van a remitir. Cuando eso suceda, lo vamos a elevar a la Comisión de Patrimonio para su inmediato tratamiento”, adelantó Mercedes Aguirre, directora de Patrimonio de la Provincia. “Vamos a insistir con el pedido de expropiación, una medida que debe tomar la Legislatura y que ya hicimos oportunamente, pero aún no hemos tenido respuesta”, informó la funcionaria.

Defensa popular

La alarma por la posible demolición de la casona que ocupaba la Fundación Vicente Lucci se encendió por primera vez en enero de 2012, cuando se corrió la voz de la presunta venta del inmueble ubicado en Salta al 500. A partir de ese momento, un grupo de ciudadanos comenzó a movilizarse para impedir que la histórica casa cayera bajo la piqueta. Incluso, por esos días llegó a constituirse una informal “guardia ciudadana” en las puertas de esa singular construcción. También se organizaron marchas y acciones artísticas convocadas a través de las redes sociales.

De aquellas manifestaciones participaron, además de ciudadanos “comunes”, profesionales defensores del patriomonio arquitectónico de la ciudad. La arquitecta Daniela Moreno, en ese entonces directora del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, había advertido en esa oportunidad que no estaba en juego sólo la casa Sucar en particular, sino la calidad ambiental de la zona. “La casa integra un conjunto y, si se la demuele, se pierde el todo. Además está restaurada y rehabilitada hace poco, así que está en muy buen estado de conservación, cumpliendo una función cultural (por la labor de la Fundación Vicente Lucci) lo cual era un avance, y ahora se daría un retroceso”, había expresado. “Tucumán ha ido perdiendo tanto la vivienda popular como las viviendas de mayor valor en el patrimonio arquitectónico. Lo grave es que no se han ido reemplazando por arquitectura significativa, analizó en aquel momento Silvia Rossi, también arquitecta especializada en patrimonio.

Declaración preventiva

El reclamo popular apuró reuniones de la Comisión de Patrimonio, algunos de cuyos miembros se encontraban de vacaciones y debieron suspenderlas. Tras el debate, el cuerpo dictaminó que la casa fuese declarada preventivamente como bien de valor patrimonial, impidiendo cualquier modificación u operación comercial sin el consetimiento expreso de la Comisión.

Pero en octubre de 2012, cumplidos los plazos administrativos, la declaración preventiva quedó sin efecto y la Comisión, por cuatro votos positivos contra tres negativos, dio via libre para que sus propietarios dispusieran del bien.

Finalmente, en marzo de 2014 el Ente Cultural de Tucumán elevó las actuaciones a la Legislatura para solicitar la expropiación de la Casa Sucar, trámite que hasta al momento no obtuvo respuesta.

Un informe redactado por Ana Lía Chiarello, magíster arquitecta, destaca la casa Sucar como un singular ejemplo del movimiento modernista. Según consta en ese trabajo, la casona fue construida en 1923 por la familia Barbieri, y se la conoce por el nombre de la última familia que la habitó, los Sucar. Intervinieron en el diseño el arquitecto Luis Lucena y los artesanos italianos Perinotti y Colotti. “Tiene innegables valores arquitectónicos y se destaca por su alta calidad de resolución”, destaca el informe.

Punto de vista
Estilo, arte y testimonio
Ana Lía Chiarello - Dir. Inst. de Historia y Patrimonio (FAU-UNT)

¿Qué perdemos los tucumanos si perdemos la Casa Sucar? Obra del arquitecto Luis Lucena, en ella convergen valores que le otorgan particular importancia para la memoria colectiva de nuestra ciudad. Por una parte, es testimonio -junto con otras importantes residencias que aún se conservan- de los modos de vida de la burguesía inmigratoria tucumana de principios de siglo XX. Este chalet pintoresquista refleja una transición entre las costumbres formales y rigurosas propias del siglo XIX y una vivienda más informal y en contacto con la naturaleza que anticipa modos de habitar más intimistas y descontracturados, propios de la modernidad.

El edificio tiene innegables valores arquitectónicos al representar el estilo modernista, corriente de la que quedan pocos ejemplares en Tucumán, lo que otorga un valor de singularidad. Además, se destaca por una alta calidad de resolución: pueden también asignársele valores artísticos, producto de la participación de destacados escultores italianos en su ejecución, que resolvieron con gran maestría muchos de los estilemas formales propios de la corriente modernista.

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