Ars vitae

Ars vitae

Por Jorge Taverna Irigoyen.

17 Enero 2010
Como un Jano bifronte, la imagen de Aldo Sessa integra una contraimagen posible que, más que trasfondo, sugiere perceptualmente una suerte de ahondamiento de la mirada.
No es el suyo un juego de espejos, como tampoco un aprendido artilugio técnico. En cambio -y en qué medida- es la madurez conceptiva de registrar y develar, de concebir y proyectar, de dar otra dimensión y generar otro espacio a cada motivo, a todo planteo fotográfico.
Su arte está más allá de la medida del tiempo. Sin ser intemporal, goza de una memoria intransferible y clara: la de la obra en su verticalidad exacta. Sin buscar sentidos contrapuestos, alcanza una universalidad de los sentidos tanto sensoriales como sensitivos. Sin usufructuar de los efectos, logra otra luz cuando la intensidad de otra luz es necesaria. Y sobrevolando el tema y sin caer jamás en sus trampas, lo jerarquiza y le da su preciso significado simbólico.
Sessa es un trabajador incansable y su obra es el más claro testimonio de ello. Nunca ha abandonado un proyecto a mitad de camino, como tampoco ha permitido que cierta cantidad de improntas satisfaga, aleatoriamente, su insaciable búsqueda de perfectio. Su arte es una suma de imponderables que conoce de raíz; y sin embargo, como una noria infinita, continúa en la búsqueda que no cesa, en la concepción internalizada, en los enfoques innumerables que suman rostros, que ahondan mundos trasponiendo distancias.
En tiempos de vuelcos conceptuales, tras revoluciones en que la postfotografía pareciera marcar otros territorios, el artista profundiza su mirada. La globalización y el pensamiento planetario no inquietan su lente: más bien la maduran, le generan otra sabiduría interior para no ceder por conceder. Su pensamiento estético es claro, rotundo, exigido. Y el universo de sus imágenes se concentra  y define cada vez con mayor agudeza, como si el medio siglo transcurrido desde los primeros escarceos no hubiera hecho sino incentivar un amor intransferible. Propio como huella digital.

Jorge Taverna Irigoyen - Crítico de arte.
Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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