Ni los cerezos del Japón se salvan del cambio climático

Ni los cerezos del Japón se salvan del cambio climático

30 Marzo 2014
Toemon Sano pone cara de preocupación. El japonés de 86 años cubre cuidadosamente con su mano una delicada flor de cerezo. “El cambio climático hace que los árboles florezcan cada vez más temprano. Su color es más apagado y ya no tienen más energía”, lamenta este jardinero, en diálogo con la agencia DPA.

Desde hace generaciones, su familia se ocupa en la antigua ciudad imperial de Kioto de cuidar las flores de los cerezos. Pero el más importante y famoso símbolo de la cultura japonesa está amenazado. “Si el cambio climático continúa así, la supervivencia del cerezo está amenazada en algunas regiones”, sostiene Sano y advierte de las consecuencias que esto tendrá para la vida y la cultura de los japoneses, así como para la agricultura y el turismo. ¿Japón sin las flores del cerezo?

Pero lo que el hombre lamenta en un acto de la fundación ambientalista WWF en Yokohama a través de un video palidece tanto como las flores de los cerezos ante aquello que cientos de investigadores y representantes de gobiernos de todo el mundo debaten al mismo tiempo a pocos metros en la sesión del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Futuro inquietante

La segunda parte de su informe sobre el clima trata de consecuencias del cambio climático de una dimensión muchísimo peor. Inundaciones frecuentes, periodos de sequía, glaciares que se derriten y océanos más cálidos y más ácidos amenazan con generar graves problemas sociales, ecológicos y económicos.

Las consecuencias para la naturaleza son previsibles ya ahora. Organismos marinos migran cada vez más en dirección a los polos. “Buscan las temperaturas que prefieren”, dijo Hans-Otto Pörtner del Instituto Alfred Wegener (AWI) . En el caso de algunos organismos, ya hay desplazamientos de varios cientos de kilómetros. Así, el bacalao migra cada vez más del sur del Mar del Norte al Atlántico Norte. En el Mar del Norte, a su vez, se ven cada vez más sardinas o salmonetes de roca oriundos de más al sur, explica el investigador, uno de los autores principales del informe del IPCC.

También unos cientos de kilómetros al norte de donde sesiona el IPCC se pueden observar las consecuencias del calentamiento global. Allí, en las montañas de Shirakami se encuentran unos enormes bosques vírgenes, que sirvieron de inspiración a la famosa película de dibujos animados “La princesa Mononoke”. También estos bosques están en peligro, dice Mitsuharu Kudo. Enjambres de insectos atacan cada vez más los frutos de estos árboles en parte milenarios, lamenta el japonés, que conoce los bosques como nadie. Los árboles se debilitan crecientemente y los animales pierden una fuente de alimentación. Si el cambio climático continúa sin freno, en el 2100 el 80 % de estos bosques puede haber desaparecido.

Pero mientras investigadores y representantes de gobiernos discuten en Yokohama sobre las consecuencias del cambio climático y las posibles de opciones de ajuste, el país anfitrión, Japón, sigue emitiendo cada vez más dióxido de carbono por la combustión de gas, petróleo y carbón. Debido a la desconexión de las centrales atómicas en Japón como consecuencia de la catástrofe de Fukushima hace tres años, la empresa japonesa de electricidad anunció durante la sesión del IPCC la construcción de nuevas centrales térmicas carboneras.

“Estamos ante un punto de giro”, advirtió Kaisa Kosonen de Greenpeace Internacional. El mensaje clave del nuevo informe sobre el clima es que la humanidad tiene elección. “¿Seguiremos pasando de un desastre al otro o tomaremos el control de nuestro futuro?”.

Ya ahora el cambio climático tiene consecuencias devastadoras sobre naciones enteras, destruye vidas y genera costos multimillonarios. “El cambio climático podría hacer retroceder la lucha contra el hambre en décadas”, advirtió también la organización no gubernamental Oxfam al margen de los debates en Yokohama.

“Los árboles no pueden elegir dónde crecer”, dice Toemon Sano y mira con preocupación a sus cerezos prematuramente florecidos también este año. Para garantizar su supervivencia, plantó esquejes de especies de todo Japón en su propio jardín. “Pero proteger sólo los árboles que tenemos delante de las narices no tiene sentido”, dice el japonés y añade: “¿No deberíamos cambiar nuestra forma de vida, nuestro consumo inconsciente y nuestro estilo de vida de usar y tirar?”.

Temas Japón
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios