La hora de los políticos

La hora de los políticos

Piden ayuda del Gobierno para frenar tanta locura.

PROPAGANDA OFICIAL. Los siete equipos tucumanos que participan en el torneo Federal B cuentan con el apoyo de funcionarios, dirigentes políticos de su zona y sindicatos importantes de la provincia. PROPAGANDA OFICIAL. Los siete equipos tucumanos que participan en el torneo Federal B cuentan con el apoyo de funcionarios, dirigentes políticos de su zona y sindicatos importantes de la provincia.
“Se han superado todos los límites y ya no alcanza con una sanción de la Liga. Acá debe intervenir el Gobierno con una decisión política para poner fin a la violencia. Tiene que ser urgente antes de que ocurra una tragedia”, advierte Carlos Salado, director del Colegio de Árbitros, que conoce muy bien el paño que está rodeado de tribunas. Él, aunque no lo diga, espera que la dirigencia abra los ojos -o simplemente deje de mirar a otro lado- y ayude de una vez por todas a poner punto final a tanta locura.

Y el grito de auxilio del ex juez no es casual. Los hombres de la política tomaron al fútbol tucumano como una herramienta para tener contento a su electorado. Esta relación existe en todo el país. Por ejemplo, el senador ultra K Aníbal Fernández es dirigente de Quilmes y el líder sindical opositor Hugo Moyano preside Independiente. Hay más casos, pero todo se maneja en un segundo plano y, si se mantiene oculto, mucho mejor. Pero en nuestras tierras, existe una ostentación descarada de la intromisión de los dirigentes en este deporte. Gabriel Alperovich, hijo del gobernador, no sólo integra la comisión directiva, sino que su opinión pesa mucho en Atlético. Oscar Mirkin, secretario de Obras Públicas de la provincia, es el presidente de San Martín. Marcelo Sáez, titular de San Jorge, es el empresario que más colectivos moviliza en los actos políticos. Eso ocurre en los clubes que participan en los torneos más importantes. En las categorías menores, el panorama es más complicado.

El Federal B es una buena vidriera. Germán Alfaro apoya a Amalia que también tiene el patrocinio de SEOC; los intendentes Luis Espeche, Osvaldo Morelli y César Dip ponen todas sus fichas en Bella Vista, Concepción FC y Almirante Brown, respectivamente. Los sindicalistas Martín Rodríguez (ATE) y René Ramírez (ATSA) están involucrados en la vida institucional de Lastenia.

Atlético Concepción, donde los violentos parecen mandar, cuenta con el apoyo del intendente Zacarías Khoder, el gobernador Alperovich y Osvaldo Jaldo. Y en Aguilares ocurre un caso especial: Agustín Fernández, titular del Ejecutivo municipal, apoya a Deportivo Aguilares y a Jorge Newbery. Este último es presidido por el concejal Nicolás Saracho y cuenta con el incondicional apoyo del senador Sergio Mansilla.

En la Liga Tucumana de Fútbol sobran los dedos de las manos para contar los clubes que no son bancados por un intendente, un legislador, un concejal o un delegado comunal. ¿Está mal que lo hagan? No, pero hay otros intereses que están por detrás y que no tienen que ver con los réditos políticos, ya que se pueden cosechar mucho más votos por apoyar a un club de fútbol que a la promesa de ajedrez del pueblo. O como lo dijo hace no mucho tiempo el ex legislador socialista y abogado bonaerense Marcelo Parrilli: “Los barras son grupo de tareas de dirigentes sindicales y políticos”.

“La relación es inocultable. En Tucumán no existe una movilización sindical o política en la que no haya un bombo con el escudo de un club o se descubran la figura de algún barra”, dice el comisario Jorge Díaz, de Seguridad Deportiva.

Máxima alerta
Darío Zamoratte
, presidente de la LTF, tiene una visión pesimista. “Estamos en un año electoral y las disputan pueden ser mucho más graves. Ellos deberán hacer un esfuerzo para que las diferencias que puedan existir no se trasladen a los estadios”, comenta. “No soy político, no me interesa la política, lo único que pretendo es salvar a este deporte”, agrega el hombre que nunca consiguió apoyo de esos dirigentes para gestionar, por ejemplo, que el Gobierno subsidie los operativos de seguridad para frenar a los violentos.

César Nieva, subsecretario de Seguridad Ciudadana y titular del Comité de Seguridad Deportiva, asegura que no todos los dirigentes son iguales y que hay muchos que pelean contra los violentos. Pone como ejemplo a Mario Leito, presidente de Atlético y al legislador Alberto Herrera, alma mater de San Fernando. “Hay muchos que están comprometidos en luchar con este flagelo”, explica.

Pero el funcionario también reniega de actitudes de Saracho, que justificó los desmanes de la barra de Newbery en Villa Quinteros y de los directivos de San Martín que se agredieron con sus pares de Central Córdoba hace una semana en La Ciudadela. “En una sociedad como la nuestra, el mensaje debe ser claro. Los directivos deben conducir a sus clubes por buen camino. Dar el mejor ejemplo es importante, dar el mal ejemplo pesa mucho. Por eso, el que no pueda estar a las alturas de las circunstancias debe dar un paso al costado”, asegura.

Nieva insiste en que los dirigentes políticos colaboran, pero reconoce que a veces no pueden resolver los problemas. “Muchas veces la situación se les escapa de las manos y se tornan incontrolables. Por eso tendrán que esforzarse mucho más en hacer bien las cosas”, concluye.

Pero la realidad es otra. Nunca se escucha a un intendente repudiar el accionar de los violentos cuando generan terror en una ciudad. Ni legisladores ni concejales crean leyes u ordenanzas más duras contra los barras. Tampoco hacen nada para mejorar a la División de Seguridad Deportiva de la Policía, que tiene seis hombres y no cuenta con móviles -el Comando Radioléctrico le presta un patrullero- ni cámaras fotográficas ni de video propias para filmar y así poder identificar a los salvajes para que nunca más ingresen a su estadio. ¿Será por eso que en Tucumán nunca hay detenidos ni culpables? Así, luchar contra los violentos es imposible.

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