Los artistas van a lo seguro y hay varios para destacar

Los artistas van a lo seguro y hay varios para destacar

Esta tarde quedará abierta al público una nueva edición del concurso de la UNT.

VISTA GENERAL. En la sala principal del MUNT conviven las pinturas, un objeto y fotografías intervenidas. Hay numerosos trabajos interesantes. LA GACETA / ENRIQUE GALINDEZ VISTA GENERAL. En la sala principal del MUNT conviven las pinturas, un objeto y fotografías intervenidas. Hay numerosos trabajos interesantes. LA GACETA / ENRIQUE GALINDEZ
Desde el punto de vista organizativo, la nueva edición del Salón de Arte Contemporáneo del MUNT tiene varios cambios: por primera vez la UNT otorga todos los premios adquisición (lo que significa el respaldo total a la institución), e, igualmente, debuta con curaduría. Pero, al igual que el año pasado, una mirada rápida en las distintas salas indica que los artistas continúan sin correr riesgos, y no se advierte experimentación alguna. Lo dicho no implica juicio de valor alguno, pero sí marca una tendencia que viene acentuándose. Sobre más de 130 aspirantes finalmente quedaron seleccionados 64, casi la mitad, y entre ellos, cuatro videos. Es notable una menor presencia de la fotografía y de lo objetual, así como la preeminencia de la pintura. Y como en todo salón, se pueden apreciar estilos distintos y géneros diferentes, de resultas que, bajo el nombre de "contemporáneo", encaja todo. No es, seguramente, un problema del salón, sino del uso de la palabra que, cada vez más, convence menos en todos los lugares del mundo.

En esta octava edición hay "marcas registradas" de artistas consagrados como las notables pinturas de Roberto Koch ("Asociación VII") o "Changuito", de Rubén Kempa; o la fotografía intervenida con rosas, de Rolo Juárez. En ese camino también se destacan las obras de Celina Galera y de Daniel Sarmiento (envíos desde Catamarca). Un dibujo neofigurativo, "a lo Salas", con una acertada precisión de líneas se advierte en los trabajos "Desde mi humanidad" y "Descendimiento" de Elena Riquelme. Mientras que, en un tono absolutamente distinto (neopop) se planta "La última cena", una fotografía intervenida de Valentina Díaz que, con juguetes, construye la clásica escena en la que predominan simpáticos conejitos y otros animales. Llamativa, irónica y con mucho humor está resuelta la obra de Jorge Lobato Coronel: "Con título", que plantea toda una definición política (ver "Dígame...).

Y político es también el trabajo de Pablo Córdoba, donde se puede leer, con la imagen de lo que parece ser el casco de un obrero y los sellos de Cuil, "exigimos estar en blanco". En esta línea también es notable la composición de Alejandro Gómez Tolosa: "Mundo feliz, corazón argentino", en la que abundan imágenes de mitos nacionales (San Martín y Carlos Gardel, por caso), con profusas y fuertes escrituras, en un tono mordaz y también irónico.

Otras pinturas que no pasan inadvertidas en el conjunto son las de Belén Aguirre, que, igualmente, ha impuesto un estilo al utilizar colores planos y marcar las figuras, como contorneadas, apenas definidas, pero inmediatamente identificables.

Por otro lado, "Caminito", de Tina Herrera, es un paisaje construido y bordado con mostacillas, cuentas y lentejuelas, de una gran factura artesanal. En tanto, a pocos metros sobresale otro paisaje, artificial, construido digitalmente: pertenece a Valeria Maggi. Finalmente, no pueden soslayarse las obras de Sergio Real, Belén Romero Gunset, Sandro Pereira, Hernando Migueles, Gustavo Nieto, Marta Coronel y Aníbal Fernández.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios