El amor tiene razones que lo hacen más fuerte que todas las adversidades

Felisa y Simón desafían el "mundo líquido" y se juegan por relaciones más profundas y duraderas. Ejercen su derecho a ser felices. Video.

LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
- "Los dos somos sietemesinos" ¡Qué coincidencia!, ¿no? (silencio) Y siempre fuimos vecinos. ¡Otra coincidencia ...! Además los dos somos de Géminis ..."

Cada frase es una intrincada ingeniería de muecas, que termina en la recompensa y el alivio de una sonrisa bien generosa. Felisa del Carmen Heredia experimentará hoy el día más feliz de su vida. Se casará por iglesia y por civil, con un vestido impecable que le han prestado. Admite que se enamoró varias veces, pero que nunca vivió el amor tan intensamente. "Hace 20 años atrás no estaba preparada como ahora, que tengo 41", argumenta, con un movimiento involuntario de cabeza que se confunde con un gesto de timidez o coquetería.

En el humilde patio de tierra, donde un gato negro convive con un pichón de cóndor con las alas cortadas, nadie ha mencionado todavía la palabra enfermedad. "Nací así, como me ve, con parálisis cerebral. Recién a los 12 años aprendí a caminar. Vivía en una silla o en la cama. Ya grande comencé a ir al merendero de doña Margarita, la madre de mi novio y ahí lo conocí a él... a Simón", dice temblando de alegría.

Margarita, la madre de Simón Frías, la deja hablar y la escucha con una leve sonrisa. Sólo interviene traduciendo el lenguaje de su nuera cuando le piden ayuda. "¡No sabe qué triste era esta chica cuando me la han traído! ¡Casi no comía! ¡Y véala a ahora! ¡Mire qué linda que está ..., más gordita!", exclama la mujer.

Inquieto por las fotos

¿Y el novio? "Está trabajando. Pero a él no le gustan las fotos. Se pone malo cuando le sacan ... Yo tengo una de él acá", dice mostrando dificultosamente su celular. "El habla muy poco. Tiene un retardo mental del 80% porque cuando era bebé le dio meningitis", interviene la madre, que a pesar de sus diez hijos, jamás descuidó al más débil de todos.

"El no ha ido a la escuela, pero ¡si viera qué trabajador es! Todo los días se va mi?ijo a la panadería y ahí anda todo el día. Ya sabe hornear el pan y todo", dice con orgullo de madre.

La casa de Margarita es muy pequeña, pero tiene lugar para seis de sus hijos, tres nietos que no tienen casa propia, su marido y ahora su nuera, a la que deberá ayudar a manejarse en la vida diaria.

Pero no se queja. Al contrario. Disfruta de ver a Simón feliz. Lo único que teme es a esta tarde, a las 18, cuando tenga que entrar a la iglesia San Pío X, para casarse. "Por ahí capaz que tiene vergüenza y no quiere salir. Espero que se porte bien el chango", suspira.

"Tener esperanza"

"Quiero dedicar este reportaje a un amigo mío, que tenía 20 años, y que murió muy triste porque era muy discriminado por su familia", propone Felisa apenas le dan la palabra. "Soy muy sensible, y cuando tengo que decir la verdad, lo digo, caiga quien caiga", advierte. "Le agradezco a la vida y a mis padres el esfuerzo que han hecho por mí, aunque los errores de los padres quedan de por vida", reflexiona con el dolor de un pasado muy triste, que la obliga a arrugar la frente y a tratar de esbozar una palabra que se niega a brotar.

Respira hondo. Se serena. Y recomienda a todos los que sufren discriminación: "¡no bajen los brazos!", "¡No hay que perder las esperanzas! ¡Hay que seguir, seguir, seguir ...!",, alienta otra vez sonriente.

¿Qué dice la ley?

A Margarita no le asusta saber que su pensión de madre de siete hijos tendrá que estirarse aún más. Felisa está dispuesta a ayudar con su pensión por discapacidad, de $ 1.070, y la ayuda económica que le da el PAMI por acompañante (que en este caso corresponde a su futura suegra).

Aunque socialmente, pueda parecer raro el casamiento entre dos personas con discapacidades física y mental, mucho más extraño lo es para la ley. ¿Están en condiciones de firmar un contrato civil que los compromete para toda su vida?

" Uno de los requisitos del matrimonio es el consentimiento", apunta el abogado Juan Manuel Posse, especialista en discapacidad y derechos. "Es indispensable para la existencia del matrimonio el pleno y libre consentimiento, expresado personalmente por ambos contrayentes, conforme al artículo 172 del Código Civil", afirma el letrado.

En la legislación argentina, el matrimonio civil es un contrato que genera derechos y obligaciones. Cuando no se cumple una parte, puede haber sanciones económicas.

En estas aguas, nadie nada seguro. Lo único cierto es que Felisa y Simón se quieren. Margarita está dispuesta a hacerse cargo de ambos, como si fuera madre de los dos, y el Estado aporta una ayuda económica, a través de subsidios.

¿Pero si no estuvieran dadas las garantías? El inciso 8 del artículo 166 establece como uno de los impedimentos para contraer matrimonio "la privación permanente o transitoria de la razón, por cualquier causa que fuere". "Esto significa que quien tendrá la responsabilidad de celebrar el matrimonio debe tener presente este requisito. En ambos casos se tendrá que tener en cuenta el nivel de las facultades intelectuales que presentan los contrayentes para que sea válido el consentimiento", explica el abogado.

¿Y los derechos?

Contra las advertencias del Código Civil, el artículo 23 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, trata de rescatar los derechos a casarse y a tener una familia. "Esta norma establece que los estados parte, entre los que se encuentra la Argentina, tomarán todas las medidas necesarias para poner fin a la discriminación contra las personas con discapacidad en cuestiones de matrimonio, familia y relaciones personales", explicar el abogado.

"En especial trata que se reconozca el derecho de todas las personas con discapacidad en edad de contraer matrimonio, de casarse y de fundar una familia sobre la base del consentimiento libre y pleno de los futuros contrayentes", remarca.

No hace falta nada más

Pero lo realmente sorprendente no es el derecho. Es que en una sociedad líquida, - al decir del sociólogo Zygmunt Bauman - donde las relaciones fluyen, como mensajes por la web, el amor encuentre anclaje aún en las peores condiciones.

Sin que hagan falta palabras, ni juventud, ni dinero, ni paseos, ni belleza, ni salud, ni inteligencia, ni educación ni protección ... el amor, más allá del amor, se basta por sí mismo.

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