Bulacio y Benedetto abrazaron a Borges

Bulacio y Benedetto abrazaron a Borges

En clave de encuentro, la actriz porteña y la filósofa tucumana hicieron un magnético recorrido por los textos y los temas esenciales del escritor.

APASIONADAS. Cristina Bulacio ofrece su vasto conocimiento de la obra de Borges y Leonor Benedetto le aporta su gran solvencia actoral. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI APASIONADAS. Cristina Bulacio ofrece su vasto conocimiento de la obra de Borges y Leonor Benedetto le aporta su gran solvencia actoral. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
"Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche..." La palabra de Jorge Luis Borges irrumpió en la inconfundible voz de Leonor Benedetto desde las primeras líneas de "Los libros y la noche". Con fondo de música clásica de cámara se abrió el encuentro en Beckett's, donde la actriz porteña y la doctora en Filosofía Cristina Bulacio se dispusieron a revivir esos temas a través de los textos. Cada una en su rol y en justa dimensión, dejaron salir al Borges intelectual para transformarlo en el Borges que se mete en las entrañas.

"A medida que la ceguera se iba apropiando de sus ojos se iba haciendo más sabio. Ese es el recorrido -propuso Bulacio, puro entusiasmo-: reconocer los cambios de su escritura táctil y sensible por una más abstracta".

La ciudad y los linajes
Ya con música rioplatense, en "Fundación mítica de Buenos Aires" Benedetto capta todas las miradas. En la mano izquierda, los papeles. En la derecha, toda la expresividad de sus gestos. Y vuelve a instalar la idea de que: "...no nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto".

Con la Milonga para Jacinto Chiclana la actriz adopta un aire malevo. Bulacio habla entonces de los dos linajes, el materno-criollo y el de los grandes escritores universales.

"El 'Poema conjetural', dedicado a la muerte de Francisco Narciso de Laprida es uno de mis favoritos", confiesa Benedetto, y hace pesar cada palabra, las arrastra, y al mismo tiempo, es enérgica. Al final se libera resoplando. "Él se quejaba de que no había heredado el coraje de sus abuelos. Ahora también aparece ya el tema del laberinto, que es uno de los que atraviesa la obra", acota la profesora.

En el cuento "Los dos reyes y los dos laberintos", Benedetto seduce en el tono amable del relato: "...porque la confusión y la maravilla son operaciones de Dios y no de los hombres...". En "Laberinto" aparece la perplejidad. "Para él el universo era el laberinto del que no podía huir", acota la filósofa.

Un aire altanero embarga a Benedetto para asumir las enumeraciones en el microcuento "Borges y yo". "...No sé cuál de los dos escribe esta página"."...anclas, Uxmal, el infinito, el cero..." Aquí Benedetto se detiene largamente. Es el poema "Laberinto", donde aparece la identidad, "otro de los temas amados, perseguidos" por Borges, afirma Bulacio, y habla de una literatura lúdica y también metafísica.

El Aleph
"...el diámetro del aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba allí...", dice, persuade sobriamente Benedetto. Y Bulacio se explaya sobre ese cuento paradigmático.

Habla del énfasis, que es en realidad la síntesis que Borges quiere hacer del infinito (una de esas palabras que estallan), que en él recobra su dimensión inquietante. Luego, precisa, descriptiva, Benedetto acentúa cada sílaba en el poema "Ajedrez". And yet and yet and yet, es el fragmento final del ensayo "Nueva refutación del tiempo". El lenguaje va cobrando una dimensión abstracta; el tema del tiempo, que también lo obsesiona. "...El tiempo es un tigre que me devora pero yo soy el tigre...".

En algunos de sus cuentos Borges escapa o juega con los aspectos más importantes de la teología y de la filosofía, señala Bulacio, y resalta otros temas: la cobardía, el coraje y la eternidad.

Al recitar "Una oración", la actriz termina visiblemente emocionada. Y luego, con el poema "Juan IIVX", se enciende y se abate al ritmo del texto, su voz se ensombrece y remata dulcemente. Bulacio explica por qué es tan conmovedor: "Borges se pone en el lugar del Dios encarnado. No era creyente pero es sensible al misterio de la religión".

El tema Malvinas aparece en dos poemas cuando Benedetto, hierática, nombra a "Juan López y John Ward" (de 1985) y cierra con gran emotividad. En la "Milonga del muerto" logra que la rima consonante pegue y duela cada vez más.

Después vienen los textos insólitos, los pocos en los que Borges alude al amor. "...estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo..." , recita la actriz con la potencia de cada palabra, convenciéndose y convenciéndonos. "...¡Es el amor...!" , exclama.

"El epílogo -explica Bulacio- es un pequeño texto en el que Borges se muestra en cuerpo entero; es de su último libro, ya viejo y enfermo; al final de la lucha él se entrega con un texto esperanzado y muy hermoso". Es "El hilo de la fábula", que Benedetto remata con el cuerpo y con el alma: "... Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad".

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