"Quiero las mismas posibilidades que el que escucha"

"Quiero las mismas posibilidades que el que escucha"

Cuatro jóvenes hipoacúsicos denunciaron que, a pesar de lo que establece la ley, a ellos no les dan trabajo por ser discapacitados.

TODA LA ACTITUD. Páez, Curtado, Lizárraga y Galarzo afirman que, a pesar de los problemas auditivos, tienen todas las capacidades para trabajar. LA GACETA / FRANCO VERA TODA LA ACTITUD. Páez, Curtado, Lizárraga y Galarzo afirman que, a pesar de los problemas auditivos, tienen todas las capacidades para trabajar. LA GACETA / FRANCO VERA
02 Febrero 2011
"Se busca joven, buena presencia, secundario completo... Y que escuche bien". Según cuatro tucumanos, con estas palabras deberían convocar trabajadores las empresas que a ellos los excluyeron por ser hipoacúsicos.

Mientras se hacen chistes y señas entre ellos, Noelia Orellana, intérprete de lenguaje de señas, explica a LA GACETA que los jóvenes están muy capacitados para insertarse en el mercado laboral pero que las empresas no hacen más que cerrarles las puertas en sus narices.

Darío Páez, José Galarzo, Diego Curtado y José Luis Lizárraga, son los jóvenes que hoy están atravesando un momento triste e indignante, según ellos mismos lo definieron. Son hipoacúsicos y forman parte de la Asociación Tucumana de Sordos. Hace cerca de cinco años que están buscando trabajo y no consiguen que ninguna empresa los tome.

"Si me hablan despacio, entiendo perfectamente. Muchas personas creen que por ser sordo no sé nada, pero esta enfermedad no tiene nada que ver con las aptitudes intelectuales", explica Páez, de 31 años. Fernanda Iriarte, abogada del Inadi, indica que la Ley Nacional 22.431 ordena: "El Estado nacional (los tres poderes que lo constituyen, sus organismos descentralizados, los entes públicos, las empresas del Estado y las empresas privadas concesionarias de servicios públicos) están obligados a ocupar personas con discapacidad que reúnan condiciones de idoneidad para el cargo en una proporción no inferior al cuatro por ciento (4%) de la totalidad de su personal". Sin embargo, sostiene Iriarte, en la provincia esta ley pero no se aplica correctamente. "En ningún punto se explica qué va a pasar con las empresas que no cumplan con lo que manda la norma", aclara.

Orellana, a su vez, manifiesta que la ley, en la provincia, no se cumple. "En muchas instituciones públicas este porcentaje no existe y personas capacitadas, como estos jóvenes, quedan fuera del campo laboral", puntualiza la intérprete.

Galarzo tiene 27 años y un hijo. El dice que puede hacer la tarea que le asignen mucho mejor que otros. "Tengo un hijo, Luciano, y lo tengo que mantener. Necesito vivir en una casa y con la pensión que da el Gobierno no puedo comprar lo necesario, por eso quiero un trabajo. No busco el mejor trabajo, sólo quiero aportar dinero a mi familia", cuenta mediante las señas.

Por medio de una regulación se asigna una pensión monetaria por discapacidad. Pero los jóvenes creen que, en sus casos, no es necesaria porque ellos pueden desempeñarse laboralmente. Según dijeron, es una manera de fomentar la vagancia. "No busco tener una pensión o un plan y estar acostado viendo tele; busco un trabajo. Tampoco quiero reconocimiento por mi enfermedad, lo que pretendo es tener las mismas posibilidades que aquellos que escuchan, porque se que tengo las capacidades para realizar trabajos a la perfección", explica con efusión Lizárraga, que estudió Administración de Empresas y es un apasionado por los números.

La abogada Iriarte aclara que en Tucumán sólo tres o cuatro empresas incorporaron personas con discapacidades a sus plantas, y que son privadas. Pero aclaró que en las pruebas que se tomarán para los nuevos puestos del Poder Judicial sí serán evaluadas personas discapacitadas.

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