La efímera existencia de los Trolebuses

La efímera existencia de los Trolebuses

Solo seis años, nueve meses y nueve días circularon por las calles de la capital tucumana los famosos ómnibus eléctricos con tiradores. La línea aérea de suspensión demandaba un poste cada 40 metros.

EN ACCIÓN. El 103 atraviesa las vías del Belgrano, en Juan B. Justo al 1.000, entre ciclistas de traje que retornaban a sus hogares. Era 1956. EN ACCIÓN. El 103 atraviesa las vías del Belgrano, en Juan B. Justo al 1.000, entre ciclistas de traje que retornaban a sus hogares. Era 1956.
"Bajan chofer/ bajan ya/ pase usted hasta atrás/ solo rodar y rodar/ en un cajón de metal/ de metal/ de metal colgado del tubo/ con odio secreto/ se llevan tu juventud/ echando las muecas por la ventanilla/ te alejas en un ataúd/ pero eres pasajero de un sueño/ que rueda a diario en trolebús/ tripulando el día en silencio/ con apretada salud/". La canción de Choluis, líder de la banda mexicana de rock urbano Trolebús, no es muy conocida en la provincia. Pero vale para describir la nostalgia de tantos tucumanos que supieron de viajes en trole y que experimentaron cómo fueron cambiando los medios de transporte durante los últimos 60 años o más. 

El troley -o trole, como se le decía coloquialmente- tuvo una vigencia efímera en San Miguel de Tucumán. Apenas funcionó durante seis años, nueve meses y nueve días. Aparecieron en las calles el 23 de julio de 1955 y dejaron de circular el 2 de mayo de 1962.

Reclamo y movilización
Curiosamente, ese sábado de julio del 55 cuando debutaron los ómnibus eléctricos con tiradores, una populosa columna de ciudadanos se manifestaba por el centro tucumano. Eran vecinos de sectores suburbanos -como decían las crónicas de la época- de Villa Alem, que después de protestar por diversas calles se instalaron frente al edificio de LA GACETA. Ellos solicitaban a viva voz la restitución del servicio de ómnibus de la línea N°2, que había sido suprimido por deficitario.

Los colectivos transportaban en ese recorrido, además, a pasajeros que residían en Villa Amalia y en Los Vázquez, y a usuarios de la línea 10, que también había sido retirada de circulación a causa de las pérdidas que ocasionaba.

No solo por estos antecedentes, sino también por la crítica situación que atravesaba el transporte público capitalino, la aparición del trolebús fue más que bien recibida por la comunidad.

Ventaja
Los troles tucumanos presentaban una ventaja con relación a los que ya operaban en Buenos Aires y en la ciudad de La Plata. Eran más modernos que aquellos y la línea aérea de suspensión elástica o flexible les permitía una mayor comodidad y amplitud en el desplazamiento, que se efectuaba sin golpes. Tanto que podía correrse de cuatro a seis metros de la línea de contacto.

Ahorro
Según el ingeniero Oscar Sanguineti, quien en 1955 se desempeñaba como director de Transporte de la Provincia, la adopción de ese novedoso sistema posibilitaba un ahorro en postes para la instalación de la red. "En Buenos Aires, por ejemplo -decía el funcionario en LA GACETA del jueves 21 de julio de 1955-, donde existe el sistema rígido, las columnas se colocan cada 25 metros. En cambio, aquí se instalaron cada 40 metros".

Agregaba: "al igual que en algunas calles de la Capital Federal, en Tucumán se habrían evitado los postes si la edificación urbana del itinerario de la línea hubiera ofrecido seguridades para soportar la tensión de los elementos de anclaje de la red. Pero ello no pudo ser factible, porque la edificación es baja y en su mayoría se asienta sobre barro o en vetustas estructuras".

"No obstante -añadía el funcionario- se ha previsto una paulatina solución a este problema. A medida que la edificación ofrezca posibilidades para un sólido anclaje, se irán retirando los postes".

Es que durantes esos años numerosos frentistas se habían quejado por las dificultades que la colocación de los postes ocasionaban a los peatones y al paisaje urbano. Inclusive en esquinas como Las Heras y San Lorenzo o Las Heras y Crisóstomo Alvarez se había colocado una mayor cantidad de columnas, porque eran los puntos donde había dobles curvas de la red.

Sanguineti también informaba que todos los insumos utilizados provenían de establecimientos nacionales y que se habían elaborado con mano de obra argentina. "Esto permitirá independizar las futuras necesidades del servicio de los mercados extranjeros, con la consiguiente economía en divisas", subrayaba.

Las unidades
Los trolebús que iniciaron el servicio tucumano eran de grandes dimensiones. "Se trataba de unidades alemanas marca Henschel, dotadas de un potente motor con un gran par de arranques y una firme elasticidad de marcha. Poseían servo frenos, dirección hidráulica y suspensión neumática. Tenían dos puertas. Una simple adelante y otra doble al medio, ambas sobre el sector derecho, para el ascenso y el descenso de pasajeros", describió el consultor en transportes Víctor Hugo Rossi. Recordó que las unidades albergaban 42 pasajeros sentados, aunque podían transportar 66 si el resto iba de pie.

"Las primeras unidades fueron traídas desde Buenos Aires en tren, en junio de 1955. Tres largos vagones sin techos contenían cinco trolebuses -cubiertos con lona impermeable- y se estacionaron en la playa del exferrocarril Central Córdoba. Después los descargaron sobre inmensos camiones", contó Ernesto Medina Córdoba, hijo de un ex cambista de ese ferrocarril.

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