Leche Materna para aniquilar a todos los padres

Leche Materna para aniquilar a todos los padres

Con la publicación de su segunda novela, el escritor tucumano consolida su identidad narrativa.

11 Noviembre 2012

NOVELA

MADRES

MARCOS ROSENZVAIG

(Luxemburg - Buenos Aires)

Marcos Rosenzvaig, desde hace por lo menos una década, se ha posicionado casi secretamente como uno de los mejores dramaturgos de su generación. Una de las razones de esta evidencia es sin duda su constante búsqueda de experimentación formal, sumada a su talento para la puesta en escena y a su fuerte convicción narrativa. Debido a lo antedicho no es extraño que Rosenzvaig también cultive el género novelístico. Hace poco se reeditó su primera novela: Perder la cabeza, y ahora acaba de aparecer la segunda: Madres…El argumento de la novela es imposible de contar. Sin embargo, la aventura comienza cuando el protagonista narrador, un abogado y su desopilante secretario, León Gurlievich, emprenden la tarea de desactivar una secta secreta llamada Leche Materna, cuyo propósito es aniquilar y borrar a los padres del planeta, para que finalmente los hijos queden en manos de sus madres. Todo sucede en un contexto social de descomposición y sutura. La propuesta narrativa, entonces, es un viaje con destino incierto, una suerte de poética del caos con salto al vacío incluido.

El estilo de Rosenzvaig novelista parece un remolino vertiginoso, circense, con algo de bacanal descontrolada que por momentos recuerda a Copi, a Gombrowicz y a Fellini. La ironía que recorre sus páginas, no obstante, está claramente emparentada con al clásico humor judío que ha popularizado Woody Allen. Así, por ejemplo, no faltarán las confusiones nominales (la mención a los Rosentantos) que parecen entrar en relación directa con la impaciencia y el miedo de quienes cargan el estigma de la culpa y la persecución. Acá también se puede leer lo que Paul Ricoeur ha llamado, sabiamente, la identidad narrativa.

Marcos Rosenzvaig, hacia el final, ya embarcado sobre su nombre propio, navega en busca de su territorio personal, comunitario, con la aspiración, el deseo y la necesidad de un mundo más armónico y justo para todos.

© LA GACETA

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Marcelo Damiani

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