Los costos de pasar el invierno

Los costos de pasar el invierno

Hubo falta de previsión en un país que siente los efectos de los "cuellos de botella" por no contar con la oferta energética suficiente.

BUENOS AIRES.- La reunión de la Junta Directiva de la Unión Industrial Argentina del último martes no estaba destinada a pasar a la historia. Era una más de los rutinarios encuentros semanales en los que se repasan los temas de la agenda empresaria. Hasta que llegó el turno del informe del jefe del Departamento de Infraestructura, Alberto Calsiano. Según el parte de prensa de la entidad, "se indicó que la demanda de energía eléctrica en 2011 supera en más de un 5% a la del año pasado. Se informó sobre las obras en marcha, el abastecimiento y los subsidios. Algunos representantes sectoriales y regionales mostraron su inquietud acerca de las restricciones al suministro frente al inicio del invierno".

Que la demanda crezca a razón del 5% interanual no debe representar una sorpresa si, de acuerdo con lo señalado por la presidenta Cristina Fernández, el crecimiento de la economía duplica ese porcentaje. Lo que sí es inconcebible es que ese crecimiento no haya sido acompañado por un alza similar en la producción energética sino, por el contrario, una caída inédita en más de 100 años de historia de extracción de petróleo y gas en el país. A la luz de los datos que se dan a continuación, resulta por lo menos irónico que el ex presidente Néstor Kirchner poco antes de morir haya caracterizado a su gestión y la de su esposa como desarrollista. En los cuatro años de la Presidencia de Arturo Frondizi, la producción de petróleo subió un 175% y la de gas un 271%. El kirchnerismo no pudo haber dejado un resultado más antagónico: en ocho años la producción petrolera cayó un 18,1% y la de gas un 10,1%.

La contracara de ese desfase entre crecimiento económico y descenso en la producción energética está resumida en una de las frases del informe presentado en la reunión de la UIA: "el panorama de abastecimiento y la situación de los subsidios". Si algo no se produce fronteras adentro -en este caso petróleo y gas-, se restringe su consumo o se importa. Hasta el momento el Gobierno no ha expresado voluntad de aplicarle a Cammmesa y Enarsa un esquema de compensación de importaciones similar al diseñado para la industria automotriz. Pero en caso de que algún funcionario llegase a pensarlo, le convendría repasar el desmesurado crecimiento de los subsidios y préstamos destinados a la importación de combustibles.

A la actual situación no se llegó de la noche a la mañana, se podrían repasar los informes de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). Ya en 2005 se transfirieron $ 160 millones a Cammesa para la compra de fuel oil para central térmicas. Por entonces, el esfuerzo propagandístico de presentar la necesidad como virtud transformó el fin del autoabastecimiento de hidrocarburos en una buena noticia. El ministro Julio de Vido consideró esa importación como "jamón del medio". Seis años después, el Gobierno insistió con su incontinencia publicitaria al presentar en cadena nacional una planta regasificadora en el Paraná de las Palmas. Nunca la importación había sido tan ensalzada por un Gobierno que, paradójicamente, asegura que trabaja para sustituirla. El argumento de que años atrás no se importaba combustible porque un país sin producción no lo necesitaba, no resiste el menor análisis: en 2010 se extrajeron 13 millones de metros cúbicos de petróleo menos que en 1997 y 5.000 millones menos de gas que en 2004. Sólo con mantener los niveles de producción (ni pensar en un crecimiento desarrollista) el país hubiera ahorrado miles de millones de dólares que dejan esos $ 160 millones de 2005 reducidos a una mínima expresión:

En 2006, la suma de subsidios y préstamos para el rubro "política energética" (manera elegante de decir "importación") fue de $ 3.780 millones.

En 2007, los fondos para el sector subieron a $ 9.293 millones; $ 4.428 millones fueron para la compra de fuel oil: en dos años los $ 160 millones del "jamón del medio" se multiplicaron 27 veces.

En 2008, los subsidios y préstamos para el sector energético ya representaron $ 16.208 millones.

En 2009, la crisis económica ayudó a atemperar los giros, que se redujeron a "apenas" $ 15.944 millones. Y en 2010 subieron a $ 26.000 millones.

Pese a que aún no concluyó la primera mitad de 2011, ya se cuenta con información que permite anticipar que en el curso del segundo semestre se dará a conocer uno o varios DNU disponiendo una ampliación presupuestaria para atender, entre otras erogaciones, la importación de combustible. Por lo pronto, hasta mayo se ejecutó el 35,5% del presupuesto total de 2011. Entre partidas sub y sobreejecutadas, se destaca una que en cinco meses consumió el 53% de lo pautado para todo el año. Sí, es "Energía, combustibles y minería". A contramano de cualquier intento de seguimiento de la ejecución presupuestaria, el monto total de esos subsidios se conocerá a mediados de 2012. Quizás para entonces pueda saberse cuál fue el costo de pasar el invierno.

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