La contaminación actúa como gafas para mirar el sol

Esta mañana, el smog permitió que el astro se observara a simple vista. "Formó un tamiz artificial", explicó un experto.

VER TU CIELO DE FRENTE. El hollín de los ingenios y la carbonilla de la quema de cañaverales conforman un denso filtro atmosférico. LA GACETA/SOLEDAD NUCCI VER TU CIELO DE FRENTE. El hollín de los ingenios y la carbonilla de la quema de cañaverales conforman un denso filtro atmosférico. LA GACETA/SOLEDAD NUCCI
06 Agosto 2009
El polvo, el humo y el hollín que cubren a la atmósfera de Tucumán formaron esta mañana un curioso filtro que permitió que los habitantes de la capital miraran de frente hacia el sol, e incluso que lo fotografiaran.

"La capa contaminante funciona como un tamiz artificial que se coloca en el ambiente", explicó Alberto Mansilla, director del Observatorio Astronómico de Ampimpa. El experto describió que las partículas en suspensión son finas, densas y oscuras. "Por eso, el tamiz es más espeso", añadió.

Según Mansilla, los únicos momentos del día en que el astro se puede observar a simple viste es al amanecer y al atardecer, durante unos minutos. Esta mañana, empero, fue posible mantener la mirada por mucho más tiempo.

Osvaldo Molina, meteorólogo de la oficina local del Servicio Meteorológico Nacional, agregó que en la zona este de la provincia (donde amanece) es más intensa la quema de cañaverales, por lo que aumenta el smog.

La polución, que restringe la visibilidad y provoca afecciones respiratorias y en la piel, también desdibuja el paisaje. Los cerros no se ven desde la ciudad. Y a la inversa, desde San Javier o Villa Nougués, no se percibe la magnitud del Gran San Miguel.

Año a año, a partir de mayo y hasta octubre, el aire tucumano se vuelve irrespirable. El clima ingresa en su estación seca, lo que genera una considerable cantidad de polvo en suspenso. Pero mayor es el impacto de la zafra azucarera.

Las partículas contaminantes consisten en el hollín de las chimeneas de los ingenios azucareros, debido a que no todas las fábricas han terminado de instalar los filtros que exige la ley, y en la carbonilla que emana de la quema de rastrojos, de caña en pie y de pastizales en los campos. Estas prácticas están prohibidas, pero el Gobierno aún no ha logrado erradicarlas. LA GACETA ©

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