Poemas con nombres de personas y hechos canto

Poemas con nombres de personas y hechos canto

El escritor encontró en los personajes de su pueblo, Nueva Baviera, una fuente de historias que se convirtieron en zambas y chacareras, musicalizadas por grandes compositores. Por su cancionero desfilan el herrero bonachón y el obrero que pasó de preso a comisario, entre otras figuras.

EN SU CASA DE RACO. Néstor Soria cuenta que a los 12 años agarró por primera vez la guitarra, y fue aprendiendo algunos acordes copiándoles a los cantores rudimentarios que frecuentaban los fogones de la zafra. LA GACETA / FOTO DE RICARDO REINOSO EN SU CASA DE RACO. Néstor Soria cuenta que a los 12 años agarró por primera vez la guitarra, y fue aprendiendo algunos acordes copiándoles a los cantores rudimentarios que frecuentaban los fogones de la zafra. LA GACETA / FOTO DE RICARDO REINOSO
Comadre Dora, Don Comegente, El Negro Falón, Vital Pedraza, Luna de Guitián... Los poemas de Néstor "Poli" Soria tienen nombres de personas. Historias de gente que se han convertido en canción. Él dice que el canto es el mejor destino de un poema, porque queda grabado en la memoria del pueblo.

En el último legado discográfico de Mercedes Sosa, un habitante de los cerros de Raco -el arribeño- camina hecho zamba, con la música de Juan Falú. Y explica Soria que ese ser "medio bagual (medio salvaje)" que vive en la montaña es un descendiente de los antiguos dueños de la tierra, los aborígenes, que han sido desplazados por el avance del hombre blanco.

"El arribeño ha sufrido la explotación a que lo sometió el nuevo dueño de la tierra y por eso prefiere quedarse medio oculto en el cerro. Aprendió a caminar por sendas que no conoce el hombre del llano. En el estribillo digo: Voy a llorar la vidala / le mingo (pido) a la tierra para acompañar / caja pellejo de cabra / parida en las abras de atrás del Mollar... Porque la caja que se hace con pellejo de cabra recién nacida es mucho más sonora. Después digo: ...y voz de sacha-maneras / para los que quieran sentirme cantar. En quichua, sacha significa monte. Es decir una manera tosca, muy campesina, y este hombre está por llorar una vidala, porque la vidala no se canta. Se llora.

Otro protagonista, en este caso de una chacarera, es Don Comegente. Un herrero bonachón y corpulento que fue empleado del ingenio Baviera, hasta que lo echaron porque una vez comentó, inocentemente, que era de ideología anarquista. "En su casa armó un galponcito, puso una fragua, y no le fue mal. Tenía una especialidad: armaba los ganchos para las cadenas de tiro de los carros. El día de su muerte, yo tendría 12 años, mi madre me llevó al velatorio. A mí me impresionó muchísimo el llanto estridente de las lloronas. En aquella época se velaba sobre una mesa. El cajón se dejaba para el final -relató-. Era tan voluminoso que cuando quisieron juntar sus manos para que agarre el crucifijo, no pudieron. Tuvieron que atarle las muñecas con un piolín y le pusieron el crucifijo en el bolsillo del saco".

El pan con la guitarra
"Poli" Soria (se llama Néstor Hipólito) dice que el suyo fue un camino de música y literatura. "Yo he nacido en ese ingenio azucarero que está al este de Famaillá que se llamó Nueva Baviera -cuenta-. Mi padre fue un trabajador de la salud ahí, y uno de los primeros en llegar. Yo he crecido entre peladores de caña y obreros del ingenio. Tomé la primera guitarra a los 12 años, pero no había quien me enseñe. Aprendí a afinarla. Después pude copiar algunos acordes de esos cantores rudimentarios que frecuentaban los fogones de la zafra. A los 16 años ya tenía un cúmulo de canciones que interpretaba. Fue el momento en que cerró el Baviera..."

Su padre vendió los utensilios de su oficio y esperó cuatro años para cobrar su jubilación. Le confesó a su hijo que ya no podría alimentarlo, que debía marcharse a buscar trabajo en la ciudad. Sin un peso en el bolsillo, a "Poli" la suerte lo llevó hasta la peña de Orlando Galante, donde el recitador evaluó sus dotes artísticas y lo contrató para actuar todas las noches. Más tarde formó un dúo con Alfredo de la Cruz y anduvo por festivales de todo el país. Pero el primer poema suyo que dio a conocer lo escribió cuando tenía 40 años. "Todo lo que hice antes lo destruí porque sabía que le faltaba contenido, que estaba sacando palabras ajenas de otras canciones y no lograba encontrar lo mío", recordó. Le mostró a Rolando "Chivo" Valladares el poema que escribió para su abuela, Vital Pedraza, y el compositor se ofreció a ponerle música. Después hicieron otra zamba, "El Liguero", y con Luis "Pato" Gentilini, "La Calladita". Con Rubén Cruz, la "Zamba a la Randera", "Don Comegente" y "Comadre Dora". Integró el grupo Arraigo, conoció al jujeño Alejandro Carrizo, con quien hizo "Jujuy mujer" y "Lavandera chaguanca".

Comedia y tragedia
Algunas de las historias son insólitas, como la del Negro Falón, un obrero del Baviera que tenía muchos hijos y fue despedido por un administrador alemán en la década del 40, porque lo encontró haciendo fuego para el mate. Una madrugada, después de pasar la noche en la cantina, Falón entró al ingenio y le disparó una pistola matagatos al alemán en la boca, sin mayores consecuencias que una herida en la mejilla. Fue apresado por la Policía, pasaron los años, todos lo olvidaron, y un día paró un auto oficial en la puerta del Baviera. Bajó un personaje en uniforme policial y cuando el portero le franqueaba ceremoniosamente el paso, el oficial se detuvo un momento, lo miró y le preguntó: "Che, ¿que no me conocés? Yo soy Falón. Soy el nuevo comisario de Famaillá". Parece increíble, pero no lo es: durante los años que estuvo preso en la comisaría, Falón aprendió a leer los expedientes, a escribirlos, se convirtió en asistente, después en agente, y cuando se jubiló el comisario de Famaillá (en esos tiempos un paraje en medio del campo), el Gobierno se vio en aprietos para conseguir alguien que quisiera hacerse cargo. Recurrieron a Falón.

Otros personajes tienen un perfil trágico, como en "Luna de Guitián" (con música de Raúl Carnota), dedicada a un vecino del escritor, en Raco, que era jornalero y alcohólico.

"Los viernes ya comenzaba con su alcohol barato y se pasaba el fin de semana reclamando a los gritos por las injusticias que sufrió en su vida, por no ser dueño de la tierra y porque lo mandaron a vivir en un terreno fiscal, quitándole la posibilidad de criar sus cabras, de tener su sembradío... Yo lo escuchaba desde mi casa -recuerda-. Y la mujer, para que los vecinos no lo escuchen, ponía la música fuerte. Era música bailantera. Hasta que un día el Juancho se murió, a causa del alcoholismo".

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