Una joven máquina de matar

Una joven máquina de matar

Hanna es una adolescente que ha sido criada por su padre viudo en la helada desolación del norte de Finlandia. La chica, entrenada para sobrevivir en las más adversas condiciones, deberá resolver una cuenta pendiente que encierra la explicación del enigma de su origen.

11 Junio 2011
El director Joe Wright no pierde el tiempo. En la primera escena pinta descarnadamente a la protagonista, y explota dramáticamente la rigurosidad del escenario elegido: la helada desolación de un bosque finlandés, en la que la muchacha caza y descarna a mano limpia un enorme ciervo. Rápidamente se plantea la relación de Hanna con su padre y entonces, a pocos minutos de comenzada la proyección, ya se entiende que la trama, si bien ha de remitir forzosamente a otros exponentes del género como "Bourne", "Nikita" o "Alias", va a presentar elementos singulares y distintivos. También será original el tratamiento visual que propone Wright; el realizador entrega otro excelente plano secuencia de varios minutos (en una estación de ómnibus y otra de subte de Alemania) que evoca a aquel -monumental- de la evacuación de los soldados aliados que concretó en "Expiación, deseo y pecado"; y también propone ciertas originalidades a partir de la introducción en la trama de una familia británica que (en cierta medida, involuntariamente) ayuda a la protagonista en su huida por el norte de África y el sur de España.

Si se quiere, la película puede verse como una más que pinta la persecución de un fugitivo a manos de una organización gubernamental poderosa. Pero la trama muestra condimentos propios más que interesantes: la perseguida es poco más que una niña, y esta niña está poniendo a prueba su especial condición no sólo en las vicisitudes de la fuga sino -fundamentalmente- en el violento contacto que experimenta con un mundo "civilizado" que desconocía absolutamente. Y como si esto fuera poco, Hanna debe desentrañar los oscuros detalles de sus orígenes, signados por las mentiras y la tragedia. En suma: Wright propone (y logra) suspenso, intriga y algo más.

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